Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Guillermo Vaidovits

Kinetoscopio

Emociones apagadas

Por: EL INFORMADOR

Cosas insignificantes lleva en su título la penitencia. En general, lo que resulta un poco más interesante es la figura abstracta que la directora intenta moldear por medio de un peculiar acomodo y evolución de las escenas. Se trata de una suerte de bucle dramático en el cual la acción que se muestra una primera vez desde la perspectiva de un personaje, tiende a repetirse más tarde desde la perspectiva del otro personaje involucrado. Así actos que de entrada dejan la impresión de carecer de sentido o de ser meramente

accidentales, reciben como explicación una descripción del estado de ánimo por el que pasaban cada uno de los implicados. Lo sugestivo no es que se recurre a psicologuismos enclenques para exponer la trama, más bien fascina el simple movimiento, el avance y retroceso, que va formando un ramillete de rizos, sin necesidad de forzar recuerdos en los personajes o utilizar alguna otra coartada narrativa muy trivial.

También la película es cine de mujeres, lo que quiere decir que la realizadora confiere relevancia a los
 papeles femeninos, y aborda temas y situaciones propicias para la exploración de los afectos y los sentimientos. La joven que abre y cierra las historias, pudiera decirse que es la protagonista aún cuado se trata de una película “coral”, demuestra una conducta emancipada; no tiene padres, trabaja, atiende a su hermana menor y a su abuela chiflada, y colecciona, en una maleta, objetos que encuentra en sus faenas cotidianas: fotografías viejas, cromos, botones, papelitos, cristales, etcétera.

Luego se encuentra otra mujer, curiosamente interpretada por una actriz española haciéndola de mexicana con vocabulario florido de palabrotas que le salen con naturalidad -¿será asimismo señal de su franqueza e independencia personal o la repetición del estereotipo de la “mexican spitfire” que diera fama a Lupe Vélez?- es fotógrafa, vive con un médico español, y sufre la falta de interés sexual de su pareja. Una tercera, es una señora guapísima con un hijo de cinco años resultado de un affaire con el  médico antes mencionado, que se sujeta a un matrimonio vacío pero que le ofrece una buena posición económica.

En cambio los varones son bastante desastrados. Uno es un viejo psicólogo que atiende niños y resiente el abandono en que vive por culpa de lo que hizo a su familia años atrás. Otro es un niño pordiosero que cumple algo así como una función poética en el argumento. Y otro más es el facultativo español que sufre callado el dolor de la traición a su pareja y la enfermedad de su hijo imprevisto.

La directora narra el conjunto apoyándose en la música para evocar melancolía o dulzura. Melodías de piano y guitarra puntean aquí y allá, la observación embelesada del depósito de chucherías, la correrías del pequeño indigente en la calle, la contemplación de los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl, y algunas otras imágenes no mal logradas, pero que no despiertan mucho entusiasmo.  
   
Cosas insignificantes, España/ México, 2008; Dirección y Guión: Andrea Martínez; Actuación: Paulina Gaitán, Fernando Luján, Carmelo Gómez, Lucía Jiménez, Bárbara Mori

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