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Entretenimiento | Por: Guillermo Vaidovits

Kinetoscopio

Genitales y Papas

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (09/MAY/2010).- La pontífice es una película que precipitó en Alemania, su país de origen, una polémica. Sin embargo, el meollo de la controversia no atendió a los pormenores ni a la veracidad del argumento, como podría pensarse, sino a sus características como producto de una industria cinematográfica apoyada con fondos públicos y tradicionalmente dispuesta a conducirse con responsabilidad social y un firme compromiso cultural. Qué tan válido resulta fabricar un “cine anfibio” se preguntaron. Con eso se referían a un tipo de filmaciones, como la que nos ocupa, que parecen no estar pensadas para un público o un espacio específico, sino que tratan de abarcar distintos ámbitos. Flotan vadeando las aguas del mercado interno, donde  se estrenan en salas de cine y al poco tiempo aparecen en la televisión como miniserie, para luego volar rumbo a los mares del mercado internacional. Esa versatilidad trae por consecuencia pérdidas, y concesiones a las inclinaciones intelectuales de otros pueblos, pues se debe neutralizar todo aquello que pueda dificultar la comprensión de un espectador cualquiera; ser que definido así es nadie, o más bien, el objetivo fabuloso que pregona siempre el cine californiano.

La pontífice posee varios elementos calculados como atractivo para ese mercado ideal. Primero, se trata de la adaptación de un bestseller estadounidense publicado en 1996, bastante bien tramado con la concisión y el ritmo que ha hecho popular esa clase de obras, que aborda un enigma histórico e invita al despliegue de recreaciones de época al gusto del espectáculo hollywoodense. Segundo, incluye una subtrama romántica, propuesta ya en el libro, que abre el camino para acentuar el entretenimiento, pues al interés de la representación de la vida en otros tiempos se añade la comodidad de entender los sentimientos y las decisiones de los personajes a través de un esquema conocido y sencillo. Tercero, la presencia de un elenco internacional. Con un papel de los llamados “de cuadro” John Goodman domina todas las escenas en las que aparece, luego David Wenham que hiciera de Faramir en la trilogía El señor de los anillos vuelve a vestir trajes medievales, y finalmente, la protagonista es interpretada por la alemana Johanna Wokalek, a quien los milagros del maquillaje, el vestuario y la iluminación, le facilitan proyectar un travestismo kitsch discretamente sexy.

A nivel dramático la película procede con técnicas muy elementales; la voz de un narrador sirve para proporcionar un aire de cuento de aventuras y de leyenda; si en las cintas del Oeste los buenos y los malos se distinguen por el color del sombrero y las vestimentas, en esta los diferencian por el corte de pelo. En conjunto los hechos parecen plantear algunas ideas de corte feminista, y la sospecha de que en la jerarquía de la Iglesia Católica siempre hay ocasión para una buena intriga.           

La pontífice (Die Päpstin), Alemania, 2006; Dirección: Sönke Wortmann; Guión: Heinrich Hadding, Sönke Wortmann, a partir de una novela de Donna Woolfolk Cross; Actuación: Johanna Wokalek, David Wenham, Iain Glen, John Goodman.

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