Kinetoscopio

GUADALAJARA, JALISCO (22/AGO/2010).- Los Jones son una familia especial, interesada en las apariencias, los artículos de moda, la vida lujosa. Son también un as bajo la manga de la mercadotecnia. Amor por contrato me trajo el recuerdo de los primeros episodios de la teleserie Esposas desesperadas. Contiene algo de humor, algo de crítica social. Emerge un secreto, queda bosquejado algo siniestro, despiadado, ideas interesantes, que al final acaban sin amarrar. Sin embargo, tratándose de una película de Hollywood ofrece una llamada de atención sobre la realidad del consumismo, que resulta poco usual.

La trama se desenvuelve por medio de comparaciones. La familia recién llegada se convierte en el estándar de belleza, moda, y estilo de vida, que desean todos los antiguos vecinos del lugar. Lo curioso, es que hacia dentro de ese clan tan perfecto ocurren cosas extrañas. Los esposos, que lucen jóvenes y atractivos, duermen en habitaciones separadas, y sólo demuestran su afecto en público. La hija adolescente siente un deseo incontrolable por los hombres de más edad. El hijo no parece muy interesado en hacerle caso a las insinuaciones de sus amigas. En realidad los Jones están ahí para hacer negocio, y la mamá lo tiene más claro que nadie, por eso define la familia como una unidad de trabajo, un escuadrón comercial. 

El planteamiento de la situación, el despliegue de tácticas de promoción, la envidia de los vecinos, la ambición de la señora Jones, van bien hasta que el director decide que el idealismo y un enamoramiento se interpongan con los negocios, mostrando que los protagonistas sí son seres humanos y no sólo implacables mecanismos de ventas. A partir de ese punto se debilita dentro de la fábula moral la denuncia del cinismo, y la película comienza a sermonear con buenos sentimientos de catálogo. El papá quiere una pareja de verdad, y no finca su deseo en la atracción sexual sino en que siente un afecto verdadero. Con esta complicación tardía, la trama relega a los personajes de los hijos a un segundo plano, es decir, se olvida de ellos por un rato, y no llega a una conclusión muy satisfactoria. Maniobra con los personajes del papá y la mamá transformándolos muy rápido para evitar lo que sería la consumación natural de los hechos, que requería menos sensacionalismo y la enternecedora sorpresa de último minuto, y mucho más, sostener con sangre fría la convicción de desastre social y la dureza inicial hasta cierto punto crítica del American Dream. Digo: hasta cierto punto, porque la cinta utiliza el “product placement” que es colocar anuncios de productos dentro de la trama, los más evidentes pertenecen a una línea de computadoras y a una de automóviles.

Amor por contrato (The Joneses), EUA, 2009. Dirección y Guión: Derrick Borte. Actuación: David Duchovny, Demi Moore, Gary Cole, Glen Headley.