Damián Alcázar, tras la revolución del cine mexicano

CIUDAD DE MÉXICO.- Damián Alcázar parece que siempre anda apurado por algo. Las ideas se agolpan en su mente y se reflejan en el rostro de este guerrero del cine mexicano con el cabello alborotado y el andar veloz.

Testigo del resurgimiento de la industria fílmica nacional, Alcázar es parte de la brillante generación contemporanea de actores mexicanos que sin miedo se han arriesgado a largas jornadas de trabajo por “amor al arte”, dándole la espalda a terrenos donde podrían ganar más dinero, como la televisión. Además, Damián tomó la desición de probar suerte en el extranjero, tanto en Hollywood como en Sudamérica, dos experiencias que han marcado su destino.

Pero nuestro país es una asignatura de la que jamás se olvida el protagonista de La ley de Herodes. Mordaz y franco, no se anda con rodeos cuando se trata de señalar quienes, a su parecer, son los que están deteniendo el crecimiento del cine mexicano. También confiesa su sueño de trabajar en Guillermo del Toro “haciendo el papel que sea” y de paso revela cuál sería el único trabajo que rechazaría hacer en pantalla.

- ¿Cuál es tu diagnostico del cine mexicano al cierre del 2009?
-  Creo que cuando logremos convencer a los “enemigos” del cine nacional vamos a ver mucho más crecimiento. Enemigos entre comillas, aclaro y lo digo con otras palabras: en cuanto los exhibidores le den más tiempo al cine nacional habrá más público y los que aportan recursos tendrán oportunidad de recuperar lo que le meten. Si el tiempo en pantalla no aumenta, la situación que vivimos no va a cambiar nunca, por más premios que se ganen en el extranjero.

- ¿Y a nivel personal, como lo cierras tú?
- Trabajando con Luis Estrada la tercera parte de nuestra trilogía, que se llama 40 grados y que habla de las circunstancias que está pasando el país y el pueblo mexicano en estos momentos, todo con el humor negro de Luis. El estreno es tentativamente en 2010. Tengo otros cuatro lanzamientos pendientes, así que seguro me van a ver seguido.

- Hablando de eso, el cine celebra las fiestas del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución en 2010. ¿Qué proyecto tienes en ese sentido?
- Participo con Chicogrande bajo la dirección del maestro Felipe Cazals y la también la de 40 grados creo que se inscribe en esta “celebración”, aunque no tengo idea de que estamos celebrando, si el pueblo está peor que antes.

- Te has comprometido con varias iniciativas para apoyar a nuevos cineastas, como fue el concurso de Ideas en Corto. ¿De dónde nace tu interés?
- Porque es lo que hay que hacer. Sembrar y sembrar hasta que descubramos (hace una pausa), bueno, nosotros los actores ya lo sabemos, más bien, que la gente que tiene que aportar el recurso descubra el talento que existe en nuestro país, porque hay montones.
Lo único que no me gusta de los concursos de talentos es que se premia nada más a uno, cuando hay hasta 10 trabajos de gran calidad que perfectamente podrían llevarse el premio. Pero ya es un paso.

- ¿Sigues esperando una llamada de Guillermo del Toro para trabajar a su lado?
- Sí, estoy al pendiente, espero que él haga el primer movimiento (risas). Ya le dije que si quiere me dé aunque sea el papel de un enano en su siguiente película. Es una persona cuyo trabajo me gusta mucho, aunque también disfruto mucho trabajando en la ópera prima de cualquier otro director. Hay una cantidad impresionante de talento aquí, en Colombia, Ecuador y Estados Unidos.

- ¿Hay un papel al que le darías la vuelta?
- (Piensa). ¡Al de George Bush! (risas). Ese sí, mejor que lo haga otro.

¿De qué se trata?
La película Chicogrande es un western que se enfoca en el héroe revolucionario Pancho Villa y se rodó en locaciones de Durango. Narra la persecución que el ejercito estadounidense lanza contra el “Centauro del Norte” entre 1916 y 1917.
Alcázar da vida al general revolucionario Chicogrande, mientras que Alejandro Calva encarna a Pancho Villa.