Martes, 26 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Un hombre de convicciones firmes

José María de Tavira se revela

El actor, quien con Arráncame la vida alcanzó fama internacional, deja bien claros sus ideales y planos a futuro

Por: SUN

CIUDAD DE MÉXICO.- El actor José María de Tavira tiene esa imagen de chico rebelde que encanta a las mujeres. Quizá por eso mismo en cine ha interpretado personajes que van contra la corriente. En Arráncame la vida fue el revolucionario Vives que termina siendo asesinado por sus ideas políticas y por disputarle el amor de una mujer a un poderoso político. En Amar a morir fue un joven que por amor desafía a un traficante.

Ahora mismo este actor de 25 años enfrenta un desafío: Meterse en los zapatos de un bailarín de fines del siglo XVII, que de alguna manera siembra la semilla independentista mexicana de 1810. El año pasado no hizo caso a ofertas cinematográficas que le llegaban, en esperaba de que El baile de San Juan, dirigida por Francisco Athié (Lolo y Fibra óptica), se concretara económicamente.

Por estos días toma clases de ballet barroco y utiliza, cada vez que puede, botines con tacones de 10 centímetros de alto. “Mi personaje es un playboy, un español que cree estar sólo de paso en la Nueva España, es artista. Tiene relación con una chica de buena casa, pero por grillas internas en el teatro alguien se pone a investigar y se dan cuenta de que no es criollo, sino mestizo. Su mundo se derrumba, se va a otro lugar y empieza a ver que existía otro México. La película pinta, con licencia poética, un momento clave donde se sembraron semillas que 20 años después darían origen a nuestra independencia”.

Vuelve a buscarte un personaje de época ¿será por tu tipo que te llaman?
“Voy tomando los personajes que he podido con el tiempo. Al principio de la carrera no pides, Cansada de besar sapos me gustó, pero no es mi ideal, aunque funcionó bien. Después he tenido la tranquilidad de ir en busca de los personajes que quiero, ojalá pueda seguir haciéndolo el resto de mi vida. Aunque cuando uno trabaja en cine, se sacrifican intereses personales”.

¿Viajas en metro, sin temor a los tumultos?
“Todo el tiempo. La gente nunca me reconoce, pero ahora que traigo el cabello y la barba crecida, como en Arráncame la vida ya me ubican un poco más”.

¿Ser actor de cine en México es como ser revolucionario en un sentido puro? No se paga mucho, pero se está en la lucha constante y ardua.
“¡Pero tampoco se vive mal! (risas). Depende de cada quién, no tengo responsabilidades familiares, así que el dinero me alcanza. No tengo reloj, no tengo coche, depende de cómo quieras vivir. Como sea, no me siento revolucionario, para nada”.

¿Por qué actor?
“Quién sabe, no sé. Mi hermano mayor estudió Dirección de cine y el menor Actuación. Así crecimos, en los desahogos de los teatros, vestuarios, escenografía, entre ensayos. Mis padres se dedican a esto con cierto grado de misticismo, con un respeto mayúsculo hacia el teatro. Yo me fui a Inglaterra (a estudiar) a cerciorarme de si servía o no para esto”.

Y resulta que cuando participaste en “La leyenda del Zorro” (tenía 13 años, hacía al joven “Alejandro Murrieta”) tuviste lecciones de Anthony Hopkins y Antonio Banderas.

“A Anthony Hopkins le aprendí no tanto en las escenas, sino en su comportamiento fuera del set, a la hora de comer. Antonio Banderas se iba a su tráiler y le llevaban de comer, pero Hopkins agarraba su charola, se formaba atrás de los técnicos y esperaba su arrocito o frijoles y se iba a platicar con mexicanos y estadounidenses para que lo consideraran su compañero de trabajo. Eso es ser una estrella. Esa es la gran lección”.

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