Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Por: Guillermo Vaidovits

Kinetoscopio

Evasiva

Por: EL INFORMADOR

Cinco días sin Nora, repuesta en la cartelera de Guadalajara tras recibir siete premios Ariel, trata de un elaboradísimo plan para reunir a una familia a tomar la cena tradicional de la pascua judía o Pesaj. La directora observa con simpatía a sus personajes y desentraña todo lo que ocurre en ellos, y con ellos, sobreponiendo en las escenas sigilos, y melodías tiernas interpretadas por un piano.

El comienzo avisa de la existencia de un personaje mediante acercamientos y ángulos de visión que nunca ofrecen la oportunidad de que la figura o el rostro intervenga por completo. Se ven las manos que acomodan la vajilla y la cuchillería en la mesa, que preparan y ponen a funcionar una cafetera, que colocan recados en los envases de comida que están dentro del refrigerador, que reúnen fotografías y correspondencia y las guardan bajo llave en un escritorio, que toman unos binoculares de una mesa de la sala, que dejan cartas para destinatarios específicos en sitios estratégicos de un departamento. Hechos metódicos que, sin embargo, dan lugar a una casualidad. Sin advertirlo el personaje, una fotografía cae al suelo y queda oculta bajo la cama. Quedan así sembrados los enigmas centrales del argumento: quién es, por que lo hace, y que puede revelar la fotografía.

Lo que sigue tiene la mayor parte del tiempo colores de comedia. Uno de los asuntos que mueve a sonreír es el conflicto entre distintos ritos funerarios y creencias. Mientras el protagonista abandonó el judaísmo y es un ateo contundente que, en una discusión , declara con enfado que Dios no existe, su ex esposa fallecida, y motivo medular de los acontecimientos que narra la película, así como su hijo continuaron con esa religión; para completar el cuadro, la señora que hace las labores domésticas profesa el catolicismo. Esas tres convicciones encuentran ocasiones para reñir. Aparece, por ejemplo, un rabino antipático, de mirar esquivo y de hablar titubeante, que se ofende profundamente cuando le ofrecen de comer una pizza de chorizo. En otra momento, hay una controversia por cómo debe preservarse a la muerta. Según la costumbre judía, se puede asear el cuerpo pero no se debe embellecer. Eso da pie a que un enviado especial del rabino se lleve la sorpresa de que la doméstica, de manera furtiva, además de colocar un rosario en la mortaja, peinó y maquilló el rostro. La cinta incurre también en los ámbitos del humor macabro, en las escenas en las que participan las nietas de la fallecida. Gracias a la ingenuidad y al espíritu juguetón que reflejan las pequeñas, un ataúd se convierte en un objeto que ofrece gran diversión.

La realizadora cierra su relato procurando una variación de su estrategia inicial. Al comienzo las cosas están cerca y esconden a Nora. Al último, cuando están por conocerse los pensamientos finales de Nora, las cosas empiezan a verse de lejos, cada vez más lejos, y de nueva cuenta el personaje se desvanece.

Cinco días sin Nora, México, 2008; Dirección y Guión: Mariana Chenillo; Actuación: Fernando Luján, Ari Brickman, Enrique Arreola, Juan Carlos Colombo, Angelina Peláez.

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