Los verdaderos reyes de la taquilla

GUADALAJARAM, JALISCO.- Su rostro rara vez aparece en las pantallas. No forman parte de la promoción, ni suelen protagonizar los grandes escándalos de los que se hablan durante meses en las revistas de chismes. Pero sin ellos, los elementos que forman la receta de un éxito taquillero raramente funcionan. Son los directores de cine. Creativos generalmente huraños que toman la cámara del lado contrario al que se encuentra el lente.

En la actualidad, la competencia por encabezar las grandes franquicias cinematográficas son fuertes y hay decenas de realizadores de gran reputación haciendo de las suyas en Hollywood. Sin embargo, hay tres cuyo nombre es sinónimo de “Titán”. Robert Zemeckis, Steven Spielberg y James Cameron no se andan por las ramas cuando se trata de apoderarse de la cima. Cada cinta que dirigen se convierte en la más taquillera de la temporada y sus ganancias combinadas superan a veces al PIB de países en vías de desarrollo. Son hombres cuyo éxito no se mide en millones, sino en miles de millones de dólares.

Robert Zemeckis
Es el “discreto” del trío. Su nombre no se queda pegado en la mente como el de Michael Bay y J.J. Abrams. Sin embargo, la luz que no brilla sobre el nombre de Zemeckis lo hace sobre sus películas.

Arriesgado y presto a tomar nuevos retos, ha ido de la fórmula tradicional a lo innovador para triunfar. Fue el encargado de moldear el mito detrás de la saga Volver al futuro, cuya trilogía suma 957 millones de dólares en ganancias. Luego llegó el momento de trabajar con Forrest Gump y Naufrago, ambas protagonizadas por Tom Hanks, con taquillas de 677 y 429 millones de dólares.

Recientemente el director se ha interesado por las cintas de animación en tercera dimensión. Primero experimentó con Beowulf, con una discreta recaudación de 196 millones de dólares. Ahora, con Los fantasmas de Scrooge demostró que ya conoce los secretos del 3D, pues logró obtener 318 millones de dólares.

Steven Spielberg
Considerado como una leyenda viviente en Hollywood, su nombre es ya una marca de calidad y sus películas han demostrado ser capaces de romper la marca del tiempo, amén de encantar a la crítica y al público por igual.

Primero con E.T. captó 460 millones de dólares, incluyendo venta de los VHS durante la década de los años ochenta. Luego llegó la saga de Indiana Jones, que a lo largo de tres décadas logró hacerse con mil 975 millones de dólares, incluyendo su última cinta, El reino de la calavera de cristal.

Y el director le sabe a todos los géneros. Desde la ficción prehistórica de Jurassic Park (618 millones de dólares) e histórica, como Salvando al soldado Ryan (con 600 millones cosechados).
Spielberg promedia 150 millones de dólares ganados en cada película, nada mal para un joven que filmó sus primeros cortos en un cuarto de universidad. Debe parecerle gracioso ahora que está sentado sobre una fortuna calculada en 3.5 mil millones de dólares.

James Cameron
Algunos actores lo ven como un tirano. Otros como un genio. Pero los estudios de Hollywood conciben a James Cameron como una super imprenta de dinero. Sus películas han capturado los sueños de varias generaciones, pero más aun, el dinero de millones de fanáticos.
Terminator 2: El día del Juicio, fue su primera gran locura de éxito. Le costó 102 millones de dólares al estudio, que con muchos nervios, aprobaron el presupuesto con “el rosario en la mano”. Y Cameron respondió. La película terminó ganando 519 millones de dólares en taquilla, sin contar el posterior lanzamiento en VHS.

La siguiente apuesta fue más alta: Titanic, un filme de larga duración (tres horas), con un presupuesto jamás visto (200 millones de dólares) y con muchas dudas en su entorno, en especial por el reparto tan “desconocido” que Cameron insistió en contratar. Al final se salió con la suya y el destino le dio la razón. Titanic acumula ganancias, al día de hoy, de mil 800 millones de dólares. Sumando lo ganado con Avatar, el realizador nacido en Ontario, Canadá, reúne cinco mil millones de dólares recolectados con toda su filmografía, lo que le permite decir a todo pulmón el mismo diálogo de DiCaprio en Titanic: “¡Soy el rey del mundo!”.