Entretenimiento | Guillermo Vaidovits Kinetoscopio Sombras del Norte Por: EL INFORMADOR 26 de julio de 2009 - 02:23 hs Déjame entrar es una película inusual, más por su género que por su origen. Se trata de una cinta sueca –cinematografía que aunque no tenemos presente todo el tiempo, sí aparece ocasionalmente en el horizonte de nuestra cartelera- que afronta un asunto propio del cine de horror, del que se abusa con mucha frecuencia, y aún así consigue suministrar interés y novedad en su trama. De hecho termina por ser menos una película de miedo, que un drama sin sentimentalismos sobre la amargura y los retorcimientos de la adolescencia. El director con buen tino atenúa las oportunidades de sobresalto y favorece, en cambio, una consideración más clara de las sensaciones que forman el ambiente. Se tiene conciencia del frío, del aislamiento que viven los personajes, y de la preponderancia de la oscuridad de la noche sobre la luz del día. La acción transcurre durante los días de invierno, y en esa época, en ese país nórdico, el Sol aparece apenas por unas cuantas horas. La severidad del entorno agrega fuerza a los terrores de la pubertad y ofrece una coartada infalible a la presencia del elemento sobrenatural. Desde el punto de vista dramático, el realizador y el guionista colocan a su protagonista en dos dilemas paralelos. El primero resulta de la súbita atracción que siente por una joven enigmática y esquiva, misma situación que funciona como catalizador para responder al segundo problema, el maltrato y la denigración que le inflingen sus compañeros en la escuela. Ambos están tratados con una sobriedad que prescinde de las emociones prefabricadas. En un caso se muestra cómo el primer amor transcurre a la manera de una experiencia adictiva y destructiva a un mismo tiempo. La escena que resulta más reveladora en esto, es también la que contiene el título de la cinta, gira en torno a la noción de que un acto de amor necesita del sacrificio para ser advertido como tal. Sucede así, en el quicio de la puerta de entrada la niña le pide al chaval que la invite a pasar. Él, preso de la típica rudeza adolescente, se hace el desentendido y, en medio de sonrisitas, le pregunta qué pasaría si no lo hace. Ella lo mira con gravedad, tolera por unos instantes la necia diversión de su amigo, y decidida entra en la casa. Lo que sigue posiblemente nunca antes se haya visto en una película de horror, pero refiere con singular transparencia el tormento que está dispuesto a sufrir un amante para expresar la disposición de sus sentimientos. Aunque no faltan los efectos especiales y algunos salpicones de sangre, Tomas Alfredson aprovecha recursos más discretos y funcionales para interpretar su historia. Planos visuales equilibrados aunados a la nitidez cambiante de sus imágenes, guían con fluidez la atención del espectador, y demuestran que a veces lo siniestro es condición esencial de la belleza. Déjame entrar (Lat den ratte komma in), Suecia, 2008 / Dirección: Tomas Alfredson / Guión: John Ajvide Lindqvist a partir de una novela suya / Actuación: Kare Hedebrant, Lina Leandersson Temas Kinetoscopio Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones