Raúl Renán, el domador de palabras

GUADALAJARA, JALISCO.- Al calor de las copas de tequila, Raúl Renán fue el último autor en visitar el Salón de la Poesía, actividad realizada los nueve días de la FIL con destacadas presencias como José Emilio Pacheco, Gioconda Belli y Alí Chumacero.

Renán (Mérida, Yucatán, 1928), poeta, narrador, editor y reconocido coordinador de talleres literarios, de quien Rubén Bonifaz Nuño ha dicho que “escribe como niño al igual que Homero”, dio rienda suelta a la lectura de sus poemas.
A diferencia de otros autores, que prefieren conversar con el público antes que leer sus poemas, Raúl Renán dijo en tono de broma que “el que tenga una pregunta, que se la guarde. No, de verdad, los que quieran hacer alguna pregunta, adelante, que la hagan, no se la voy a contestar”.

El autor, que celebra 80 años de vida, leyó varios poemas de Mi nombre en juego, su libro más reciente, de donde se desprendió El alma de las maderas. “Seguramente han tenido la sensación extraña de oír ruidos en la casa”, dijo, y emprendió la lectura.

También leyó los versos de Los colores del tacto, dedicados a un amigo invidente, y El cadáver exquisito de un pez, “poema que me recuerda mi ciudad, Mérida, que está a 20 kilómetros del mar, pero que aún así no nos olvida y cada tarde manda su brisa y la gente sale a refrescarse”.

Eran los últimos momentos de la Feria Internacional del Libro de 2008 y Raúl Renán los invirtió en contar “poemas que quieren contarse solos”; o las “miniaturas”, definidas como “poemas de tiempo fragmentado”; e incluso mostró algunos ejemplos del “poema como venganza”. En cualquier caso, no dejó fuera La noche de los insectos.

Recordó que tenía una alumna que siempre jugaba a cambiar su nombre. Esto, que es justo “lo que yo hago en mis talleres”, lo motivó a escribir Mi nombre juego, que explora las posibilidades de intercambiar las letras que conforman el par de vocablos que lo han acompañado durante toda su vida: Raúl Renán.