Roberto Sosa y el placer de la actuación

GUADALAJARA, JALISCO (21/MAR/2012).- Roberto Sosa es de esa clase de actores que han pisado tal cantidad de escenarios que resulta complicado ubicarlo en un contexto que no lo relacione con papeles demandantes, de esos para los que el público debe tener “estómago” para digerir.

Lo mismo ha sido un chavo banda que un enamorado. Lo mismo un delincuente que un tipo decente. También ha estado al mando, en codirecciones, de telenovelas como Amy, la niña de la mochila azul, en Televisa, y en Azteca con Al Norte del corazón.

Recientemente fue nombrado como Mejor actor de monólogo, reconocimiento otorgado por la Asociación de Críticos y Periodistas Teatrales (ACPT) por la puesta en escena Cáncer de olvido, escrita y dirigida por Víctor Salcido, producción con la que el actor tiene planeado visitar nuestra ciudad en julio o agosto próximo y en la que da vida a nueve personajes, reto que aceptó, asegura en entrevista con este medio, porque considera que es un deleite enfrentarse al público como único responsable de lo que sucede en el escenario, sin apoyo de otros actores, pero con una estructura bien delineada.

“Es una maravilla llevar todo el ritmo y el peso escénico cuando realizo un monólogo, soy responsable de la musicalidad de la obra, interpreto a nueve personajes en este caso y manejo mi ritmo, mi tiempo”, pero también admite que su concentración es determinante “porque tengo que estar alerta con el público y asegurarme que lo tengo atento, que no está distraído. Definitivamente hago mucho trabajo corporal, trabajo físico, es una gimnasia, sí, pero es un disfrute, un gozo”.

— Ciertamente “Cáncer de olvido” es un desafío al tratarse de un monólogo, pero el contenido tiene lo suyo.

— Sí, es toda una crítica sobre lo que sucede en nuestro país, es la historia de un escritor juicioso y crítico del sistema, que al ser torturado se pregunta si debe seguir siendo contestatario o si debe empezar a escribir la línea editorial que le dictan, en este caso el Estado, y a partir de ahí interpreto nueve personajes que critican a todas las instituciones que fundamentan esta sociedad, a la izquierda del país, a la derecha, a la iglesia, al militarismo, al presidencialismo, a los medios de comunicación, a la educación, pero con sarcasmo y con ironía.

— También hablas de que es un disfrute y un gozo estar arriba de un escenario, ¿pero luego de 30 años cómo es que se mantiene la frescura, las ganas?

— Creo que mi carrera como actor cada vez se vuelve más interesante, más apasionante, más desconocida y novedosa. Los personajes son cada vez más contrastados, más distintos, cada vez le encuentro mayor placer, mayor divertimento, mayor pasión, mayor necesidad de dedicarme a esto, porque cada vez le encuentro más perfectibilidad, más posibilidad de profundizar, más motivación, no acabaría…

— El cine mexicano no te es ajeno, casi 100 largometrajes lo dejan claro, de hecho tu reciente visita a nuestra ciudad se dio por la presentación de “El fantástico mundo de Juan Orol”, ¿cómo consideras que se encuentra la industria nacional?

— Creo que al cine nacional le falta mucho, y más en un país en donde hay tantas carencias a nivel laboral, de salud y en el tema educativo, por ello es que evidentemente la cultura se ve trastocada, hace falta mucha más producción, distribución, más proyectos que sean rentables, interesantes. Creo que al cine mexicano le hace falta muchísimo, creo que hay más interés y más gente queriéndose dedicar al cine que las propuestas fílmicas que realmente hay.

— A la industria nacional le falta mucho camino por recorrer, pero pareciera que a veces es necesario que los reconocimientos se den fuera del país para que se hable de las cosas que se hacen bien, como ejemplo el revuelo que causó la nominación al Oscar de Demian Bichir, ¿crees que es necesario que sean otros los que reconozcan lo que realizan los mexicanos?

— En lo particular no lo necesito, pero tampoco me atrevería a hablar por los demás, para decir si lo necesitamos o no, pero lo que es cierto es que así ha sido nuestro historia siempre, siempre ha habido un afán por el reconocimiento exterior y una vez que se da entonces se valida en México, eso ha sido desde siempre, pero yo no necesito de ello, sin embargo, si eso sirve para que haya más apoyo, pues adelante, qué bueno, que sirva de algo para que en México nos volteemos a ver y nos apoyemos unos a otros.