Kinetoscopio

Backyard, el traspatio tiene más personajes que argumento, lo que convierte la película en un listado de los tópicos habituales -maquiladoras, migración, corrupción social y política- que ya fueron revelados o divulgados por los medios informativos, y demás investigadores de los recurrentes homicidios en Ciudad Juárez. En el ajuste de cuentas con la realidad, los creadores se muestran menos interesados por la firmeza dramática que por tomar partido y reiterar, a como dé lugar, la denuncia. Para convencer de que esa acusación manifiesta un problema que rebasa lo acontecido en aquella localidad, sobre las imágenes que cierran la cinta reportan cifras de mujeres asesinadas en distintas regiones del país y del mundo pero, dichosamente, el Distrito Federal no forma parte de los sitios que deben causar preocupación.

La guionista imagina y trata de poner en acción una galería de personajes emblemáticos de los distintos tópicos que la inquietan. Una joven chiapaneca que llega a vivir con su prima, trabajar en una maquiladora, y disfrutar de su emancipación, representa el derecho a la libertad, la búsqueda de superación, y por supuesto, a la víctima ideal. Una detective afligida por los crímenes, y cada vez más desesperada por encontrarles solución, significa el espíritu femenino que tiene que luchar en un ambiente por tradición dominado por los varones y una mentalidad sexista. Una doctora que ayuda a las mujeres que fueron abusadas, y encabeza el activismo protestante, alude a la indignación de género y a la solidaridad del mismo con la desgracia. Un magnate con una vida oculta refiere la posibilidad de un asesino serial, y el poder y la influencia que da el dinero. Un ejecutivo japonés es la imagen de la explotación y de la indiferencia capitalista que conduce a las maquiladoras. Un congresista estadounidense es la representación de la intromisión política y la defensa de los intereses extranjeros. Un gobernador con acento norteño, encarna la indolencia y la precariedad de interés por los ciudadanos que demuestran las autoridades de este país. Un locutor de radio es la opinión pública que critica y moviliza a la gente. Y un jefe policiaco corrupto personifica a...un jefe policiaco corrupto. El resto de los caballeros de la trama son unos rufianes o unos brutos.

El director ilustra estos personajes de un modo curioso. La chiapaneca baja del camión cargando como si nada dos cajas de cartón con sus pertenencias. La detective, con ojeras, la piel del rostro desgastada y un peinado muy poco cuidado, hace un diagnóstico forense de un cadáver descompuesto con apenas mirarlo. La doctora y su cofradía tienen permanentemente apariencia de monjas. El gobernador mantiene en su escritorio un crucifijo y atrás en la pared un retrato de Francisco I. Madero. Lo que no parece tener justificación, y es exasperante, es el uso de la cámara móvil para imprimir un bamboleo constante a las imágenes. ¿Será que con eso esperaban comunicar un sentido trepidante a una acción que no lo tiene por sí misma?   

Backyard, el traspatio, México, 2008. Dirección: Carlos Carrera. Guión: Sabina Berman. Actuación: Ana de la Reguera, Asur Zagada y Amorita Rasgado