Tony Dalton disfruta el momento

CIUDA DE MÉXICO.- Lo dicta una ley no escrita: tanto en cine como televisión hay que evitar trabajar con animales, porque nunca le hacen caso al director de escena. Pero eso no le importó a Tony Dalton. Así que para la nueva temporada de Los simuladores, que arranca la próxima semana, aceptó dirigir un prólogo (minihistorias que anteceden al episodio principal del día) donde un perro molesta a sus vecinos por sus constantes ladridos. “Se trataba de que una mujer tiene a su perro en el techo y éste se la pasa ladrando toda la noche. Los vecinos están molestos y contratan a Los Simuladores para resolverlo”, cuenta el actor.

“Teníamos que planear todo bien para que el perro estuviera a gusto, estaba el entrenador, tenía una camita de hielo para refrescarse. Ese perro ha sido mejor tratado que cualquier actor”.
Podría decírse que Tony se encuentra ahora en su mejor momento profesional. Lejos está su época de No te equivoques, una especie de reality donde hacía cualquier cosa como aventarse, a escondidas, al lago de Chapultepec. Esa emisión le permitió ingresos económicos y le sirvió de trampolín para ser conocido.

Dalton es ahora un guionista que se destacó con la taquillera Matando cabos. También escribió Sultanes del Sur, filmada en Argentina. Y está en espera Novenario, que contará la vida de un joven que recibe una llamada misteriosa. “Aunque así como veo las cosas, a lo mejor ya no se hace”, comenta.

Desde el año pasado, el entrevistado es protagonista de Los Simuladores, serie donde un grupo de cuatro hombres hacen justicia a su manera. Tony Dalton interpreta a Santos, el cerebro del equipo y políglota. Los otros son Arath de la Torre, Alejandro Calva y el español Rubén Zamora.

 ¿Hay burlas por parte del elenco por ser el personaje cerebral?
“(Risas) Todo el tiempo. Dicen cosas como: por favor, tú dilo (un texto), tú eres el cerebro. La verdad es que cada uno de nosotros lo hace bien. En una entrevista que dio el creador original señaló que los cuatro personajes son como un cuerpo humano, si no está uno, no funciona”.
 
¿Dudaste al principio? Estabas haciendo cine y de pronto volver a la televisión...
“La verdad es que sí, no estaba en mi cabeza hacer ninguna serie y ni conocía ésta. Pero Alejandro (Lozano, director de Matando cabos) me dijo que viera la original de Argentina y me gustó. Lo curioso es que me gustó mucho Santos y fue el papel que me propusieron. Además todo el tiempo estás simulando, estás actuando y dentro de eso, simulas cosas, es bueno”.
 
Se dijo que habías escrito cuatro guiones, uno sobre narcotraficantes ¿se hizo alguno de ellos?
“No, porque cuando los mostré ya tenían mucho de la segunda temporada escrito y pues no caía ninguno de los que había hecho. Pero me dieron la oportunidad de dirigir cuatro prólogos. Me dicen que si hay tercera temporada, que al parecer sí, lo que hice se metería en ella”.
 
¿Cuáles son los prólogos que dirigiste en la temporada?
“Uno se llama El adivino y es sobre un árbitro corrupto (Juan Carlos Bonet) que recibe dinero para dirigir mal un partido. Otra es de una señora (Carmen Salinas) que acepta las visas de extranjeros en el aeropuerto y es una déspota. Hasta que alguien le dice que es de la realeza húngara y todo se transforma. Otro es de un hombre cuyo restaurante tiene cucarachas y no cumple con las normas de la delegación. Y está el del perro”.
 
Para esta segunda temporada ¿qué caracterización te divirtió más?
“No me caracterizo, pero ha sido por una decisión personal, siguiendo la línea de respeto hacia el personaje. El mío es el cerebro, no se pone bigote ni nada de eso. Me gustaría porque sería divertido, pero por lógica eso le corresponde al Arath. Lo que me ha tocado mucho es hablar varios idiomas, porque el personaje es políglota. Ahora hice a un sacerdote italiano que trabaja para el Vaticano, específicamente para encontrar vampiros”.
 
¿Cómo va la serie de televisión que estabas escribiendo (Gone)?
“Justamente esta semana revivió, hay gente interesada. Pero no puedo decir mucho. Sólo que es la historia de un hombre de familia que se hace una cirugía en la cara, sobre un lunar, y despierta cuatro meses después en una clínica de interés social de la frontera, pero con el rostro de otra persona. Ya están los 23 capítulos, de 45 minutos, vamos a ver qué pasa más adelante, si se puede llevar a cabo”.