Martes, 26 de Noviembre 2024
Entretenimiento | La obra de este maestro del surrealismo y de la crítica social está más vigente que nunca

Un cuarto de siglo sin el “maestro de Calanda”

El mundo de la cultura conmemora el vigésimo quinto aniversario del fallecimiento de Luis Buñuel

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Cuando se cumple un cuarto de siglo del fallecimiento de Luis Buñuel en la Ciudad de México -el 29 de julio de 1983-, La obra de este maestro del surrealismo y de la crítica social está más vigente que nunca.

Pocos cineastas han desarrollado una carrera tan redonda y coherente como él, que dejó para la historia imágenes tan impactantes como la de la cuchilla cortando un ojo o las hormigas saliendo de un agujero en la palma de una mano.

Exposiciones, actos y cursos se suceden a lo largo de este año para conmemorar el aniversario de la muerte del “maestro de Calanda”, como se conocía a Buñuel por haber nacido en esa localidad de la ciudad española de Zaragoza. Los responsables de los homenajes coinciden en subrayar la vigencia y la singularidad de su mirada, así como el gusto del cineasta por adentrarse en laberintos artísticos que indagan en las complejidades humanas.

Forjado en el inquieto caldo de cultivo de Salvador Dalí, Federico García Lorca y la Residencia de Estudiantes en Madrid, macerado en el surrealista París de los últimos años 20 y forzado al exilio mexicano y estadounidense por la Guerra Civil española, la vida de Buñuel atraviesa los principales acontecimientos del siglo XX, de los que va bebiendo matices que luego trasladará a su filmografía.

“La gente cree que era un improvisador, pero lo cierto es que estudiaba cada detalle”, explica Alicia Gómez Navarro, comisaria de la exposición México fotografiado por Buñuel, organizada por la Filmoteca Española a partir de 900 instantáneas de exteriores tomadas por el cineasta.

Conservadas en una caja de sobres durante todas estas décadas, estas fotografías muestran, según Gómez Navarro, “cómo se configuraba su mirada” desde antes incluso de rodar, ya que retrataba con “pulcritud” y “singularidad” playas, bosques, desiertos o iglesias que luego serían trasladados a las 20 películas que rodó en México.

Su primera película, Un perro andaluz (1929), fue todo un manifiesto del surrealismo, a la altura del literario de André Breton, y, a pesar de sus fallos técnicos, sigue siendo todo un alarde de imaginación y originalidad.

De ese filme, de tan solo 18 minutos, proceden dos escenas míticas, que son una clara muestra de la influencia onírica en sus primeras obras: la del globo ocular rebanado por una cuchilla de afeitar, procedente de un sueño del propio Buñuel, y la de las hormigas. Junto con La edad de oro (1930), son los ejemplos más claros del surrealismo en cine.

Tras ese radical inicio, Buñuel saltó a un género completamente diferente, el documental, pero eligió un tema no por realista menos surrealista: la situación en Las Hurdes. Se trata de un durísimo documental de 27 minutos que recoge la desoladora situación de esa zona en la España de 1932 y que ofrece secuencias terribles como la del entierro de un niño en su ataúd blanco descendiendo por el río.

Exilio y crítica social

Aunque Buñuel se centró después en la ficción, sus películas siempre estuvieron cargadas de una fuerte crítica social, una denuncia de la situación de colectivos marginados, como ocurrió con Los olvidados, una obra maestra por la que obtuvo el premio a la mejor dirección y el de crítica internacional en el Festival de Cannes de 1951.

La película se rodó en 1950 en México, donde el cineasta recaló tras la Guerra Civil española y tras vivir en París y Estados Unidos, de donde tuvo que salir por las presiones que sufrió al ser acusado de comunista por Dalí.
Aquí filmó también otros de sus títulos más significativos, como Nazarín (1959) o El ángel exterminador (1962), con una vuelta temporal a España para realizar Viridiana (1961), una dura crítica a la falsa caridad.

Tras su etapa mexicana, Buñuel regresó a Francia, donde rodaría las películas que más prestigio le dieron y con las que alcanzó una enorme sutileza en sus críticas sociales.

Con Belle de Jour (1966) consiguió el León de Oro de Venecia y la trilogía formada por La vía láctea (1968), El discreto encanto de la burguesía (1972) -ganadora de un Oscar a la mejor película extranjera- y El fantasma de la libertad (1974) es probablemente la cumbre de su carrera.

Su última película, Ese oscuro objeto del deseo (1977), fue menor en comparación con las genialidades realizadas anteriormente, pero, al igual que con toda su obra, es una muestra más de que Buñuel hizo siempre lo que quiso y contó lo que sentía, sin importarle los convencionalismos.

“No creo haber hecho nunca algo por dinero. Lo que no hago por un dólar no lo hago ni por un millón”, reconoció Buñuel.

El cineasta ruso Andrei Tarkovski dijo de él: “La fuerza dominante de sus películas es siempre el inconformismo. Su protesta -furiosa, sin compromisos y acerba- se expresa sobre todo en la textura sensible del filme, y es emocionalmente contagiosa”. Y “por encima de todo, Buñuel es el portador de una conciencia poética”, agregó.


FRASE A DESTACAR

“No creo haber hecho nunca algo por dinero”
Luis Buñuel, cineasta

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones