Sábado, 30 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Por: Guillermo Vaidovits

Kinetoscopio

Golpes y destino

Por: EL INFORMADOR

Mark Walhberg, protagonista de El peleador.ESPECIAL  /

Mark Walhberg, protagonista de El peleador.ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (13/FEB/2011).- El peleador manifiesta sin rodeos y de manera muy entretenida, la tradicional argamasa ideológica que constituye la cultura estadounidense. Se trata de una visión de la vida, extendida a todo el mundo contemporáneo, que incluye: la obligación de competir, la certeza del triunfo como recompensa por el esfuerzo y las limitaciones, el valor del individualismo, pero también la necesidad en ciertos momentos de trabajar en colaboración, la importancia de los vínculos afectivos de la familia (aunque sea disfuncional), y la posibilidad de rectificar el destino a base de voluntad. Es fundamentalmente un producto de la imaginación parecido a las viejas fábulas con moraleja, aunque un letrero inicial avise que se inspira en una historia verdadera.

El argumento se mueve entre dos personajes. Un boxeador fallido y otro que todavía puede lograr una carrera. Son hermanos, el mayor fanfarronea glorias pasadas y está enganchado al crack, el menor resulta un tanto reservado y pasivo. El director y los guionistas colocan a sus personajes en una escala de ascenso y descenso, mientras uno tiene posibilidad de subir, el otro puede llegar más abajo.

La narración armoniza distintos tonos. Ciertos personajes parecen caricaturas como el grupo de hermanas que de pronto interviene. Luego encontramos pasajes dignos de una comedia de equivocaciones con el protagonista huyendo ridículamente de la escena. Es el caso de la costumbre absurda que demuestra el hermano mayor quien frecuentemente para evitar el regaño materno salta desde la ventana del piso superior de la casa a las bolsas de la basura en el traspatio. En otros puntos el realizador adopta los recursos de impacto propios del melodrama. Por ejemplo, la escena donde la Policía arresta a los hermanos. El momento se construye mediante las conductas explosivas de los personajes –actuación frenética y a gritos- y la reacción excesiva de los gendarmes, quienes para sufrimiento del espectador martirizan en cámara lenta y sin razón al inocente. En un segmento distinto se recurre a la escenificación de tenebrismos de orden psicológico, representando las alucinaciones del protagonista como

proyecciones alrededor de su cabeza. Además de prodigar angustias y sonrisas, se pueden observar los fragmentos típicos de combates y entrenamientos condensados en unas cuantas imágenes y acompañados por el ritmo de una canción.

De hecho, la culminación de la película se acerca riesgosamente al lugar más común de la franquicia de Rocky. Sin embargo a diferencia de aquella serie, el cineasta registra el combate de forma competente,  pero con menos espectacularidad o ambición de manipulación, y, sabiendo que el espectador adivino con tiempo el resultado, la acción no se prolonga más allá de lo debido.

El peleador (The Fighter), EUA, 2010. Dirección: David O. Russell. Guión: Scott Silver, Paul Tamasy, Eric Johnson. Actuación: Mark Wahlberg, Christian Bale.

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