Martes, 26 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Horacio Franco se presentará hoy con la Orquesta Sinfónica Nacional, en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, a las 12:15 horas.

Horacio Franco: “La vanidad es mi único pecado”

Se describe como el burro que tocó la flauta, pues llegó al instrumento más por obligación escolar que por gusto y hoy, es uno de los intérpretes más reconocidos.

Por: EL INFORMADOR

MÉXICO.- Horacio es franco tanto en el decir como en el actuar. No cree en Dios, pero sí en Bach; descarta cualquier cirugía estética, pero asiste todos los días al gimnasio; con la misma tenacidad con la que ha llegado a dominar la flauta, ha modelado su imagen.
Se confiesa vanidoso el músico de 44 años, que en 2008 cumplirá tres décadas de carrera. Para celebrarlo sometió su clavecín a una transformación. A la usanza del siglo XVIII, encargó a un artista plástico, Eduardo Núñez, decorar la superficie de madera del instrumento.
En el centro de una de las piezas de su casa, el clavecín luce su nueva piel rosada y brillante, sus piezas metálicas de las que surgen ramas y hojas, una suerte de follaje parecido al de la avenida Ámsterdam —en la colonia Condesa de la ciudad de México— que se aprecia desde una de las ventanas.
Con flauta de marfil en la mano, Franco parece un fauno, un ser mitológico de jeans, botas y camisa a cuadros, un habitante del bosque sin tiempo para la siesta y sin laberinto. Un virtuoso que acepta orgulloso sus pocos vicios y al que le ha costado abrirse paso en el mundo musical mexicano con la flauta de pico. “Ha sido difícil. Es un trabajo constante de picar piedra con la flauta de pico, que Hitler impuso como instrumento escolar en los años 30. La incursión de la flauta en la pedagogía escolar mexicana le ha dejado a la flauta una imagen muy equivocada, como si sólo sirviera para eso.”
“Tampoco tiene gran repertorio. Solamente compositores como Vivaldi, Bach, Telemann, compusieron ex profeso para la flauta. En el siglo XXI, hay que descubrirle un nuevo tratamiento, nuevas posibilidades de incursión en la música popular.”
A los 11 años empecé a tocar la flauta, como el burro que tocó tal instrumento. En la secundaria me pusieron a estudiar flauta. No había tenido contacto con ningún instrumento musical. Tuve mucha facilidad. Me gustó y fui sobresaliente. A partir de ahí quise ser músico. Oí a una compañera en la secundaria que tocaba el piano y me encantó Mozart, pero mis padres no tenían dinero para comprarme un piano. Tuve que ser flautista y la vida me fue conduciendo hacia donde debía ir.
El hecho de ser reconocido como ejecutante me da más energía para poder darle a la música y a la flauta el lugar que la sociedad le debe.
No soy soberbio. Sé lo que puedo, lo que me hace falta, lo que necesito. Siempre tengo algo que aprender.
Soy muy vanidoso. No puedo negarlo, me cuido mucho. No es que venda una imagen, pero sí la tengo que cuidar para mi público y mí mismo. Me quiero mucho. La música que toco es un reflejo de ese amor por mí mismo. Amo a mi público y me tengo que amar a mí mismo.
Mucho. Todos los días voy al gimnasio hora y media. Religiosamente. Comencé cuando era adolescente, a los 15 años. Me engolosiné con él porque nunca hice ejercicio de niño. Era una nulidad para moverme. Veía una pelota y me hacía un lado. Nunca corrí o jugué como un niño normal. Era un niño muy echado a perder. Cuando empecé a hacer ejercicio, a sentirme y verme bien, comencé a hacerlo en serio. Lo hago por tres razones: por vanidad, por salud y por mercadotecnia.
No, estoy contento como estoy. Algún tiempo tuve un complejo con mi nariz. En la escuela me hacían burla y decían que me sonaba con una sábana; pero me di cuenta que era parte de mi personalidad.
El pecho y los antebrazos porque se ven las venas.
No porque como ordenadamente. Aunque debo de confesar que a veces sí como en grandes cantidades porque tengo un desgaste de energía muy grande. No como azúcar. Mi padre era diabético y tengo mucho miedo de las consecuencias.
Grasas saturadas, nunca.
El único vicio que tengo es el café, pero que yo sepa no es tan malo, además le cae muy bien a mi tipo de sangre que es A positivo.
Nada. Soy alérgico al alcohol. Me cae muy mal y me da mucho asco. Si la comida trae un poco de vino me pega muy duro. La única vez que me he emborrachado fue con un pedacito de gelatina de anís.
Me encanta cocinar para la gente que quiero y mis invitados. Mi especialidad es cualquier comida con pescado o pollo. Acabo de hacer unos mixiotes que quedaron espléndidos. Son muy sanos porque son al vapor y no tienen grasas saturadas.
La avaricia no comprende nada más lo material. El dinero es solamente para usarlo y si no lo usas, se te pudre. Es como los órganos genitales. Atesorar dinero pudre.
La única colección que tengo es de flautas. Siempre las compro porque su periodo de vida es de cinco o seis años. Me regalan muchas.
No, pero unas que usaba en el Conservatorio antes de irme a Holanda se las di a una amiga. Las tiene exhibidas en su vitrina.
Era bastante celoso del éxito de los demás cuando era más joven, hace 20 años. Creí que la revolución no me había hecho justicia, como muchos artistas de este país. Pero hasta que me cayó el veinte de que la justicia se la tiene que hacer uno mismo fue cuando empecé a pensar de otra manera. Cuando tienes celos profesionales, se te revierte de alguna manera. Somos energía.
La estupidez, la cerrazón, la gente que tiene prejuicios me hacen perder la paciencia. La corrupción y la indolencia, sobre todo. Cuando me enojo despotrico mucho. Me pongo muy mal. No grito, ni pataleo, pero me pongo muy tenso. Mi genética no es la más adecuada para enojarme. Mi madre murió de hipertensión y mi padre de diabetes. Además mi mamá tenía artritis reumatoide degenerativa. Por cualquier lado que le veas, no me debo enojar y debo cuidarme mucho.
Me pueden achacar cualquier cosa, menos pereza. Soy hiperactivo. Me levanto a las cinco de la mañana a estudiar. De seis a siete y media me voy al gimnasio. Regreso, me baño y me voy a dar clases al Conservatorio. Regreso a cocinar —o si no, lo hace mi secretaria o mi pareja. Después me pongo a ensayar o doy entrevistas. Si me invitan a alguna actividad y tengo energía voy, si no, a las diez de la noche me voy a dormir. No me desvelo.
No soy creyente. Lo que sí sé es que te alcanza más el tiempo.
Sí, pero depende. Satisfacer tus necesidades sexuales es algo muy natural como comer o dormir. La lujuria se entiende como adicción al sexo o a los placeres carnales. Yo creo que hay que satisfacerlos sin culpa alguna. La cultura judeocristiana nos inculcó que es malo, pero la sexualidad es maravillosa.
Que viven una época diferente. La cuestión ahora es satanizar tu sexualidad o preferencia. Para mí el pecado más grande contra natura es el celibato sacerdotal católico.
Tengo rituales como hacer sentadillas antes de salir al escenario.
No tengo tiempo. En esta casa no hay televisión, sólo internet. La última que vi fue una española que se llamaba 20 centímetros. Me gustaría mucho hacer cine.
Yo y mi mánager, Arturo, que también es mi pareja. Yo no diseño. Siempre me renuevo para verme diferente en los conciertos.
Cuando haya uno de plástico o cuero.
En el segundo y último concierto que di con la OSN en 1993, actuamos como solistas Diemecke, tocando el violín, y yo. Las críticas me favorecieron. Tal vez me lo tomó a mal, pero yo siempre lo he admirado. Me dolió mucho que ya no me invitara. En la actualidad lo saludo y lo admiro como músico. Tal vez el barroco no era su estilo. Ahora el maestro Prieto me invitó de nuevo.
Porque hay un gobernador precioso al que no le gusta la preciosa música barroca y nos quitó el apoyo. Ojalá que el grupo tenga algún apoyo gubernamental o privado. México no tiene una orquesta barroca. Estamos atrasados 30 ó 40 años.
Quizá como un viejito achacoso, tal vez artrítico como mi mamá. Lucho para no ser diabético ni hipertenso. Me veo como un viejito siempre activo, siempre buscando qué hacer.
Horacio Franco se presentará hoy con la Orquesta Sinfónica Nacional, en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, a las 12:15 horas.

EL INFORMADOR / MOM / 09-03-08


 

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