Elisa Miller confía en su instinto

MORELIA.- Elisa Miller estudió cine porque estaba deprimida. Y claro, también porque vio infinidad de veces Amelie, la película protagonizada por Audrey Tautou y dirigida por Jean-Pierre Jeunet.

Hace unos seis años la realizadora, que entonces estudiaba Filosofía, se fue a Francia donde vive su abuela. Cada vez que podía, asistía a las salas exhibidoras donde proyectaban ciclos de los mejores realizadores del mundo.

Lo mismo veía la obra del galo Jean Luc Godard que del chino Won Kar-Wai. “Ahí se podía hacer eso como actividad cultural y por el mismo precio veías todo lo que querías. Iba mucho al cine con mi abuelo, iba a ver Amelie y siempre salía contenta. Entonces quería hacer cine porque se me hacía maravilloso que aunque entraras sola, podías salir feliz. Esa historia te daba esperanzas de seguir viviendo y eso era lo máximo, dije ‘hay que hacer algo para decir mensajes hermosos’”, recuerda Miller.

Tan pronto regresó a México buscó un lugar en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Fue aceptada y perteneció a la generación de los “Pop Stars”, bautizada así por Elisa al ver que todos, físicamente, eran como estrellitas de la pantalla.

Cuando llegó el momento de filmar su ejercicio escolar como directora, pensó en una historia de dos adolescentes en un pueblo. Ella quería abandonarlo y él no podía dejar todo su pasado atrás. Surgió así Ver llover, que tuvo en los roles protagónicos a Diego Cataño (Temporada de patos) y a Sofía Espinosa (La niña en la piedra).

La terquedad es su motor

Algunos profesores le dijeron que era un trabajo terrible. Elisa, hoy de 27 años, no hizo caso. Y lo inscribió al Festival de Morelia 2006 y ganó. Luego fue seleccionado en Cannes del año siguiente y se alzó con la Palma de Oro en su género. Fue el cielo para esta joven nacida en el Distrito Federal al principio de los años ochenta. Los medios de comunicación nacionales e internacionales la buscaban insistentes.

En algún festival de plano se negaba a dar entrevistas, cansada ya de todo. “De todo eso ya no me queda nada, fueron dos años de deshacer el ego. Fue como si de niña te regalaran un caballo y salieras todo desbocado. Fue un momento difícil, de decir ‘ya déjenme en paz, no me citen, no le hagan caso a esta niña que no sabe ni lo que dice’. Cuando regresé a Cannes (con el corto Roma) lo encaré de otra forma. La vida no es lo que pasa, sino lo que se hace en ella. Entonces hay que tomarla como un gran aprendizaje y seguir trabajando. Como cineastas somos trabajadores de la cultura, picando piedra y trabajando sin parar”.

Elisa Miller afirma, sin dudarlo, que todos deben perseguir sus sueños y ella misma se pone de ejemplo cuando le dijeron que Ver llover no servía y estaba mal filmado, algo que ya ha aceptado en la cuestión técnica. “Creo que seguí en esto por terca. Lo que entendí es que uno debía creer en lo que hacía. Los franceses me dijeron que era buena, que siguiera siendo yo, pero tenía que estar segura, de otro modo, no iba a poder”. Desde entonces, Elisa se encuentra de lleno metida en el cine. En su filmografía se encuentran los cortos Tus manos (2003), Nosotras que nos querremos tanto (2004), Siavus (2005), Ver llover (2006) y Roma (2007).

Sigue picando piedra

Entre sus proyectos inconclusos se encuentra un documental sobre Alberto Isaac, el mismo de Mujeres insumisas y El rincón de las vírgenes. Ahora mismo también tiene bajo el brazo dos planes importantes: un largometraje experimental del que se reserva detalles. Otro es un guión que continúa afinando. También tiene detenido otro en el que Diego Cataño y Jimena Ayala (Perfume de violetas) participarán como actores.

“Haber ganado en Cannes ayuda solo al curriculum. Cuando alguien ve la carpeta de un proyecto, del que llegan 500 a una beca, pues eso es un plus y te toman en cuenta”.

“Para mí el cine, como dijo una amiga, es la manera en que encuentro para escapar de la soledad del cuerpo. Por eso estoy en ello”
Elisa Miller, cineasta