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Uno sigue siendo el mismo, pase lo que pase: Bichir

El actor nominado al Oscar dice tener los pies en la tierra, aunque eso no resta la emoción que le genera

Por: AP

El actor opina que debe dársele oportunidad al presidente Obama para consolidar la reforma migratoria. AP  /

El actor opina que debe dársele oportunidad al presidente Obama para consolidar la reforma migratoria. AP /

CIUDAD DE MÉXICO (19/FEB/2012).- De Tlatelolco, un barrio de clase media baja en la Ciudad de México donde vivió su infancia y adolescencia, llegó a Hollywood. Sus sueños de ser futbolista profesional y de conducir un taxi en Nueva York dieron paso a una nominación al Oscar.

Demián Bichir ha dedicado casi 30 años de su vida a la actuación, desarrollando una fructífera carrera en teatro, cine y televisión, que alcanzó su pico cuando fue postulado hace poco al Oscar al Mejor actor por su trabajo en Una vida mejor, de Chris Weitz.

Nacido en una familia de actores, decidió a los 22 años mudarse a Nueva York para darle a su oficio otro tipo de vivencias y aprender inglés.

En la capital mexicana donde protagoniza la obra teatral Nadando con tiburones, Bichir habló de cómo, inspirado en el clásico Taxi driver de Martin Scorsese, protagonizado por Robert De Niro, soñaba con conducir un taxi amarillo.

Sin documentos oficiales para laborar en los Estados Unidos —situación que también vive su personaje en Una vida mejor— trabajó como recogeplatos en el restaurante Rosa Mexicano en la Gran Manzana, donde aprendió a hacer guacamole.

Con una firme ideología política de izquierda, ahora confía en que su nominación al Oscar como Mejor actor por su papel de Carlos Galindo, un inmigrante pobre que vive de manera ilegal en Estados Unidos trabajando como jardinero y jornalero, contribuirá a crear conciencia en la sociedad civil de ese país y en los políticos sobre la necesidad imperiosa de una reforma migratoria. Sobre todo luego que George Clooney, Brad Pitt y Angelina Jolie le expresaron cuánto les había gustado su trabajo.

Bichir planea asistir a la ceremonia de los Premios de la Academia el domingo 26 de febrero. Se medirá por la estatuilla con el francés Jean Dujardin (El artista), el inglés Gary Oldman (El espía que sabía demasiado) y los actores Clooney (Los descendientes) y Pitt (El juego de la fortuna).

— ¿Cómo has procesado la nominación?

— Uno sigue siendo el mismo, pase lo que pase. No le quito la importancia, porque la tiene, es muy emotivo. Se quedaron fuera actores que hicieron protagónicos en trabajos espléndidos. Es, por supuesto, un honor, todo el mundo sabe de la importancia que tienen los Oscar. Sin embargo, yo tengo más de 30 años trabajando como actor en México y nunca una película que yo haya hecho en México había captado tanto la atención como este trabajo en Una vida mejor. Creo que es muy importante que todos estos espacios que le están dando a la nominación se la den al cine mexicano, pero también a las artes plásticas, a la música, al ballet, al teatro, porque estamos abandonados a nuestra suerte, no existen estos espacios. Vale la pena escarbar en lo que hay, sentirnos orgullosos de lo que tenemos porque es mexicano, y no porque tenga un éxito internacional.

— Clooney y Pitt elogiaron tu trabajo. ¿Qué te dijeron en el almuerzo a los nominados ofrecido por la Academia?

—Charlamos unos cuantos minutos, en una pequeña sala de prensa después de la alfombra roja que organizó la Academia. Pasamos a un salón más pequeño donde vamos haciendo entrevistas, uno a uno, y mientras esperábamos, charlamos. Conocí a Brad Pitt y a Angelina Jolie en la entrega de premios de la SAG (del Sindicato de Actores de la Pantalla) y ahí ellos me contaron cuánto les había gustado la película, que les parecía poderosa y muy importante. Como sabes, ellos dos son, igual que George Clooney, muy comprometidos socialmente, así que cuando hay una película como ésta lo acogen, y se han encargado de decirle a otras personas que la vean, (y ése) es el objetivo fundamental, que el trabajo que tú haces sea visto por la mayor cantidad de gente posible; eso es lo que se ha logrado en las últimas semanas, los últimos días.

— El día que se dio a conocer tu nominación al Oscar diversos activistas que trabajan a favor de los inmigrantes lo celebraron. ¿Se te ha acercado alguien de alguna organización?, ¿cuál es la importancia social que esto tiene?

— No recibí ninguna invitación, la única línea de contacto que tenemos es con el Centro para el Progreso Americano (Center For American Progress) que está en Washington, ellos nos ayudaron para tener una función especial de Una vida mejor en Washington. Fuimos al Capitolio para hablar con un par de senadores que estaban apoyando la reforma migratoria porque conocen la película y les parece que es un documento muy fuerte para sensibilizarnos en torno al problema migratorio y lo que significa. También fuimos a la Casa Blanca, con (la directora de asuntos intergubernamentales) Cecilia Muñoz pudimos platicar, el presidente (Barack) Obama prometió en su campaña hace cuatro años llevar a la mesa una reforma migratoria, integral, justa, digna y no se logró. Pero sigo pensando que la única posibilidad (de que haya una reforma es) que le tienen que dar oportunidad a Obama otros cuatro años, porque si ha sido difícil (con un presidente demócrata), se cancelarían las posibilidades con cualquier republicano.

— ¿Cómo te decidiste a empacar e irte a la aventura a Nueva York? ¿Cuál era tu idea del “sueño americano”?, ¿viviste alguna situación de discriminación?

— No, nunca me han discriminado en Estados Unidos; nos discriminamos más en México. La gente habla de discriminación como si fueran negros contra blancos, y no, la discriminación está en la Ciudad de México, de un barrio al otro, de una colonia a otra. Yo me fui a Nueva York porque quería darle a mi actuar otro tipo de vivencias, quería manejar un taxi como Robert De Niro, y no tenía papeles para conseguir una licencia y hacerlo. Trabajé primero en un antrajo (club de mala muerte) llamado The Underground, en la (Calle) 17 y Broadway. Yo me fui de aquí porque quería aprender inglés, tenía 21 ó 22 años y me encantó la ciudad. Fue una etapa muy dura para mí, una etapa de aprendizaje. Ese fue el primer año que dejé de trabajar después de muchos años que hice teatro en México, y trabajar en ese restaurante de comida mexicana fue el trabajo más duro que he hecho, porque además, yo no era mesero sino ‘busboy’ (ayudante de camarero), y entonces tenía que recoger las mesas, a veces en una sola charola. Y luego, tenía que hacer guacamoles en las mesas, y aprendí en Nueva York a hacer guacamole, no en México. Mi madre los hacía deliciosos y nunca le puse atención.

— ¿Crees que eres profeta en tu tierra?, antes se decía que los Bichir estaban hasta en la sopa.

— Eso lo decía la prensa y muchos actores, pero eso es muy normal. Al “Chicharito” le dicen que es cazagoles. Eso es muy mexicano, basta con que te vaya un poquito bien para recibir críticas. Así somos los mexicanos. Primero el Chicharito es un héroe y luego dicen que es un cazagoles.

— De Tlatelolco a Hollywood. De soñar con ser futbolista a una nominación al Oscar. ¿Qué pasa por tu mente cuando miras al pasado?

— De Tlatelolco a Hollywood, inevitablemente pienso en eso, en ese niño en Tlatelolco jugando futbol en las calles, y de ahí acá, a un escenario en donde hago lo que me gusta, lo que amo.

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