Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Por: Guillermo Vaidovits

Kinetoscopio

Revoltura

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Normalmente las películas de Quentin Tarantino tienden al ridículo. Bastardos sin gloria no es la excepción. Con eficacia y cierta osadía la película exhibe una combinación de frivolidades, vulgaridades, y ocurrencias, que reinventan la historia del siglo 20, rinden tributo al cine mismo, y prodigan impactos sin ningún otro propósito que el de causar sensación. Es una construcción tan meticulosa y confortable, como vacía y tonta.

Según la trama, durante la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos forman un pelotón de asesinos que aplican un método homeopático contra el ejercito alemán. La crueldad de los nazis la contrarrestan con una brutalidad equivalente, pero además de ejecutarlos sin piedad desollan el cráneo de sus víctimas para coleccionar las cabelleras. El realizador marca la diferencia entre ambos bandos de un modo curioso.

Los norteamericanos son instintivos, gente simple y práctica que mata por venganza, y porque es una forma de combatir al enemigo. En cambio los alemanes se revelan de entrada como sádicos de proporciones demoníacas. Las primeras escenas se explayan en eso. Un coronel nazi interroga a un granjero francés.

El militar se comporta con una cortesía fuera de lugar, y la tranquilidad que adopta en la plática estremece al campesino. Le habla primero en un francés perfecto, felicitándolo por su hermosa familia y la buena leche que dan sus vacas. Sin cambiar de actitud, y con la venia del francés, el alemán rompe a hablar en inglés, y poco a poco presiona hasta obtener la información que desea. Toda esa caballerosidad y encanto son para el director el juego divertido de un gato con un ratón. Después de una cantidad impresionante, y un poco fastidiosa, de palabrería, el momento desemboca en la violencia que se podía esperar desde el principio.

Tarantino resuelve la narración de su argumento disparatado aplicando libremente técnicas bastante amenas. La trama la divide en capítulos y los titula según el personaje que interviene o la situación que se llevará a cabo. Hay de pronto la intromisión de algún narrador que proporciona los antecedentes de un personaje, y entonces irrumpe un pasaje que se desvía por unos instantes de lo que ocurre, o también combina las líneas temporales haciendo que un evento del pasado conviva con el presente dando un acento humorístico.

También implanta indicios gráficos en la imagen -flechas y letras sobrepuestas- qué señalan quiénes están en escena, o embute una sección de una imagen sobre la otra para dar cuenta de un elemento oculto.

Lo que es innegable es que a pesar de tratarse de un pastiche con citas a toda clase de referentes de la cultura pop -filmográficos, históricos, musicales- de todo eso surge un ánimo juvenil un tanto iconoclasta y superficial , que no deja de ser interesante.
 
Bastardos sin gloria (Inglourious Basterds), EUA, 2009 / Dirección y Guión: Quentin Tarantino / Actuación: Brad Pitt, Christoph Waltz, Mélanie Laurent, Daniel Brühl.

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