Miércoles, 27 de Noviembre 2024
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Infelices

Kinetos

Por: EL INFORMADOR

León Tolstoi comienza su célebre Ana Karenina afirmando: “Todas las familias dichosas se parecen , y las desgraciadas, lo son cada una a su manera”. En cambio los cineastas actuales, imbuidos por otra clase de clichés, parecen más afectos a demostrar lo contrario: que tratándose de relaciones de pareja todas las desgracias son iguales. Sólo un sueño es de nueva cuenta la historia de cómo una pareja se conoce y no se ve defectos, para luego de años de convivencia terminar soportando una existencia amargada. Lo que quizá resulta diferente es que la felicidad de esa pareja apenas se insinúa, y perdura, durante una corta escena inicial. Tras eso, nada más se describe, en forma pulcra y solemne, el tormento marital que los aflige.

La familia que se presenta es una especie de ideal norteamericano. Abril, una mujer rubia, atractiva, dedicada a los hijos y a las labores del hogar. Frank, un varón rubio, atractivo, dedicado al trabajo. Y convenientemente, haciendo equilibrio con el número y género de adultos, un niño y una niña, rubios. Pero claro, como se sabe, para algunos la belleza esconde fealdad, y lo feo en el caso de los dos protagonistas no es la presencia física sino la incapacidad de satisfacer sus más íntimos anhelos. Los niños poco cuentan pues se les otorga valor decorativo y no dramático.

La cinta está basada en una novela publicada en 1961, elegantemente escrita, que fuera en su momento muy admirada por la comunidad literaria estadounidense. Sin embargo su transformación en película -desde entonces codiciada- se pensaba bastante improbable, dado el tono sofisticado, trágico y brutal, que la caracteriza, mismo que resulta difícil de manejar a las compañías involucradas en la fabricación de entretenimiento.

Los acontecimientos en el relato ocurren a mediados de la década de los años cincuenta, lo que llevó al realizador a emprender una recreación de época cuidadosa, pero a la vez cargada de un simbolismo visual accesible y así consigue algunos efectos brillantes. Particularmente, la evocación de la uniformidad en la que se sumerge Frank todos los días al acudir al trabajo. Las imágenes dejan ver como poco a poco, en el transcurso del viaje de su casa en el suburbio a la ciudad, el protagonista se despersonaliza y se suma a una multitud creciente de hombres vestidos de traje oscuro, sombrero y maletín en mano, que apura el paso para llegar a tiempo.

Algo que considero chocante de la adaptación es el énfasis que aplica en uno de los personajes secundarios. Se trata de la figura de un demente recién salido del sanatorio mental, que sea por pereza creativa o por falta de miras, viene a repetir la idea absurda de aquel ser especial que en verdad puede percibir el fondo de las situaciones. 

Desconozco las intenciones precisas del director, pero lo que si es un hecho es que la película procura varias veces hacernos sentir desdichados.

Sólo un sueño (Revolutionary Road), EUA / Inglaterra, 2008. Dirección: Sam Mendes. Guión: Justin Haythe a partir de una novela de Richard Yates. Actuación: Leonardo DiCaprio Kate Winslet.

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