Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Concierto de despedida

El rey del mariachi dice el primer adiós

Vicente Fernández protagoniza una noche repleta de emociones, lágrimas e himnos de amor ante sus fieles

Por: EL INFORMADOR

Emotiva despedida. El ''Charro de Huentitán'' se mostró lleno de alegría durante el recital. EL INFORMADOR /

Emotiva despedida. El ''Charro de Huentitán'' se mostró lleno de alegría durante el recital. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (16/FEB/2013).- Por los corazones que hace vibrar. Por las emociones que despierta. Por el consuelo que ofrece. Por todos ellos salió a cantar anoche Vicente Fernández Gómez. El ídolo eterno. El hijo pródigo de Huentitán. El rey del mariachi.

El escenario, la Arena VFG. Un recinto donde las pasiones durante la velada se desbordaron. ¿Qué importó el tráfico de la carretera a Chapala para llegar? ¿Qué importaron las eternas filas para acceder? ¿Qué más daba que el concierto comenzara a las 22:00 horas, una hora después de lo pactado? Nada. Todo eso se olvidó cuando Chente apareció en el escenario. Entero. Fuerte. Majestuoso. Vencedor del cáncer y agradecido con la vida.

La noche ameritaba llegar con sus mejores galas. Vestido en color café y oro, con las canas y el bigote de siempre, Fernández apareció en el escenario, flanqueado por su mariachi y luciendo una gran sonrisa. Eligió el tema ''La vida es una copa de licor'' para comenzar a decir adiós. “Gracias por acompañarme. Gracias por haber hecho tantas oraciones, para que yo pudiera estar aquí, rebuznando nuevamente”, aseguró antes de carcajearse.

La noche no hacía sino comenzar. Una de las últimas como cantante. Una de las primeras como leyenda.

Un cariño inmenso

“Aquí estoy para decir la frase con la que me van a sepultar. Mientras no dejen de aplaudir, no dejo de cantar”, agregó. Y la cascada de canciones comenzaron a fluir. “Por tú maldito amor”, “Me voy a quitar de en medio”, “Ojalá que te vaya bonito”, “Un millón de primaveras”, “Para siempre” y “Aprendiste a volar”.

Entre el público, los abrazos de enamorados. Esos que fueron más fuertes conforme llegaban los éxitos desde la garganta de Chente. Cada melodía parecía acariciar el alma de los presentes. Se quedaba tatuada en la memoria de quienes llegaron para ver al ídolo en su adiós. Y desde las gradas le llegaron regalos. Flores, cuadros, pancartas, besos, banderas, gritos. “Gracias, de corazón”, la respuesta invariable del músico.

Al momento de cerrar esta edición, el concierto de Vicente Fernández continuaba. La noche podría ser corta para despedirse. Dicen que la mejor forma de decir adiós es en plena madrugada.

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