Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Guillermo Dellamary

Kinetoscopio

Simpatía por el diablo

Por: EL INFORMADOR

Enemigo público me pareció una película aburrida y asfixiante donde por designio del director debemos ver de cerca de manera constante los rostros de los actores, el movimiento de sus manos cuando accionan un arma o toman los objetos, la mirada que hacen cuando apuntan, sus nucas al caminar por el escenario, la gravedad de las heridas, o cualquier otra cosa que ofrezca una perspectiva en apariencia desacostumbrada de los personajes y la acción; desde la visión borrosa del tablero de un coche en movimiento para resaltar la convulsión del momento, hasta como, desde ciertos ángulos, los barrotes de una celda obstruyen el reconocimiento preciso de lo que pueda expresar un semblante.

El argumento transforma la figura histórica de John Dillinger, un criminal de los años 30, en un héroe romántico que provoca simpatías y preocupaciones. Es un feroz ladrón de bancos, pero tiene un código personal de conducta y conoce los límites. En uno de los asaltos, un asustado cliente que está frente a la ventanilla deja sobre el mostrador los pocos billetes y monedas que vino a depositar.

 El delincuente con nobleza le aclara: “yo robo el dinero del banco, no tu dinero” y sale sin tocar ese pobre capital. También muestra una capacidad inesperada en alguien de su tipo para el amor apasionado. Reconoce a la mujer de su vida con solo verla en un baile, y queda prendado a ella por siempre, con un lazo tan fuerte que –como dice la canción- “hasta en la muerte la fue llamando”.

Además es elegante al vestir, seguro de sí mismo, y carismático. Cuando en una ocasión la policía lo captura, y más tarde lo presentan ante los reporteros de la fuente, él charla con los chicos de la prensa con el desenfado propio de una celebridad de la farándula. Pero la situación más increíble que refleja ese aplomo se observa hacia la parte final cuando de modo inesperado se cuela en los cuarteles del FBI y repasa con actitud de cierto deleite los tableros que contienen la información de la investigación de sus fechorías.

Algunos pasajes tienen un humor socarrón. Hay un juicio preliminar donde el abogado que acaba de contratar desmonta en un santiamén la estrategia del fiscal, sin ninguna evidencia y, sólo con su táctica declamatoria.

Otras partes parecen repasar un lugar común buscando soluciones narrativas menos trilladas –lo cual no quiere decir más efectivas-; en este sentido la más singular es la escena de cama, donde los personajes se aman vestidos, y donde el paso del tiempo carece de avance lineal, y más bien se entremezcla de una imagen a otra, lo que sucede antes, después, y en el momento mismo del contacto íntimo.

Pero si de antipatía se trata, el lugar de honor se lo lleva la interpretación chocante de Christian Bale, como un agente del FBI que es algo así como la contraparte de Dillinger.

Enemigo público (Public Enemies), EUA, 2009; Dirección: Michael Mann; Guión: Ronan Bennett, Ann Biderman, Michael Mann; Actuación: Johnny Depp, Christian Bale.

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