Vamos al cine

La controvertida figura del presidente Richard Nixon abre el expediente Watergate que lo condujo a su renuncia, tras acciones de relevancia diplomática en la reanudación de relaciones con China y la guerra de Vietnam, en las que fue protagonista el Secretario de Estado Henry Kissinger.

El tema sigue siendo de actualidad en la pantalla, transcurridos casi cuarenta años, cuando las circunstancias aún prodigan cuestionamientos sobre avatares políticos en el mundo.

Nixon, la entrevista del escándalo, narra los esfuerzos de un periodista británico de televisión, con auditorio venido a menos, quien se empeña y consigue la entrevista con el ex presidente y logra declaraciones exclusivas respecto al Watergate. El actor es Michael Sheen y el reparto lo integran Frank Langella, Toby Jones, Kevin Bacon, Rebecca Hall y Mathew Macfayden.

Es paradójico y aleccionador el tema, porque el personaje tiene mucho que decir en su favor reconociendo errores en su gestión, con la perspectiva de quien tiene sólo el juicio de la historia y poco qué perder en el presente.

A varios actores políticos, recientes y pasados, hemos visto y oído restañando heridas para legar su experiencia de lo que pudo haber sido y no fue. En este caso el reportero David Frost, interpretado por Michael Sheen, logra penetrar en situaciones inéditas de Richard Nixon a quien personifica Frank Langella. Con ello se mantiene el interés con el ritmo imprescindible sobre la natural aridez del tema.

El lenguaje procaz y las breves escenas eróticas se justifican y dan ritmo a la narración de los procesos, que durante la década de los setenta significaron el hecho de mayor trascendencia para el pueblo y la política del país con mayor poderío económico y líder del sistema democrático.

Ver en el pasado la lección tiene la utilidad de contemplar el presente con la responsabilidad de “no tropezar con la misma piedra”, sea cual fuera  la causa y su circunstancia.

Dios nos guarde de la discordia.

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