Damián Alcázar explota su talento

GUADALAJARA, JALISCO.- Si de instinto de supervivencia se trata, Damián Alcázar debe ser uno de los más capaces en el “ecosistema fílmico mexicano”. Se ha convertido en un pilar del espectro cinematográfico nacional sin tener palancas, sin tener “carita de galán” y sin una gran empresa televisiva que le sirva de trampolín o en la cual recalar cuando alguno de sus proyectos falle. Ahora, el actor nacido en Jiquilpan, Michoacán, se da el lujo de elegir donde sí y dónde no actuar, en base a las posibilidades de crecimiento profesional. Sin duda, más que un sobreviviente, todo un superviviente.

Su cabello despeinado, ojos saltones y barba de tres días recientemente fueron parte infaltable de la escena tapatía, y es que el actor se pasó buena parte de marzo en Jalisco, donde filmó la película ''Fecha de caducidad'' bajo las órdenes de Kenya Márquez y luego se aprestó a tomar parte del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), donde ganó el premio Mayahuel a Mejor actor por su trabajo en De la infancia, cinta de Carlos Carrera que protagoniza al lado de Giovanna Zacarías y Ernesto Gómez Cruz, y donde la trama expone la pérdida de valores, tanto en adultos como en niños.

En su elemento

La presencia de Alcázar se nota a donde vaya. No falta quien lo reconozca a pesar del sombrero y le pida un autógrafo, y él, en vez de asumir un papel de actor endiosado que le hace el fuchi a sus fanáticos y huye detrás de sus guardaespaldas, por lo regular dice “sí”. Y posa, y reparte abrazos, y saluda. Es, en pocas palabras, un seductor profesional que sabe que al público se le conquista desde antes que comience la proyección de la película.

“Es un buen momento de mi carrera, interesante”, le relata el actor a este diario mientras firma un autógrafo y simultáneamente posa para la foto. La charla se lleva a cabo en el lobby de un hotel, donde el actor se convierte de inmediato en el centro de atracción.

“Me gusta Guadalajara, la calidez de su gente, me siento muy feliz de haber trabajado aquí durante una larga temporada”, confía Alcázar, antes de despachar a una última fanática. La agenda del artista llegó a su punto más alto cuando levantó el Mayahuel en la fiesta de premiación del FICG. La presea le llega por el papel de Basilio, un hombre violento capaz de todo tipo de actos detestables en De la infancia. “No fue fácil darle forma -explica el histrión- por que tiene muchos matices. Basilio es un hombre, quien detrás de toda esa mugre y odio, tiene una gran carencia de amor, y eso es lo que refleja la película, la falta de cariño y sus efectos en las personas”.

El largometraje de Carlos Carrera brilló en el recién concluido festival, aunque para Alcázar un trabajo recién terminado no da mucho tiempo para la celebración.

Selecto

Contra lo que dicta la ''Ley de Heródes'', Alcázar es legal al momento de sumarse a un proyecto. La mayor parte de los directores que trabajan con él lo señalan como un actor entregado y disciplinado, en tanto sus colegas lo consideran “un maestro al que se le aprende mucho”, al menos en palabras de Giovanna Zacarías, su más reciente coprotagonista.

Pero eso sí, tenerlo en una película no es fácil. “Yo no me voy por nombres para entrar a un proyecto, ya no”, anota Damián, a quien otro fan se le aproxima para pedirle una foto: “Lo que veo primero es el guión, lo estudio bien. De poco sirve tener caras conocidas si no hay algo verdaderamente fuerte que lo apoye”.

Ese olfato le ha permitido aparecer en cintas aclamadas por la crítica, y avisa que va por más. Ya calienta en la segunda mitad de 2010 el estreno de Chicogrande de Felipe Cazals, que narra la epopeya del ejército estadounidense en su búsqueda de Francisco Villa durante la época de la Revolución Mexicana.

¿Qué viene después? Es algo que el actor prefiere no pensar. El proyecto llega en el momento indicado, o al menos así dictan los instintos de Alcázar. Y esos instintos, hasta ahora, no le han fallado.

EL INFORMADOR/ FRANCISCO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ