Domingo, 06 de Octubre 2024
Entretenimiento | Adiós al protocolo

Escándalos de sangre azul

Dramas dignos de cualquier guión cinematográfico se cuentan en la vida pública y privada de la monarquía británica

Por: EL INFORMADOR

Eduardo VIII (izquierda) abdicó al trono para casarse con la divorciada socialité estadounidense Wallis Simpson. EFE  /

Eduardo VIII (izquierda) abdicó al trono para casarse con la divorciada socialité estadounidense Wallis Simpson. EFE /

LONDRES, INGLATERRA (28/ABR/2011).- Aunque para algunos se trata de un verdadero cuento de hadas, la vida de la realeza no siempre es color de rosa. Por momentos las miradas del mundo se posan en la monarquía y cualquier actividad que parezca quebrantar las normas sociales puede desencadenar un escándalo mediático o, lo que es lo mismo, entretenimiento para plebeyos y pesadilla para la monarquia.

Durante 59 años de digno reinado, Isabel II ha hecho de su profundo sentido del deber el pilar que mantiene erguido el prestigio de la monarquía británica, esto pese a los deslices de varios familiares que han generado escándalos que van más allá del reino.

Aunque ahora Isabel II es reflejo de los más refinados modales, su llegada –indirecta– al trono se debió al entonces gravísimo escándalo que protagonizó su tío paterno, el rey Eduardo VIII, quien renunció a la corona en 1936 para casarse con Wallis Simpson, una estadounidense divorciada, porque –según sus palabras– “no podría reinar sin la mujer que amo”. Tras la decisión de Eduardo, el trono recayó en su hermano, el tímido y tartamudo príncipe Alberto Federico Arturo Jorge, quien reinó bajo el nombre de Jorge VI desde diciembre de 1936 hasta su muerte, en febrero de 1952. Fue entonces cuando su hija mayor, una joven de 25 años llamada Elizabeth Alexandra Mary, asumió el trono con el nombre de Isabel II.

A partir de ahí, la reina ha desempeñado con eficacia y dignidad su papel de soberana, pese a que la imagen de la monarquía se ha visto empañada, principalmente, por los fracasos matrimoniales de tres de sus cuatro hijos.

Divorcios e infidelidades
La vida en el palacio de Buckingham, residencia oficial de la reina en Londres, fue testigo del complicado 1992, año del desastre sentimental de la realeza.

El país fue testigo del divorcio de la princesa Ana y el capitán Mark Phillips, del anuncio de la separación oficial de los duques de York, el príncipe Andrés y Sarah Ferguson, y de la crisis matrimonial de los príncipes de Gales, Carlos y Lady Diana Spencer.

En ese mismo año, se dio a conocer la transcripción de una conversación íntima entre Carlos y su eterno amor, Camila Parker, en la que el príncipe le confesaba a su amante su ardiente deseo de encontrarse con ella.

La comprometedora transcripción fue la gota que derramó el vaso y en diciembre el primer ministro británico, John Major, anunció la separación “amistosa” del príncipe y Lady Di. La pareja se divorció en 1996 por deseo expreso de la reina.

Un año después, llegó el suceso que estremeció no sólo a ingleses, sino a seguidores de la realeza en el mundo entero: el deceso de la princesa, debido a un accidente automovilístico.

El hecho desencadenó suposiciones que hablaban de una conspiración por parte de la familia real contra la princesa, también se dijo que el conductor del vehículo simplemente perdió el control cuando trataba de esquivar a los paparazzi.
En un momento como éste, la imagen de Isabel Il se ensombreció debido a su renuencia a interrumpir sus vacaciones tras la muerte de Lady Di. Siete años después del deceso de la princesa de Gales, el libro La verdadera Diana, de Colin Campbell, aseguró que antes del escandaloso divorcio, Lady Di se había sometido a un aborto, luego de quedar embarazada de un comerciante de arte de nombre Oliver Hoare.
Así, a más de un lustro de su deceso, la princesa seguía ocupando las portadas de algunos diarios europeos.

Enrique y Guillermo, principado y juventud
Los sinsabores familiares de Isabel II parecen no llegar a su fin, ya que con la acelerada juventud de sus nietos, la reina ha soportado las conductas negativas del príncipe Enrique, el hijo menor de Carlos y Diana, quien ya ha ocupado las portadas de los diarios sensacionalistas por acciones como disfrazarse de soldado nazi, fumar mariguana, agredir a un reportero al salir de una discoteca o celebrar su graduación en un club nudista. En tanto, su hermano Guillermo y el protagonista del más reciente cuento de hadas: la boda real, ha sido juzgado por viajar en barco con un selecto grupo de bellas amigas.

El más reciente escándalo, y del que incluso se dijo había sido motivo de disgusto para la futura princesa, Kate Middleton, fue una publicación en el diario londinense The People, que reveló fotografías en las que se ve al heredero de la Corona Británica en ropa interior, al salir de una piscina y con una mujer colocándole boas de plumas de colores en la cintura. Aunque las imágenes fueron tomadas en 2002, la falta de compostura y la poca prudencia del heredero, han sido motivo suficiente para dar la vuelta al mundo, pero en ningún momento para eclipsar en tan anhelado enlace de ensueño.

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