El poder lacrimógeno de Toy Story 3

GUADALAJARA, JALISCO (06/FEB/2014).- La escena se repitió una y otra vez en los cines, no nada más de México, sino de buena parte del mundo. Sucede cuando Andy debe despedirse, ahora sí, de Woody y el resto de sus juguetes en Toy Story 3. Él se va, y los juguetes se quedan. Es el fin de la infancia. Y a más de un caballero se le hizo un nudo en la garganta, o se le asomaron las de cocodrilo por los ojos. Algunos fingieron que era el frío del refresco lo que los hacía derramar una que otra lágrima. Otros, sencillamente, no pudieron contener el llanto. Pero si usted le ocurrió, no se sienta extraño. La ciencia ha demostrado que la tercera parte de los juguetes de Pixar tiene un extraño poder lacrimógeno sobre los hombres.

Para el sociólogo de la Universidad estadounidense de Stony Brook, Michael Kimmel, hay una razón por la que a los varones les “llega más” esta película en particular.  “Los hombres lloran, pero no lo hacen por la misma razón que las mujeres. Ellas suelen derramar lágrimas por temas del presente o por lo que pueda pasar en el futuro, pero ellos por nostalgia, por algo que han perdido y que no volverá”.

Es por eso que la escena de Andy dejando atrás a sus juguetes conecta de forma diferente en los hombres, y logra que sean los adultos quienes se conmueven más. “Si los hombres lloran, es porque los conmueve esa conexión con el tiempo en que eran inocentes y libres, antes de que se les comenzara a exigir comportarse como adultos, pagar la renta de la casa o mantener un hogar”.

Ese periodo de libertad que se vive en la infancia, donde todo parece sencillo y el juego es lo único que importa, se convierte en un recuerdo que de vez en vez provoca la añoranza de todo varón. “Los hombres ven la adultez como algo triste, porque está llena de responsabilidades, es aburrida y muy difícil”, agrega el sociólogo.

El adiós a la inocencia

Para un hombre, llorar en público es un tabú. A menos que sea porque su equipo de futbol fue eliminado, o por la pérdida de un familiar, no existen razones “justas” para expresar este tipo de sentimientos de forma abierta, o al menos así lo considera Mary Beth Oliver, profesora de la Universidad de Penn. “No lloran porque existen ciertas expectativas sobre el comportamiento masculino. Para muchos hombres existe una gran presión para evitar expresiones que consideran ‘femeninas’ como el miedo o la tristeza. Desde pequeños aprenden que no deben llorar y cuando lo hacen, generalmente viene acompañado del ridículo”

Oliver, autora de estudios sobre el comportamiento, agrega que “En muchos casos tratan de evitar el llanto con otros gestos sutiles como levantar las cejas, por ejemplo. Sin embargo, hay áreas en las que se considera apropiado el llanto masculino como cuando pierde su equipo en un deporte, la muerte del padre o la madre, o en la guerra”.

Esto no significa que ninguna mujer haya llorado viendo Toy Story 3, pero en el caso de los hombres, considera William Meek, sociólogo de la Universidad de Vancouver, sucede por causas mucho más profundas. “Cuando las niñas viven la transición hacia la adultez no necesitan ‘probarle’ a nadie que se están convirtiendo en mujeres, por lo que escapan a esa presión. Los niños, por otro lado parte, viven todos los días combatiendo la expectativa de tener que establecerse en el mundo como proveedores y protectores”.

Así, sin quererlo, Toy Story se convirtió en el paño de lágrimas de toda una generación de “machos” que buscaba un rincón donde desahogarse, una historia que le recordó a toda una generación que crecer no es solamente un acto de biología, sino aprender a dejar atrás el pasado...y eso incluye a los juguetes.

FRASE

"Si le dices a un hombre algo que hiera sus sentimientos, probablemente no vaya a llorar, pero si le hablas de algo de su pasado, de un recuerdo, lo más probable es que termine conmovido ”

Herb Goldberg, profesor de la Universidad de California.