Domingo, 24 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Industria. En vías de desarrollo el 'Distrito de la moda'

La moda no se acomoda en Jalisco

La falta de cultura empresarial provoca que los diseñadores emergentes tapatíos no logren alcanzar sus metas comerciales

Por: EL INFORMADOR

Para los diseñadores todavía es complicado establecerse y mantenerse formalmente en Jalisco. ESPECIAL /

Para los diseñadores todavía es complicado establecerse y mantenerse formalmente en Jalisco. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (25/AGO/2016).- ¿La moda tapatía se vende? Sí, pero no como los diseñadores independientes quisieran; es decir, para los modistas de Guadalajara el que los ciudadanos prefieran consumir prendas locales y no extranjeras es un logro aún distante.

Y es que si bien el incremento de bazares, boutiques de autor y tiendas colectivas de diseño es notorio en zonas como Chapultepec, Providencia y Chapalita, para los diseñadores todavía es complicado establecerse y mantenerse formalmente, pues tienen que pagar rentas de locales, ampliar sus talleres, montos de producción, adquirir materiales de fabricación de calidad y ofrecer precios accesibles al consumidor que les permita hacer de su proyecto un negocio redituable.

Actualmente, Guadalajara es considerada un semillero de diseñadores; de hecho, cada seis meses se celebra en la ciudad Intermoda —plataforma de negocios—, en la que participan más de 900 expositores de moda nacional e internacional. El detalle de esta plataforma es que aunque le brinda espacios a diseñadores emergentes como Nuevos Talentos, Chou Room y Designer’s Corner para impulsar su talento, el público no tiene acceso libre a sus pasarelas y exhibiciones por tratarse de un evento privado y enfocado sólo a compradores y distribuidores de peso comercial.

Formalidad, urgencia para el diseño

De acuerdo con la Cámara Nacional del Vestido (Canaive) Jalisco, la moda en el Estado mueve comercialmente 450 millones de dólares en prendas a través de 900 empresas detectadas por la Secretaría de Hacienda, y aunque la organización considera el potencial económico que representan los diseñadores independientes, Fabiola Murguía, relacionista de la Canaive, puntualiza que aún es escaza la cultura de formalidad entre los creativos emergentes que solo se enfocan al diseño y no a modelos de negocio desde el comienzo de su carrera, lo que dificulta tener una idea de cuánto generan por ventas.

A través de cursos y talleres de capacitación y especialización, la Canaive explica a sus 350 socios cómo darse de alta ante Hacienda, registrar sus marcas, reglas de etiquetado, cómo seleccionar sus materiales, proteger a sus creaciones de plagio y transformar a sus proyectos en negocio, además de actualizarlos en tendencias, proveedores y uso de redes sociales para tener mayor presencia en el consumo local.

“Si el diseñador arma todo bien desde el principio, cuando crezca no se les saldrá de las manos cuando tengan auge. Es complicado que busquemos a todos los diseñadores para instruirlos, aprenden cuando ya se equivocaron en algún proceso”.

Aunado a la falta de cultura empresarial, Murguía añade que las prendas de contrabando, la ropa que llega de China o Vietnam a precios más bajos y la proliferación de marcas y tiendas extranjeras dificultan la venta a nivel general de la moda mexicana, mermando todavía más el impacto que los diseñadores locales puedan tener: “Es una cuestión de cultura en el consumo, en lo que buscas vestir. Si vas a las rebajas de estos almacenes extranjeros sabes que estarás vestido igual a todos”.

Buscan soluciones

Murguía comentó que para contrarrestar la situación antes descrita, está en proceso de desarrollo en Guadalajara el proyecto “Distrito de la moda”, el cual se trabaja en conjunto entre el Ayuntamiento tapatío, la Canaive y diseñadores. La idea es concentrar en un solo punto las propuestas de moda local —vestido, calzado y joyería— y que el consumidor tenga mayor acceso a los productos hechos en la ciudad.

“Es un reto grande para generar esa cultura de consumo; hace siete años quizá era imposible pensar que Chapultepec —zona propuesta para este plan— sería una referencia para encontrar tiendas de diseño. Tenemos que crear esos conceptos, fomentarlos y creerlos”.

Claroscuros de la moda

La falta de confianza en los diseñadores locales ocasiona que migren a otros mercados, como es el caso de Cariño Tavera, quien creo la marca Purpurina —vestidos de diseño vanguardista, tanto formales como urbanos—.

Al mes realiza aproximadamente 90 piezas, pero en su experiencia los bazares y colectivos en la ciudad no le han ayudado a incrementar sus ventas.

Hace dos años tenía una tienda donde también vendía bajo consignación productos de otros diseñadores, la cual cerró ante la dificultad de seguir sobrellevando los costos de la misma.

Comenta que en Guadalajara, el consumidor no paga los 200 o 500 pesos promedio que cuestan sus prendas, precio similar al de las piezas básicas de tiendas como Zara, H&M o Bershka.

Por ello, Cariño encontró más atractivo el mercado independiente de la Ciudad de México, sitio al que acude dos veces por mes, porque las ventas allá sí son una realidad.

“En Ciudad de México en un fin de semana vendo lo que en Guadalajara tardó en tres meses. Aquí no vendo en bazares, estoy bajo consignación en una tienda de diseño independiente. Allá dan más valor al diseño de autor, aquí la gente es muy difícil para consumir lo independiente. No creo que sea el precio porque gastan lo mismo en una tienda comercial, pero no se animan a comprar algo hecho a mano, tal vez piensan que no está bien hecho o que no tiene calidad”, expresa Cariño, quien tarda entre hora y media y cuatro horas el hacer una sola prenda dependiendo del material a maniobrar o el diseño.

Diseño personalizado

El lado contrario a la moneda la encontramos con Alfredo Martínez, quien  tiene su taller instalado en la ciudad y actualmente colabora con LOB, tienda mexicana que llevará sus propuestas a más de 40 puntos de venta. Sus clientas también llegan por recomendación de boca en boca, buscando diseño personalizado.

Los precios de Martínez parten desde los cuatro mil o seis mil pesos hasta prendas de 10 mil pesos, similares a las de marcas comercializadas en almacenes como Liverpool y El Palacio de Hierro.

“Al principio hacía piezas únicas, no sabía cómo incrementar mi producción, en la escuela no te enseñan eso, ahora a la Ciudad de México envío 30 piezas mensualmente. Es un proceso de producción pequeño, vamos despacio”, comenta Martínez quien también explora los formatos digitales de distribución logrando hasta 15 prendas vendidas al mes.

¿Si los costos por prenda entre diseñadores independientes y franquicias internacionales son similares, por qué no destacan las ventas locales? Alfredo Martínez subraya que la exclusividad es una ventaja del diseño local ante la limitada capacidad de producción —de tallas y variedad de colores— que los diseñadores tiene para replicar sus prendas dentro de sus propias colecciones, elemento que no ofrecen las cadenas comerciales y orillan —consiente o no— a que sus compradores habituales vistan igual entre sí con los mismos modelos, texturas, colores y hasta tallas.

“El precio influye por la calidad de los materiales que escojo, mis prendas son de telas importadas de Los Ángeles y Nueva York. En México no hay materiales buenos, la calidad es mala, ese es el problema para ofrecer un precio más accesible, tienes que pagar la importación, traslados, impuestos, el costo sube, no es que yo quiera vender caras mis prendas. Se cobra lo justo por la traída de los materiales, la mano de obra, el diseño. Yo le cuento eso a los clientes para que lo valoren”.

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