Kinetoscopio

Casi todos saben que Harry Potter tiene una serie de siete libros repletos de páginas. El primero comenzó con 254 y poco a poco engordó a más de 600 por volumen. Esa abundancia de hojas se utilizó para relatar las aventuras de un maguito en su tránsito de la adolescencia al mundo adulto de los brujos buenos y malos.

Una fantasía en la que las cosas no son como las vemos pues detrás de ellas, o entre ellas, existe la tierra de los hechiceros donde palabras extrañísimas, como “sectumsempra”, dichas con cierta enjundia pueden herir de muerte a un contrario, y un hechizo impensable otorga a un alma la posibilidad de dividirse en siete partes.

También casi todos se dieron cuenta, en especial los que vieron las películas, que el corporativo Warner Brothers convierte los libros en una ristra de superproducciones donde los titubeos y desconciertos del mozalbete vienen acompañados de efectos especiales que dan vida a tremendos monstruos o peligros insospechados, y últimamente, de alguna sugestión erótica.

Crecieron los lectores-espectadores, creció el personaje, y por tanto en los episodios recientes lo que parece de verdad perturbar al personaje son las turgencias y misterios que adivina en las tangas de sus amiguitas.+

Estamos en esos momentos de cada año en que la cartelera cinematográfica local cae en un impasse forzado. Las compañías distribuidoras y los exhibidores apuestan a un único estreno, y ese se llama Harry Potter y el misterio del príncipe. Nadie que desconozca o carezca de trato anterior con los alumnos de Hogwarts entenderá qué diablos pasa, pero es posible que reconozca que, en efecto, lo que pasa no va para ningún lado. La trama es una acumulación de nubes de tormenta, de las que no cae ni una gota.

David Yates, director bastante premiado de la televisión británica, realizó también la cinta anterior de la serie, Harry Potter y la orden del Fénix, y seguramente firmará las partes finales programadas para estrenarse en 2010 y 2011. Ha declarado que, como reto creativo, prefiere los dramas hechos para la televisión con poco presupuesto, pero que no desprecia del todo las infladas y ruidosas películas de Hollywood, pues para un cineasta son como pasar de jugar con un tren a escala, a hacerlo con uno de tamaño real.

Yates configura un universo funesto a base de ambientes sombríos, inundados de un colorido gris, o de un azul frío y metálico. Compone unas cuantas escenas grandilocuentes de destrucción, en las que el fuego, el viento y las explosiones tienen un papel importante. Y logra que los actores pongan con regularidad cara de tragedia inminente.

Harry Potter y el misterio del príncipe (Harry Potter and the Half Blood Prince), EUA/ Inglaterra, 2009; Dirección: David Yates; Guión: Steve Kloves a partir de una novela de J.K.Rowling; Actuación: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Michael Gambon.