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Por: EL INFORMADOR

Matt Damon y Emily Blunt, protagonistas de la película Los agentes del destino.ESPECIAL  /

Matt Damon y Emily Blunt, protagonistas de la película Los agentes del destino.ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (03/ABR/2011).-  Philip K. Dick fue un escritor dedicado a esa vertiente de la fantasía que se designa ciencia  ficción. Para él, la esencia del género no radica en la crónica de aventuras espaciales y maravillas tecnológicas, sino en el descubrimiento de sociedades alternativas y de grietas en la realidad. Sus relatos describen de modo verosímil y sugerente la sensación de ser observado, de sentirse vulnerable, de notar, de pronto, que el mundo se desfigura. Los agentes del destino  trata de un escuadrón de oficiales secretos que se dedican a ajustar todo lo que acontece en la existencia de los hombres a los planes preestablecidos por un mandato superior. 

La cinta coquetea con distintas ideas que, podemos decir, son de orden filosófico. En el dilema central ubica la pugna entre la concepción de la vida como un campo de ejercicio del libre albedrío, y la noción opuesta, que plantea para todos los actos humanos una ruta preestablecida por un poder insondable. Con eso forja para el protagonista una aventura que le brinda oportunidad de descubrir cosas insospechadas, y de escabullirse de las fuerzas clandestinas que lo acechan.  Los otros elementos que completan el trasfondo ideológico son:  el mito del amor romántico cuyos lazos afectivos resultan más fuertes que cualquier designio sobrenatural, y la visión de una comunidad de seres dedicados a cuidar, para bien, la marcha de la humanidad.

Respecto al  último punto, es de notar cómo la película, lo mismo que el cuento que la origina, refleja una maniobra intelectual bastante frecuente en los autores de ciencia ficción de la llamada era dorada. Quienes a pesar del decorado cientificista que imponían en sus historias gustaban de incluir, de vez en cuando, entelequias religiosas como dios, los ángeles o los demonios, pero representados en forma de hombres de negocios y burócratas, que se desempeñan en ambientes de oficinas, integrando expedientes, y realizando trámites. Varias veces  en la trama se hace alusión al “director general”, y en un momento incluso el héroe, en su desconcierto, se atreve a preguntar a uno de los agentes si es un ángel.

El creador de la cinta caracteriza a los miembros de  esa corporación metafísica con una vestimenta muy formal que los hace parecer típicos espías del cine. Siempre portan traje de color serio, abrigo, y sombrero fedora o borsalino. También se mueven por los escenarios como evitando hacerse notar. Y consultan de continuó unas libretas que tiene unos diagramas móviles extrañísimos. Ellos son la fachada  de la conspiración.  El otro aspecto que termina por hacer del mundo un lugar extraño es más simple y portentoso. Una puerta cualquiera puede, sabiéndola abrir, llevar a un sitio diferente del esperado, sólo que se necesita la protección del mentado sombrerito. Eso da pie a una culminación en la que el personaje corre de una puerta a otra sin ningún sentido de la dirección. Aunque después de todo, como se trata de una película romántica, la
realidad se salva gracias a un beso apasionado.

Los agentes del destino (The  Adjustment  Bureau), EUA, 2011. Dirección y Guión: George Nolfi. Actuación: Matt Damon, Emily Blunt.

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