Martes, 26 de Noviembre 2024
Entretenimiento | El arquitecto recibió un homenaje en la UP

Pedro Ramírez Vázquez recuerda las Olimpiadas de la paz

El arquitecto mexicano visitó Guadalajara para dictar una ponencia y recibir un homenaje de parte de la Universidad Panamericana

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- La trascendencia histórica y cultural de las "Olimpiadas de la paz", aquellas que tuvieron su sede en la Ciudad de México en el año de 1968, es poco estimada a razón de la tragedia estudiantil en Tlatelolco, ocurrida apenas unos días antes de que diera inicio la justa deportiva. El peso de la sangre se impuso por encima del trabajo de un gran número de voluntades que participaron desde tiempo antes de la inauguración del evento.

La visita de Pedro Ramírez Vázquez a la Universidad Panamericana (UP) de Guadalajara ayer por la tarde, tuvo dos finalidades: recibir un homenaje por parte de los directivos y alumnos de la casa de estudios "en honor a su trayectoria" y reivindicar la memoria histórica del país, desde la perspectiva de quien fungió como presidente del comité organizador, con la conferencia magistral "La organización de la Olimpiada de 1968".

Las palabras del arquitecto, célebre por sus aportaciones urbanísticas y arquitectónicas en América Latina, África y Europa, dejaron en claro que el acontecimiento deportivo, a 40 años de su realización, sigue siendo considerado como uno de los mejores organizados en su tipo, tan solo por debajo de las recientes Olimpiadas de Beijing.

"Se hizo tanto y tan importante para la ciudad y para México en esa época, que ahora no puedo pensar en lo que faltó. Me basta con el recuerdo de satisfacción que tiene todo el país por esas Olimpiadas. Ahora, después de la justa olímpica, no hay institución de educación superior en el país que no tenga ya la carrera de diseño gráfico; ésa fue una de las cosas más grandes que dejaron los juegos, por ejemplo", detalló el arquitecto.

La trascendencia de la que goza hoy el evento, agregó, "es el resultado del gran esfuerzo que se hizo por cumplir con un viejo ideal olímpico-helénico de la convivencia y de la tregua olímpica. La tregua que tanto se necesita en el mundo actual. Fue una actividad conjunta y armónica".

Luego de terminar con su ponencia y ser homenajeado, Ramírez Vázquez tuvo un encuentro con la prensa en el que aclaró, en las vísperas de los Juegos Panamericanos en Guadalajara en 2011, que poco sabe acerca del tema debido a que en la prensa de la capital del país el asunto no ha tenido tanto impacto. Sin embargo, opinó que "las villas olímpicas se hacen ahora a partir de la que se hizo en México. 1968 sigue siendo la lección", y agregó que "la capacidad técnica y humana con las que cuenta Guadalajara, harán que los Juegos Panamericanos salgan bien".

El arquitecto, ocupado recientemente en la impartición de seminarios arquitectónicos en su taller de la Ciudad de México, sostuvo que su relación con el municipio de Zapotlán el Grande, Jalisco -población para la que le diseñó el plano regulador en el año de 1943 a manera de tesis profesional- sigue vigente a través de la nueva Casa de la Cultura.

Ramírez Vázquez, desde su posición como uno de los proyectistas de mayor relevancia en el país y el mundo entero, reconoció que el conflicto de las casas de interés social cada vez más pequeñas, el hacinamiento de las ciudades o, en contraparte, el distanciamiento de los espacios de vivienda del núcleo citadino, "es consecuencia del problema actual del peso de lo económico. En muchos casos, es el peso político el que lleva a las instituciones a crear un mayor número de casas para que así los logros hechos por el gobierno suenen mejor, aún cuando cada vez dejan de ser viviendas para convertirse en albergues. Pero eso ya es responsabilidad compartida entre gobiernos y arquitectos".



Una disciplina de servicio

Una de las consignas creativas del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez (Ciudad de México, 1919), es que "la arquitectura es una disciplina de servicio en la que se empieza por considerar a la persona que va a utilizarla". A partir de estas ideas, el proyectista ha logrado consolidarse, desde sus inicios profesionales, como uno de los más destacados del país.

En su obra de mayor relevancia, el Museo Nacional de Antropología e Historia (1964) en el parque de Chapultepec, destaca el planteamiento de recorridos que propician la fluidez y la nitidez de los espacios. Tras participar en las tareas del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México 1968, que incluyeron las obras del Estadio Azteca (1965), intervino en proyectos destacados a nivel internacional, como el Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar (Senegal, 1972), los edificios gubernamentales en Dodoma (Tanzania, 1975), y la embajada de Japón (1975), en colaboración con Kenzo Tange y Manuel Rosea. Sus obras para la nueva Basílica de Guadalupe, junto a Benlliure, García Lascurain, Chávez de la Mora y Schoenhofer, en 1976, señalan la culminación de una trayectoria arquitectónica de gran relevancia en el panorama contemporáneo mexicano.

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