Sábado, 30 de Noviembre 2024
Entretenimiento | “El gran mundo”, representación del rostro humano

Retrospectiva de Warhol desembarca en el Grand Palais de París

La muestra incluye una Elizabeth Taylor plateada 1963 y una Red Jackie de 1964, que preceden al monumental Mao

Por: NTX

PARÍS, FRANCIA.- El complejo y diverso, "gran mundo" del que se rodeó por interés personal y comercial, que retrató en tiradas a veces industriales y en otros casos sólo de manera exclusiva, los retratos de Andy Warhol, desembarcan en París.

Una retrospectiva desconocida desde hacía 30 años sobre el Warhol (1928-1987) retratista que "fabricó" a Marilyn Monroe multiplicada, que casi hizo de “La Gioconda” una "fotocopia" y que pintó los labios a un Mao poco menos que travestido es la que se ofrecerá en la capital francesa desde el 18 de marzo.

Sólo una vez antes se habían expuesto los retratos de Warhol -el genio de las naturalezas muertas pop- de modo retrospectivo, y fueron los 50 reunidos en el neoyorquino Whitney Museum, en 1979, lo que ahora hace que las 130 obras presentadas en París hasta el 13 de julio convoquen a una cita única.

"Warhol debe su reputación a cómo retrató a la sociedad de consumo", dijo hoy a la prensa en la presentación de la exposición su comisario, Alain Cueff, para quien "es evidente que, desde su infancia, para él la cuestión central es la posibilidad de representar el rostro humano".

"Junto con sus famosas botellas de Coca-Cola y las latas de sopa Campbell, que contribuyeron a su fama, en realidad es la representación del rostro humano lo que está en el corazón de la obra de Warhol", advierten los organizadores.

Al visitante le reciben en el Grand Palais "veinte Marilyns" como la vio el artista en 1962, una Elizabeth Taylor plateada de 1963 y una "Red Jackie" (Kennedy) de 1964, que preceden al monumental "Mao" (casi cuatro metros y medio por tres y medio), enfrentado -o reflejado- en el travestido de "Ladies and Gentlemen" (1975).

Desde que Ethel Scull, la coleccionista neoyorquina, le encargara su retrato (los "Ethel Scull, 36 veces" son precisamente los del cartel de la exposición), Warhol se lanza, por petición del retratado, a pintar a artistas, coleccionistas, marchantes o amigos.

La muestra ilustra la manera industrial de trabajar del artista, la invención del arte en serie y casi producido de modo masivo en su estudio "The Factory", así como sus trabajos serigrafiados sobre tela, acetato y numerosos ejemplos de lo que le dio de sí la cámara instantánea Polaroid.

Se suceden sala tras sala retratos que ya están en la historia del arte contemporáneo, la forma de ver warholiana a Brigitte Bardot, Meryl Streep, Clint Eastwood, Mick Jagger, Jane Fonda o Lana Turner, cuya reproducción o imitación masiva ya está en salones de estar de medio mundo.

Amigos o mecenas, aquellos a los que admiraba o quienes únicamente es que pagaban por un retrato suyo, miembros de la casa real iraní, modistos, otros pintores y políticos; la lista interminable es la de los Valentino, Basquiat, Carolina Grimaldi, Giorgio Armani, la princesa Diana y Elvis Presley.

Parte de la exposición refleja cómo vio el artista el "gran mundo" que le rodeaba en la década de los ochenta en el siglo XX y la atracción que le provocó el mundo del "glamour", en una galería de retratos de casi fantasmas, muertos que están y otros que no están, como el del modisto Yves Saint Laurent.

Programado para quedar colgado en el mismo Grand Palais que vio subastar su impresionante colección de arte hace pocas semanas, el YSL "à la Warhol" se ha retirado por orden de Pierre Bergé, compañero del modisto a quien no convenció que el difunto Saint Laurent, a quien le dedicaran todo el palacio, no mereciera una sala propia dentro del "gran mundo".

La última parte de la muestra da testimonio de la preocupación religiosa y transcendental de Warhol, probablemente alejada de la imagen asociada al artista de las "sopas" y las cajas de jabón, y que invade las salas superiores del Grand Palais con los 112 retratos de Cristo: "The last supper (Christ 112 times)",(1986).

Una calavera, un autorretrato y el de su madre, Julia Warhola, marcan el final del recorrido por el "gran mundo" warholiano, que se asoma en el Grand Palais al "misterio" de la encarnación con las "madonnas" al estilo de Rafael y que deja en la retina la inquietante, excepcional porque no tiene personaje, "Gran silla eléctrica".

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