Sábado, 30 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Carlos Lara

Los Anteojos de Baskerville

¿Juntos o conectados?

Por: EL INFORMADOR

La semana pasada fui invitado a la capital Paraguaya de Asunción a participar en un seminario dedicado al rescate de la memoria barrial. Hablamos de la fractura simbólica en las ciudades que confunden el crecimiento con el desarrollo, ciudades que de manera consciente e inconsciente eliminan elementos de identidad de los entornos urbanos. Lo anterior debilita las relaciones humanas y su solución atraviesa condiciones de naturaleza política, económica, espacial, social, pero sobre todo cultural. Expuse un par de casos ocurridos en Estados Unidos, donde una fábrica de dulces buscó hacer de un sosegado pueblo de dos mil 500 habitantes del Estado de Washington, una atracción turística tridimensional para publicitar sus productos de manera altamente atractiva. Pretendía modificar todo tipo de señalización urbana incluyendo las viales y hacer del centro urbano una tienda de souvenirs de la empresa. Cerca de ahí, en el Estado de Oregón, una ciudad rentó por dos años su nombre a una empresa como parte de una estrategia de posicionamiento.

Está demostrado que el descuido de la simbología propia para ubicarse adecuadamente en la ciudad y comportarse cívicamente, reitera los mensajes hostiles dirigidos a la ciudadanía, pero lo más preocupante de todo es que generan menos ciudadanos y más habitantes de ciudades (sin su componente cívico-democrático). En ese sentido, todos estuvimos de acuerdo en volver a pensar la ciudad como el escenario privilegiado de la cultura y el pensamiento mediante una comunicación urbana basada en el civismo.

A mitad del curso me vino a la mente el polémico Antanas Mockus, filósofo, matemático y político colombiano; el mejor exponente del derecho a la ciudad. Alcalde de Bogotá en dos ocasiones, con una tesis de vida a cuestas que ha sido la de "representar y disponer". Como rector de la Universidad Nacional en 1990, emprendió una serie de acciones públicas, en ese momento extravagantes, como el uso cotidiano de la bicicleta, algo que terminó en un programa adoptado por varias ciudades, Ciudad de México (El Ciclotón) y Guadalajara (La Vía RecreActiva). Como candidato a Alcalde realizó una campaña sin precedente en el mundo en la que no hubo publicidad, sino promesas electorales basadas en una ciudad fundada en la doctrina de la cultura ciudadana.

Implantó medidas como la popular hora zanahoria, una norma de cultura ciudadana en la que se valora la vida humana y se auto-controla la hora y la cantidad de alcohol ingerido en las fiestas de fin de semana. Los métodos pedagógicos aplicados a la cultura ciudadana de Antanas Mockus han demostrado ser efectivos. El desarrollo del sistema Transmilenio de transporte por medio de autobuses articulados, es otra muestra de ello, la Ciudad de México y Guadalajara lo saben bien. Sólo hay una cosa que los políticos de las ciudades de México y Guadalajara no han adoptado de Antanas Mockus, la conformación de su gobierno. El filósofo colombiano de ascendencia lituana, integra su gabinete estratégico con académicos, no con políticos. Lo anterior es determinante, pues en el caso de Guadalajara, las pandillas de arquitectos de incompetencia probada toman decisiones encaminadas solo a la conectividad individual y no a la convivencia ciudadana. Paraguay y sus siete millones de habitantes están lejos de saber lo que es vivir en una ciudad sobre poblada, pero su interés por la preservación de la memoria barrial será el mejor elemento de cohesión social cuando tengan que decidir entre estar juntos o estar conectados.

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