Revolución con toque femenino

CIUDAD DE MÉXICO (20/NOV/2010).- La personalidad de Francisco Villa resulta fascinante para los historiadores por los contrastes con los que se condujo.

Capaz de ser heroico y sanguinario, su legado se mantiene como motivo de debate académico y social, pero también existe otra faceta del llamado “Centauro del Norte” que resulta interesante: Su fascinación por las mujeres y los problemas en los que se vio involucrado por perseguir el amor verdadero, si es que alguna vez lo encontró.

El día en que velaron el cuerpo de Pancho Villa, un 20 de julio de 1923, luego de ser asesinado a balazos, cuatro de sus mujeres estuvieron presentes en el lobby del hotel donde se llevaba a cabo el servicio funerario.

Sus nombres no figuran en un libro de historia y tampoco se han bautizado calles en su honor, pero su presencia fue determinante en el destino del personaje revolucionario

Se trataba de Luz Corral, quien después luchó para que fuera reconocido por la política mexicana, y Brígida, una fémina violenta quien esperaba un hijo de Pancho Villa.

También estaban Soledad, a quien le había construido una escuela para dar clases, y Manuela Casas, una inocente jovencita.
En esas horas hubo de todo. Lo que podría esperarse cuando las mujeres de un solo hombre se encuentran en una situación así. Todo esto se verá reflejado en la película Villa: Itinerario de una pasión, trama que actualmente se filma en el Estado de Durango.

Pasión desbordada

Villa: Itinerario de una pasión es un filme dirigido por Rafael Montero (quien antes laboró en cintas como El costo de la vida y Dame tu cuerpo), y es una adaptación del libro homónimo escrito por Rosa Helia Villa, nieta del revolucionario. “Definitivamente es una secuencia de drama, pero hay cierto sentido de comedia porque la situación se presta”, explica Montero: “Hay una parte en la que llega la primera viuda y la saludan como señora Villa, luego llega la otra y le vuelven a decir lo mismo, pero la primera cree que le hablan a ella. Y hay partes picosas, por supuesto”.
la Canudas (Otilia Rauda), Verónica Jaspeado (Eros, una vez María), Jimena Ayala (Perfume de violetas) y Teresa Ruiz (Bienvenido Welcome). El elenco también cuenta con la participación de la actriz Paola Núñez, quien da vida a Piedad, una mujer que sostuvo un furtivo romance con el revolucionario.

Las actrices se encuentran trabajando en el Centro de Durango, cerca del llamado Museo del Aguacate, locación principal del velorio por cuatro días.

El martes 16 de noviembre fue el primer día de filmación, momento en que se rodaron las entradas al velorio de cada una. En la escena la tensión podría cortarse, dice Jaspeado, con un cuchillo.

En defensa de sus sentimientos

Verónica Jaspeado encarna a Brígida en la película, la mujer con muchos conflictos internos que trataba de lastimar a todo el que se le atravesara. “En las escenas del velorio hay diálogos, pero sobre todo de mi personaje. Cuando es sarcástico y trata de lastimar a alguien es porque está fracturado internamente y Bertha (como le decían) lo estaba”, explica la actriz.

Jimena Ayala, quien da vida a Soledad, maestra de escuela, apunta que su personaje “en realidad es una víbora (risas), no es que las mujeres no supieran la existencia de las otras, pero había respeto”.

De hecho el personaje de Ayala no termina peleándose por la herencia de Villa. Acude al velorio, pero su mente se encuentra en otra cosa. “No es que no esté triste, pero es muy ligera. Siempre sabe que él tiene otras esposas, pero hasta ahí. De hecho en la vida real, cuando muere Villa, ella se va de Canutillo”, abunda la actriz.

Las secuencias del velorio se verán reflejadas en la pantalla a lo largo de 15 minutos. Ahí es donde inicia el filme.

De las cuatro mujeres que estarán, dos de ellas tendrán el mayor impacto. El personaje de Teresa Ruiz, Manuela, vivirá el velorio en el hotel que le compró Villa. “Está arriba del balcón y ve cómo va sucediendo todo. No se da cuenta de lo que está pasando. A Villa lo matan afuera del hotel y lo velan ahí. Para ella es un cambio fuerte, tiene apenas 15 años y de pronto se va el hombre al que quería”, anota Ruíz, quien se ha sentido cómoda con su papel.

El otro personaje, Luz Corral, que recae en Gabriela Canudas, tampoco la pasará bien. “Sobre todo porque él no muere en el campo de batalla, ni peleando contra el enemigo, sino traicionado. En ese momento ya no vivía con él, había tenido un disgusto y se había alejado, pero en un momento tiene un presentimiento y pasa lo que pasa”.

Paola Núñez explica el gran contraste que existe entre Piedad, su papel, y el de Francisco Villa: “Ella es una niña de mundo, que estudió en Europa, es hija de un ganadero muy acaudalado y la mandan a estudiar a varios países. Regresa a México sólo para conocer a Villa, encuentro que se da en una fiesta que hace el general Victoriano Huerta”.

La revolución interna de estas mujeres quedará expuesta en Villa: Itinerario de una pasión, a estrenarse tentativamente en 2011.


Por cierto

En el velorio que se retrata en la película jamás se verá el cuerpo de Francisco Villa, sólo sus fotos.

La decisión fue tomada por Montero, el realizador, desde que se encontraba en fase de preproducción. “A final de cuentas la película termina en una idea de que sigue cabalgando en algún lado”, argumenta.

La secuencia se verá, añade, como una situación entre sueños. “Es casi onírico, nada realista. Es un planteamiento de no apostarle al realismo, pero sí se verá una iluminación claroscura”, remata el realizador.

Seductor de la pantalla

Pacho Villa, como personaje cinematográfico, ha sido retomado en distintas ocasiones, aunque la más recordada es la clásica ¡Vámonos con Pancho Villa!, rodada en 1935 y dirigida por Fernando Fuentes.

El filme, donde el rebelde es encarnado por Domingo Soler, es uno de los más aclamados por la crítica mexicana.