Rock in Río cierra ''pesado''

MADRID, ESPAÑA (15/JUN/2010).- El grupo británico Motörhead fue uno de los “padrinos” del día dedicado al sonido más duro en cualquiera de sus variantes roqueras, en la jornada final de Rock in Rio Madrid que podría ser recordada por la actuación del legendario Lemmy Kilmister y su banda.

El líder de Mötorhead protagonizó una de las actuaciones más completas del festival, y se ganó desde un principio a un auditorio entregado que entonó con fiereza Iron fist, el primer “trallazo” de una de las bandas más potentes de la historia del rocanrol. “¡Somos Mötorhead y tocamos rocanrol!”, saludó Lemmy a miles de fieles.

Y es que desde siempre el músico ha escapado de cualquier otra denominación que no sea ésa, aduciendo que ellos existían antes que el heavy, el trah metal o cualquier otro subgénero que beba de la pureza del rocanrol de la década de los años setenta del siglo pasado.
El carismático líder de Mötorhead se movió a sus anchas con su bajo, curiosamente un instrumento que pocas veces se ha visto en manos del mentor del grupo. Lemmy no es un músico cualquiera porque su aire country y su sombrero vaquero quedan muy lejos del estereotipo heavy del que lleva huyendo toda su vida.

Encanto sonoro
La lluvia de éxitos fue constante en el escenario de Rock in Rio. Motörizer es el acutal trabajo de la banda inglesa, un álbum que vio la luz en 2008 y que sigue siendo la bandera que defiende Mötorhead en sus giras y conciertos en vivo por todo el planeta. Rock out y The thousand names of god fueron los temas escogidos por el grupo para mostrar que están bien armados y quieren seguir “atacando” tímpanos.

El mural desplegado al fondo del Escenario Mundo recordaba que muy pocas bandas tienen logotipos y diseños tan característicos en sus portadas como los de Mötorhead, autores de una iconografía propia reconocible a primera vista.

Además, los británicos dedicaron buena parte de su actuación a repasar clásicos como Craddle to the grave, Metropolis o Killed by the death.