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Vivir el infierno

Por: EL INFORMADOR

Imagen de ''El ocaso de un asesino'' del director Anton Corbijn. ESPECIAL  /

Imagen de ''El ocaso de un asesino'' del director Anton Corbijn. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (30/DIC/2010).- El currículo de Anton Corbijn registra una espaciosa trayectoria profesional como fotógrafo, luego una vigorosa etapa como realizador de videos para la industria musical, y una recién abierta vena de cineasta. Este holandés hizo su primera película (Control, 2007) a los 52 años, y tanto en ella, como en la actual El ocaso de un asesino, se nota su experiencia al momento de encuadrar los objetos y los espacios. Sabe aprovechar las nubes para resaltar los cielos, captar la amplitud de los paisajes, ubicar a su favor la línea del horizonte, encontrar ángulos interesantes, y forjar composiciones visuales perfectas y encantadoras. En este sentido, durante la primera hora de su nueva cinta el realizador se da vuelo. Inicia con un pasaje en el que su protagonista se encuentra en Suecia en medio de un bosque nevado, luego lo traslada a la campiña italiana, y lo refunde en un villa con callejuelas y edificaciones medievales. En ambas partes las virtudes fotográficas saltan a la vista, incluso a veces algunas imágenes de las escalinatas de piedra o las tomas que muestran la soledad del pueblo tienen el mérito de que parecen expresar, más que el mundo extreno, la reservada y tensa vida interior del personaje.

Lo que resulta un tanto enrevesado es el manejo del género. La trama recuerda un  esquema propio del cine de acción o thriller. Un hombre dedicado a las armas y a matar descubre que el suyo no es el mejor modo de vivir y de obtener un retiro sereno. Intranquilo se oculta por un tiempo en un sitio remoto. Ahí, sin desearlo, se relaciona con un viejo cura que le sirve de punto de comparación y contraste para juzgar su propia existencia, y –¿por qué no?- con una despampanante prostituta local de corazón de oro que le ayuda a mantener tibia su cama. El tipo es de pocas palabras, de lo más antipático, y lo único que revela con su actitud es una desconfianza inagotable.

En teoría, todos estos elementos prometen momentos de tensión dramática, faenas insospechadas y peripecias continuas. Lo cierto es que nada de eso ocurre así, ya que el director desactiva constantemente cualquier impulso de fabricar entretenimiento masivo congelando el ritmo de avance en favor de un cine más atento a delinear imágenes artísticas y a insinuar una sensibilidad más sofisticada. Esos deseos de ser especial y no recaer en las tácticas hollywoodenses explicarían también por qué el interprete principal tan acostumbrado a lucir simpático, termina siendo tan sólo un bastardo sin gloria.

El ocaso de un asesino (The American), EUA, 2010. Dirección: Anton Corbijn. Guión: Rowan Joffe a partir de una novela de Martin Booth. Actuación: George Clooney, Paolo Bonacelli, Violante Placido.

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