Sobrevivir en la tierra de la banda

GUADALAJARA, JALISCO (23/SEP/2015).- El teléfono cada vez sonaba menos; incluso, hubo un Día de la Madre en que ya nadie los llamó.  Entonces, Javier Echauri tomó una decisión: se quitó la corbata, agarró su guitarra y se subió a un camión a ofrecer su talento a cambio de unos pesos.

El músico que forma parte del trío Los Monarcas, desde 1975, cuenta que hace diez años comenzó a alternar su trabajo en la agrupación con cantar en el transporte público: “todo por causa de la banda, un género que pensé que era una moda que pronto pasaría… Pero no, ya lleva bastantes años”, señala.

En entrevista, Echauri rememora que antes de que los grupos de banda se apropiaran del gusto del público ellos eran los favoritos, llevaban serenatas todos los días e incluso llegaron a tocar en fiestas de Salvador Martínez Garza: “Nos dábamos el lujo de decir no, porque estábamos cansados. Que nos hayan quitado el medio eso duele, a los mariachis también los han torcido bien duro”.

El artista, quien platica que compartió escenarios con grandes como Raúl Vale, la India María y Marco Antonio Muñiz, subraya que un trío como el suyo —formado por bajo, requinto y armonía— cuenta con un repertorio amplio para todo tipo de ocasión: para conquistar, en homenaje a, para pedir perdón o composiciones especiales. “Nos gusta nuestra profesión, nos divertimos y nos pagan, pero ahora ya hay que buscar otra manera de mover el abanico, y fue lo que hice, me subí a un camión”.

“La situación que están viviendo los tríos de boleros, también la enfrentan los norteños y el mariachi; y es que definitivamente, en Jalisco, la banda llegó para quedarse”, indica Marcela Quintero, crítica de música, quien agrega que tampoco se debe estigmatizar a los banderos, puesto que ellos sólo están ofreciendo su propuesta y si al público le gusta es por algo; al final, él es quien manda.

Los norteños

Pasa del mediodía en sábado y ya algunos músicos se encuentran en un local de la calle Gigantes esquina Av. Presa del Laurel, a dos cuadras de la estación Tetlán. Están uniformados según el conjunto al que pertenecen y su vista pasa de un carro a otro, a la espera que de ellos se bajen clientes a preguntarles el costo y, si tienen suerte, se animen a contratarlos.

Los grupos norteños son vistos con buenos ojos en Guadalajara;  sin embargo, a comparación de hace diez años el trabajo ha bajado hasta en un 80 %, considera Jairo López, integrante de la asociación civil Fogata Musical, la cual alberga a muchas agrupaciones del género desde 1997.

“Aquí el mariachi es muy tradicional, pero como cuesta más caro, el norteño es una opción. A veces no tienen para pagar el mariachi por lo que eligen el norteño que te vale 900 pesos por hora”, señala.

Explica que los sábados y domingos se juntan hasta ocho o más grupos de norteño  afuera del local que tiene la asociación, pero la mayoría de las ocasiones sólo la mitad de los asistentes son contratados. “Ahorita si trabajamos dos o tres horas en un fin de semana ya te fue muy bien”.

Como cada vez hay menos “chamba”, Jairo relata que la mayoría de los músicos tiene otra actividad; por ejemplo, él es electricista y hay otros que son albañiles o comerciantes. “Unos tienen sus grupos por hobby o está el caso de las personas mayores que no les dan empleo en otra ninguna parte o son pensionados y prefieren venir a distraerse”.

Para López una de las razones por las cuales cada vez se contratan menos grupos es porque a los jóvenes les gusta otro tipo de música, como el norteño-banda. “Nos piden mucho canciones de banda y tratamos de aprenderlas, aunque a algunos compañeros no se les facilita ya sea porque no se les graban las canciones o por cuestiones de tiempo y no las estudian”.

Sobre recibir capacitación por parte de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos ( CROC), a quienes pertenece su asociación, Jairo señala que no existe una posibilidad: “sólo cuando declararon al mariachi patrimonio inmaterial de la humanidad había maestros y clases pagadas para preparación; había una oportunidad para los mariachis y nuestro representante les preguntó que si los norteños también podíamos asistir. Uno iba y hasta le pagaban, pero ya se terminó todo eso; incluso, estamos pensando dejar esto”.

¿Y el mariachi?

El músico, quien trabaja en la Plaza de los Mariachis, específica que los grupos se dividen los horarios; sobre todo, los días más fuertes como viernes, sábado y domingo, en los que se juntan hasta 300 mariachis o se juntaban: “Antes que tuviera tanta fuerza la banda, no se sentía que fuéramos muchos porque había trabajo. Ahora ya no, ya es más dividido; hoy en día somos la cereza del pastel, ya para lo último, cuando antes el mariachi era lo esencial para amenizar la fiesta”.

Muñoz puntualiza que ellos empezaron como grupo hace 16 ó 18 años, una época en la que había mucho trabajo: “Ya tiene unos diez años que bajó, de un 100 % hasta un 30 ó 40 por ciento”.

Además de la preferencia por la banda, el artista indica que otra cosa que les afecta es la plaza, la cual está descuidada; situación que la gente les reclama: “Nos culpan y nos reclaman de lo horrible que está la plaza, pero la realidad es que no está en nuestras manos; somos simples trabajadores que venimos a buscar sustento para nuestras familias”.

También asevera que el hecho de que el mariachi haya sido nombrado en 2012 patrimonio inmaterial de la humanidad no les ha beneficiado en nada: “Siguen sin arreglar nuestro lugar de trabajo; y lo que han hecho no se nota como debería, pero la plaza no pertenece ni al Ayuntamiento, es de un dueño…El mariachi y lo que simboliza ya no se ve reflejado; esto es un cochinero”.

SIN FECHA DE CADUCIDAD

"Perdura lo que tiene calidad"

Ignacio Bonilla Arroyo, director de Culturas Populares de la Secretaría de Cultura, consideró que en la música perdura lo que tiene calidad: “El mariachi tiene un valor, no sólo como música sino en un contexto social; hay una cultura del mariachi, hay bailadores de sones y jarabes. Es un género que está presente desde que nacemos los mexicanos hasta que morimos, incluso después de la muerte se le lleva al ser amado”.

Es por eso que Bonilla Arroyo considera que el mariachi tiene mucha vida aunque sí es cierto el hecho de que las bandas han “invadido” la música en el Estado. “Porque los medios de difusión las promueven, porque venden, por la estridencia, porque mueven a la gente con el baile, yo en lo personal prefiero mariachi a otros ritmos, pero reconozco que ese género está de moda, pero lo que está de moda pasa, se queda lo valioso”.

Sobre si ellos en Culturas Populares tienen un listado de cuántas agrupaciones de mariachi existen a nivel local, dice que de momento no pero que el Centro de Documentación e Información del Mariachi está iniciando la investigación: “Yo creo que no ha disminuido el número de mariachis, además de que se están conformando nuevos, de buenos músicos, hay para rato”.

A los mariachis que trabajan en la calle, asegura que hay oportunidades de preparación. “Podrían acercarse a la Secretaría de Cultura, hay muchas escuelas, talleres”.

Opinan en Twitter

Este medio lanzó una encuesta sobre los motivos por los que el público prefiere o no la banda con los hashtags #MeGustaLaBandaPor y #NoMeGustaLaBandaPor.

@que_pato
#MeGustaLaBandaPor  

“es algo q me hace sentir. Gozó, me mueve y siento la música. Y porque en la banda no hay perjuicios hacia otra música”.

@elchinoborja
#MeGustaLaBandaPor

“los artistas del género son más gente, amables con sus fans es por eso que tienen más seguidores”.

@RobertHarket
#MeGustaLaBandaPor
 “Aunque nació en Sinaloa la sentimos muy Jaliciense como el mariachi.”

NO ME GUSTA

@PacoDavidHE #NoMeGustaLaBandaPor
“que es un género que sólo exhibe las miserias de la mentalidad mexicana además de no aportar algo genuino a la cultura”.

@Millerglass  #NoMeGustaLaBandaPor
 “su misoginia y la apología al crimen”.

@PALPOX
#NoMeGustaLaBandaPor
 “no componen, descomponen: no cantan, gritan: todas suenan igual, son de narcos”.