Flavio Medina en el camino de la versatilidad

GUADALAJARA, JALISCO (07/JUN/2013).- La carrera de Flavio Medina tiene una base teatral. El cine y la televisión han jugado un papel medular en su vida. Lo vimos en las series Mujer, casos de la vida real, Mujeres Asesinas y Cloroformo, así como en las telenovelas Alma de Hierro, Para volver a amar y Amor bravío. Flavio cuenta con más de 20 años de trayectoria teatral y entre las puestas en escena en las que ha participado figuran Las preciosas ridículas de Moliere, Un Dios salvaje de Yazmina Reza y La madriguera de David Lindsay-Abaire, entre muchas más.

Su incursión en cine fue con la película Hidalgo: La historia jamás contada, dirigida por Antonio Serrano, después participó en Depositarios, realizada por Rodrigo Ordóñez, así como en Fachon Models a las órdenes Rafael Montero y, ahora, espera el estreno del filme Inercia, dirigido por Isabel Muñoz. Una experiencia actoral “maravillosa” señaló Flavio en entrevista, “tuvimos seis semanas de trabajo con la directora para poder entender a los personajes, fue un trabajo rico y muy interesante”.

Inercia participó recientemente en el Festival de Cine de Ecuador. Señala que espera que el trabajo siga “festivaleando” y que llegue a las salas de exhibición de nuestro país, dignamente, “siempre es un rollo el tema de la distribución, creo que podríamos hacer una mesa redonda al respecto”, destacó Medina, para quien fue un privilegio —dijo— trabajar con un director como Luis Estrada en La verdad sospechosa, que finalizará su proceso de filmación el próximo 10 de junio.

Estrada, le digo, me hace pensar en los directores importantes que tiene México. Un director que en este último trabajo invitó a colaborar a Damián Alcázar, Joaquín Cosío, María Rojo y Silvia Navarro. Estrada, adorador de la sátira, dicen, explora de nuevo los artilugios de la oscuridad en el poder, critica los sexenios multipartidistas, aborda el caso de la niña Paulette, así como del “gober precioso” y el polémico caso Cassez. La película, a la usanza de Estrada, se espera fuerte y sorpresiva, sello distintivo de un director querido y clásico en el público mexicano.

—¿Cuáles son tus clásicos personales?

—Los motivos de Luz, de Felipe Cazals (1985), cuando la vi me llamó mucho la atención el cómo hacer una película como esa. También me gustó El callejón de los milagros de Jorge Fons, un clásico, y Luna Amarga de Roman Polanski.

—¿Cómo y cuándo decidiste ser actor?

—Desde que tengo uso de razón, soy muy fantasioso, siempre creaba personajes. La primera vez que fui al teatro me llamaba más la atención lo que sucedía detrás del escenario (…) me imaginaba de qué tamaño serían las cosas. En la sociedad siempre tratamos de controlarnos y comportarnos, cuando eres actor exploras otras cosas, incluso tu parte oscura, como actor es una delicia experimentarla.

—¿Qué es para ti vivir del teatro?

—Al final es mi vida, es mi todo, mi terapia, el espacio donde puedo olvidarme de todo. Estar hora y media en el escenario es estar con todo. El teatro ha sido todo realmente, donde he crecido y he aprendido.

—¿Cómo ha sido el ser actor en un país como México?

—La verdad es que yo soy un privilegiado, no me puedo comparar con otros ni con otras situaciones en cuanto al arte en sí. No he parado de trabajar, ser actor sí es una carrera de resistencia en la que lo más importante es avanzar, aunque te tiren… Es una carrera difícil, pero recibes cosas muy gratificantes.

—¿Tienes algún sueño que no hayas podido cumplir?

—Sí, muchos, pero no me gusta contarlos.

—El patio de tu casa es México, ¿cómo está ese Patio?

—Creo que está lastimado y necesita ayuda, pero está en nosotros el transformarlo, para poder tener el patio que queremos.

Dolores Tapia