Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Por: Guillermo Vaidovits

Kinetoscopio

Fantochada

Por: EL INFORMADOR

Avatar es una película ridícula y absurda confeccionada mediante una técnica impecable. La calidad de la ilusión de profundidad de las imágenes, junto a la mezcla de actores y dibujo animado, no tiene precedentes. En cambio la aventura que plantea y el significado que ésta transpira, son dignos del escapismo manipulador que persevera en Hollywood. Sus fundamentos se remiten a Pocahontas (1994), Danza con lobos (1990), y docenas de precarias fantasías heroicas y fortuitos melodramas bélicos.

En general se nota una fascinación especial por todo lo militar, posiblemente el director jugó a los soldaditos desde niño y babea de gusto al imaginar piezas de artillería, vehículos de ataque y situaciones de combate, pero eso se convierte en representaciones tediosas y obvias del poderío de las armas y del vigor del guerrero. Los ejemplos abundan: el antagonista es un soldado macizo y curtido, por eso a la menor oportunidad lo muestran en camiseta de tirantes exponiendo sus deltoides abultados y bíceps fornidos. Su experiencia, y fiereza, se indican por la presencia de unas orgullosas cicatrices que le recorren la cabeza y la cara. Su tenacidad se manifiesta en acciones descabelladas; para sobrevivir en el planeta Pandora los hombres necesitan mascarillas de oxigeno, pero él es capaz de salir a echar bala sin respirar con tal de dar alcance a su enemigo.

Esa actitud tan obstinada se traduce en un momento al que el realizador nos tiene acostumbrados desde Terminator (1984), ya que lo repite hasta la fecha imprimiéndole variaciones más o menos ingeniosas: la escena en la que parece imposible deshacerse del tipo. Tampoco faltan las destrucciones vistosas, si en Titanic (1996) se presentaba un gran buque hundiéndose en un mar con témpanos, aquí se trata de un inmenso árbol que derriban con mísiles.

Campean en la película los malos diálogos que desean sugerir sentido del humor. El protagonista llega por primera vez al laboratorio donde lo conectarán a un androide, la doctora encargada de la operación expresa su desagrado de que le envíen un soldado paralítico, y para humillarlo le pregunta “¿ha estado en un laboratorio?” a lo que el personaje le responde con socarronería “En la escuela cuando diseccionamos un conejo”. También se recurre a tonterías para provocar giros dramáticos.

El protagonista apenas sale en su primera misión, y hace lo adecuado para quedar de inmediato en aprietos. En consecuencia acaba perseguido por distintos animales de fábula y se le procura un rescate de último minuto. En otras partes el humor es casi involuntario, hay una ceremonia tribal alrededor de un árbol mágico que es digna de la cursilería de Disney.    

Según algunos la película contiene un mensaje ecológico, pero a juzgar por la trama y las secuencias más atractivas lo que se termina por sugerir es que la guerra es algo necesario. Recado que en los tiempos que corren va de acuerdo con la mentalidad que desean estimular muchos presidentes.  

Avatar, EUA, 2009; Dirección y Guión: James Cameron; Actuación: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Stephen Lang.

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