Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Historia de un melómano

''Me sobra disco duro y me falta vida para escuchar música''

Internet cambió la forma de consumir canciones: el material físico pierde terreno y el formato digital está en auge

Por: EL INFORMADOR

Ilustración e infografía: J. LÓPEZ  /

Ilustración e infografía: J. LÓPEZ /

GUADALAJARA, JALISCO (17/JUN/2011).- El grueso de la población mide la vida en segundos, minutos, días, semanas, meses y años; los melómanos como Francisco estiman su existencia en canciones, en música.

Pancho, como le dicen sus amigos, inició como cualquiera hace 30 años: compró su primer casete en 1996, recuerda que le costó 95 pesos y fue uno de Caifanes. Luego llegaron los discos compactos, el primero que adquirió fue en 1999, pagó 249 pesos por uno de Nirvana y lo compró sin tener un reproductor, por lo que pidió a una de sus hermanas que le pasara el disco a casete. “Esa noche mi hermana tuvo pesadillas”, recuerda y ríe. Llegó a invertir más de mil pesos en un solo día en producciones discográficas y compró su reproductor hasta 2001.

La computadora y el internet cambiaron la vida del melómano, Pancho comenzó copiando los compactos que le facilitaban sus amigos, luego se enteró que podía descargar música de páginas web. Los discos y casetes quedaron guardados en el baúl y el disco duro de su computadora se saturó de material sonoro. Hasta la fecha y después de comprarse un disco duro extraíble sólo para almacenar sus canciones, el soundtrack de la vida de Pancho suma 80 mil temas.

“Me sobra disco duro y me falta vida para escuchar música”, dice, pues ha calculado el tiempo que le llevaría escuchar su más preciado tesoro: con un promedio de cuatro minutos por pieza, le llevaría más de cinco mil horas; su sueño es dedicarle 12 horas diarias, lo que se traduce en poco más de un año oyendo una canción sin repetirse y recorriendo los diferentes géneros que almacena.

Ochenta mil canciones en “edad musical” apenas es la infancia para Pancho; sabe que hay mucho más por descubrir, que la web está repleta de nuevas propuestas.

“Me siento como un niño en una juguetería cuando encuentro una página de internet con audios por explorar, para después quedarme con lo que me guste más”, cuenta.

El último álbum por el que recuerda haber pagado es Viaje a ninguna parte, de Enrique Bunbury, que salió a la venta en 2004, desde esa fecha no ha gastado un solo peso en material sonoro pero sí horas en la web.

La historia de Pancho se actualiza y repite entre los jaliscienses, de acuerdo con la Encuesta Nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales de Jalisco, 56 de cada 100 de los entrevistados no gastó en música en un año, mientras que casi 11 desembolsaron hasta 100 pesos y apenas cuatro de cada 100 destinaron más de mil pesos.

Pancho tiene el cabello largo, ojos pequeños y piel clara, y no se rasura desde hace tres meses. Paradójicamente también le apasionan los relojes: los desarma, limpia y arma, cada milimétrica pieza, todo debe estar en su lugar para que el reloj funcione correctamente. Así también, cuando escucha un track su reproductor debe estar ecualizado, que escucharlo sea “placentero, como debe”. En su computadora prepara meticulosamente su playlist, después toma una silla y la coloca frente a las bocinas para comenzar a escuchar al morir la tarde y finalizar con un nuevo día.

¿Cuántas canciones se sabe? No lleva la cuenta, pero es recurrente que cite a Joaquín Sabina o a Serrat, que se queje del mundo al ritmo de Daniel Higiénico, que sus chistes sean los de Les Luthiers, que proteste cantando Anda briago el guitarrero, que calle con Björk y que desee morir escuchando a Radiohead.

Jugar a ser Cronos es su sueño. Manipular el tiempo para trasladarse a la década de los sesenta con la intención de escuchar en vivo a leyendas como Led Zeppelin, quizá jamás olvidaría la interpretación de Dazed and confused y White Rabbit, de Jefferson Airplane. Pero aunque su reloj “camine” al revés, marca el tiempo que pasa y confía en que algún día pueda tener el tiempo para escuchar todo lo que almacena su disco duro.


La estructura cerebral y la experiencia musical

1. Las vibraciones con diferentes frecuencias son captadas y codificadas por el oído.

2. Son transformadas en señales eléctricas y conducidas a través del nervio auditivo hacia el sistema nervioso central.


3. La información llega a la corteza auditiva localizada en la cara lateral de la corteza cerebral (lóbulo temporal, en esta área se analiza el estímulo auditivo, es decir, aquí oímos).

4. Estas áreas se comunican con las secundarias, que permiten integrar grupos de estímulos acústicos presentados de manera simultánea y también de series consecutivas de sonidos de diferente tono y estructuras acústicas rítmicas.
5. En 1963 se observó que al estimular las áreas secundarias  mostraban alucinaciones musicales.

Música y cerebro
No es magia que cambia el estado de ánimo a las personas


Resulta común que al escuchar música sean muchos los que sigan el ritmo con el pie, la mano o la cabeza; también es posible sentir que relaja, como si las notas masajearan el cuerpo y el estrés se desvaneciera. Algunas otras veces es posible escuchar y recordar un evento específico: el primer beso, una pelea o una persona.

También una canción puede esbozar una sonrisa hasta impulsar a saltar, subir, agitar las manos y menear el cuerpo, o todo lo contrario, desvanecer el gesto hasta alcanzar un estado de ánimo diferente.

Diversos estilos de música pueden inducir diferentes estados de ánimo, “los cuales pueden repercutir en tareas psicomotoras y cognitivas. Una de las variables importantes que interviene en estos efectos se refiere a la clase de música que se escucha”, señala el documento Música y Cerebro, realizado por el Instituto de Neurociencias de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En este sentido, apunta dos tipos de música: la estimulante, que aumenta la energía corporal, induce a la acción y estimula las emociones; y la sedante, que es de naturaleza melódica sostenida y se caracteriza por tener un ritmo regular, una dinámica predecible, consonancia armónica y un timbre vocal e instrumental reconocible, con efectos tranquilizantes.

Sin embargo, resalta el documento, que hace falta investigación científica relacionada con la influencia que ejerce en el comportamiento, ya que en gran medida las aplicaciones están basadas en la experiencia a través de ensayo y error y en el sentido común.

“No hay, a ciencia cierta, de que cualquier grupo de personas con tal música va a cambiar de tal manera, porque somos mucho más complejos”, explica Hilda Morán Quiroz, miembro del cuerpo académico Procesos de la historia mundial y formación social mexicana, de la Universidad de Guadalajara. La académica resalta que la música no es magia, ni la panacea para controlar masas.

El texto de la UdeG y de la UNAM que recopila investigaciones de diferentes científicos, apunta que se ha observado que los temas estimulantes aumentan la preocupación y la emoción, mientras que los sedantes disminuyen dichas sensaciones. La piezas tranquilas también reducen la tensión muscular y la fuerza física.

“La percepción, la interpretación y la preferencia musical dependen, por una parte, de características del estímulo como tono, intensidad, ritmo, melodía y armonía y, por otra, de las del oyente, como personalidad, edad, sexo, tiempo, persona, experiencia musical, tradiciones culturales y condiciones ambientales en las que escucha”, plantea el documento.

La música provoca estímulos complejos y diferentes en las estructuras del cerebro que actúan desde que el sonido es captado por el oído.
El sonido activa también la memoria musical, motora y verbal, pues “al escuchar una melodía, la persona utiliza la memoria para saber si la ha escuchado antes, qué experiencias han sido asociadas a ella, además de identificar a qué categoría pertenece. También se requiere la memoria a corto plazo para seguir una asociación secuencial de notas y percibirla como música. En el caso de canciones, la música está asociada, además, a una memoria verbal”, describe el mencionado texto.

No es que la canción sea mágica, detalla Quiroz Morán, sino que esos sonidos están en la memoria, y la canción es el gancho para sacar del baúl los recuerdos.

El documento detalla que no se puede hablar de estructuras específicas, aisladas, involucradas en la percepción musical, sino de un complejosistma.

Retos
La industria no muere, sólo se transforma

Descargar música es la segunda actividad de entretenimiento para los mexicanos, debajo de contactar amigos y conocidos a través de las redes sociales, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet.

La industria de la música parece que no se dio cuenta o no percibió los cambios que produjo internet y los nuevos formatos que surgieron. Ahora está en crisis y el proceso de adaptación está en marcha, en la web también se pueden localizar páginas y sitios de descarga de contenido de paga.
Sin embargo, la fórmula del éxito en la industria no está escrita ni probada, así como el trabajo para encontrar nuevas formas de vender, de comprar, de comunicarse, de crear redes, pero eso no quiere decir que se esté muriendo, quiere decir que hay un cambio y que hay que adaptarse.
La Feria Internacional de la Música (FIM) es también un espacio para  discutir sobre lo que pasa en México, de cómo las nuevas generaciones descargan música en internet y no compran discos, y qué pueden hacer para enfrentar estos desafíos.

Para saber
Para algunas personas es imposible aprenderse una canción o las notas musicales, incluso hay quienes están imposibilitados a tocar un instrumento. Incluso se han advertido diferentes tipos de amusias, término que se refiere a la pérdida de la capacidad musical, como consecuencia del daño cerebral y se clasifican en sensoriales y motoras. Dentro de las sensoriales están: la amusia oral-expresiva, que es la incapacidad para cantar, silbar o tararear; la instrumental o apraxia musical, que es la incapacidad para ejecutar un instrumento, y la agrafia musical, incapacidad para escribir música. Dentro de las amusias sensoriales se consideran: la receptiva o pérdida de la habilidad para discriminar entre melodías; la amnésica, problemas para identificar melodías familiares, y la alexia musical, pérdida de la habilidad para leer una notación musical. Pueden presentarse en forma aislada o combinada y se conoce muy poco acerca de las áreas cerebrales afectadas en estos tipos de alteraciones.

EL INFORMADOR/ ANA LÓPEZ

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones