Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Por: Guillermo Vaidovits

Kinetoscopio

Fashionista

Por: EL INFORMADOR

Como efecto cómico Bruno sacude hasta el cansancio el sentimiento de vergüenza ajena. Con esta película Larry Charles, el director de la serie de televisión Curb Your Enthusiasm, y su socio, el humorista Sacha Baron Cohen, que adquiriera notoriedad con el programa británico The Ali G Show, rebasan descaradamente la frontera de cualquier tipo de buen gusto y obtienen por resultado que la inquietud del espectador, que resista los excesos, se desfogue en carcajadas nerviosas.

La cinta esta armada con la técnica que caracteriza a los reality shows, donde se coloca al protagonista en distintas situaciones y se capta lo que pasa con él de un modo tan directo, como de las noticias, que parece que la acción no fuera escenificada. Hay también los intentos de perfilar con ese conjunto de andanzas individuales alguna historia más amplia, pero esta queda un tanto desdibujada debido al impacto brutal de algunos episodios, y a lo insustancial de su línea dramática.

El personaje principal es una figura delirante, amanerada, histérica y torpe, que demuestra una obsesión enfermiza por la celebridad. La trama, si es que se puede llamar así, sigue al protagonista en su frenético deseo de convertirse en alguien famoso.

Aparentemente la cinta satiriza ciertos aspectos de la vida contemporánea estadounidense como lo son la fugacidad, y el vacío, de la popularidad causada por los medios de comunicación, y la persistencia de los prejuicios sociales hacia las distintas manifestaciones de la sexualidad. E intenta meterse con otros que pertenecen al orden mundial aunque corre con muy poca suerte. Sus bromas sobre la situación en Medio Oriente son un acto simulado que aspira demostrar valentía cómica; su humorada sobre Hitler y su intervención catastrófica en un desfile de moda resultan necedades nada risibles.

Los realizadores apuestan más bien a la trasgresión de tabúes sexuales. A los 15 minutos la película ya ha mostrado sin restricciones sexo entre hombres, cargado de riesgo físico, y una escena en la que los efectos especiales hacen que un pene parezca hablar. Luego hay momentos en los que un instructor de artes marciales enseña al protagonista cómo defenderse del ataque de alguien armado de dos dildos enormes. O la provocadora visita a una espiritista, donde Bruno acaba dando sexo oral a un supuesto espíritu.

Pero si de actos subversivos se trata, la culminación se alcanza cuando en una arena deportiva de Arkansas, el protagonista y su contrincante, que deben de luchar a golpes de puño y patadas en el ring, terminan en la lona trenzados a besos y caricias, mientras el público se amotina repugnado por la transformación radical del espectáculo de violencia que vitoreaban.   
 
A saber qué valores cinematográficos, artísticos, o de espectáculo, reivindica una película tan insolente como Bruno.

Bruno, EUA, 2009; Dirección: Larry Charles; Guión: Sacha Baron Cohen, Anthony Hines, Dan Mazer, Jeff Schaffer; Actuación: Sacha Baron Cohen, Gustaf Hammarsten.

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