¡No te dejes!, grita Panteón Rococó

GUADALAJARA, JALISCO (18/DIC/2011).- De un concierto de Panteón Rococó no se puede esperar sólo una buena sacudida con ritmos explosivos. El del viernes, en el Teatro Estudio Cavaret, fue eso y más. Y no precisamente la banda capitalina condimentó más esa noche porque fue el cierre de la gira El ejército de paz, sino que ya lo traen en la sangre y es ley para los 10 músicos llamar a los jóvenes a la revolución.

Quietos, los mil chavos -y no tan chavos- esperaban a la banda. Pero en cuanto el Dr. Shenka tomó el micrófono pasadas las 10 de la noche y terminó su discurso introductorio, la totalidad de almas congregadas saltaron súbitamente al sonido de La dosis perfecta, la imperdonable canción que abrió fuerte la noche.

Pero lo romántico duró poco, pues había que continuar con letras más incisivas que permitieran llegar a uno de los llamados principales de la noche: “¡no te dejes!”, pero mientras ese momento llegaba, los rorocós preparaban el terreno con Abajo y a la izquierda, Estrella roja y Akábame, todas contagiando el acelerado ritmo cardiaco del Dr. Shenka, el principal incitador de barba tupida y moicana recortada.

“Esto va para aquellos encapuchados que el 1 de enero de 1994 nos enseñaron una lección: a ser rebeldes, a no conformarnos”, fue como los partidarios del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunciaron Marcos Hall, uno de sus versos donde expresan su repudio a los dueños del poder y dan la razón al movimiento social.

Luego, los sonidos que se riegan en el Distrito Federal, encapsulados en Cumbia del olvido, se regaron en el Cavaret, bien celebrados y bailados al ritmo que imprime esa canción.

Catarsis

El sudor era el común denominador de quienes pisaban el escenario y quienes gozaban con lo que de ahí salía, y es que esos movimientos que obedecen a los ritmos del ska no se terminaban. “Gracias por dejarnos hacer esta catarsis tan sabrosa con ustedes que se llama baile”, dijo Shenka a sus seguidores.

Pero una sesión de ritmos latinos de esa dimensión no es para cualquiera. Un par de chicas prefirió observar desde las mesas traseras, y una pequeña preadolescente se rindió en el suelo alfombrado con los brazos extendidos y la mirada fija en nada, ya había rebasado su límite para estar despierta. Para el resto, apenas comenzaba la noche con buenos baños de cerveza, ya estaba Panteón por despedirse, pero aún faltaba algo.

“Ya vienen los tiempos electorales y los políticos van a querer separalos: ¡No te dejes! ¡Únanse y no los dejen dividirlos!” incitó el Dr. Shenka, y los puños arriba de los tapatíos  golpeaban el aire no se hicieron esperar.

Y es que, además de las clásicas canciones y el frenético baile, Panteón Rococó no sería lo que es sin sus incisivas letras en contra de la clase política y la desigualdad, siempre en favor de los movimientos estudiantiles y sociales que evidencian la realidad del país.

Para cerrar fielmente a sus ideales, La carencia no podía hacerlo mejor. Y la adrenalina comenzó a descender en Guadalajara, la ciudad que hace un año abrió la gira mundial de la banda y que el viernes por la noche se encargó de cerrar, igual que las noches musicales del año en el Estudio Cavaret.