Contar historias, la misión de Víctor Trujillo

GUADALAJARA, JALISCO (24/SEP/2012).- Dicen que un buen conversador es, casi casi, como un campeón de póquer. Sabe como moverse en la plática. Conoce la técnica para esquivar los temas escabrosos. Reparte frases veloces para adueñarse de la situación. Expone un prolongado dominio cuando siente que la plática ya es suya y sabe mostrar un contundente as para dar por finalizada la charla. Y en el arte de la ludopatía verbal, Víctor Trujillo es uno de los mejores.

Siempre con una carta bajo la manga, a Trujillo es casi imposible encontrarle un flanco débil durante una plática. Es difícil que un tema “lo agarre a contrapié”. Usa palabras coloquiales y un tono ameno para desarmar a sus interlocutores (“mano” es una muletilla que le fascina). No es que se las sepa “de todas-todas”, pero sí es un hombre al que, difícilmente, se le escucha trastabillar mientras habla.

Quizás es esta habilidad para enganchar al público con sus palabras, lo que le valió el papel protagónico en Rojo, puesta en escena que ya visitó Guadalajara el pasado mes de agosto y que repite este 28 de septiembre en el Teatro Diana.

Con una producción de alta calidad, Rojo es una obra que desnuda las personalidades de sus dos protagonistas: "Mark Rothko", un pintor que sucumbe a sus propios temores; y "Ken" (Alfonso Dosal), un entusiasta aprendiz que debe encontrar su propio camino en el arte. Ambos se enfrentan. Chocan. Se complementan. Se destruyen. Crecen.

“Estoy sumamente emocionado de regresar a Guadalajara, de repetir plaza, porque hasta donde supimos parece que las funciones gustaron mucho, se atreven a llevarnos otra vez y bueno, eso es bastante halagador”, afirma Trujillo.

Antes de comenzar la entrevista, su representante advierte que solamente se cuentan con 10 minutos para hablar con él. Trujillo, un hombre mediático, es un hombre que sabe bien el valor de los minutos, o “el tiempo precioso” como lo denomina. Corre tiempo.

—¿Es cierto que el escenario teatral es el “lugar más feliz del mundo” para un actor?

—Yo creo que tiene mucho que ver con los placeres originales. Te proporciona esa sensación de tener el contacto directo con la gente, y al mismo tiempo, percibir las secuencias y los ritmos en el cuerpo. A todo eso, hay que agregar que es un gusto poder compartir escena con Alfonso (Dosal).

Es realmente placentero, catártico y bueno, hay un texto que es maravilloso, además de una dirección que te permite tener un montón de herramientas para poder contar esta historia.

—“Rojo” implica un desgaste físico y emocional enorme gracias a la personalidad de Mark Rothko, ¿qué le pasa por la mente cuando acaba la función?

—Termino agitado, pero muy feliz. En este tipo de trabajo es valioso poder hacer algo donde puedas satisfacer al 100% lo que uno considera su misión vital, que en mi caso es contar historias.

En este caso, me enfrento con un personaje muy complicado, con una trama y un texto muy demandante, con esta contención en las escenas, que siempre tiene una línea de tensión y que jamás desemboca en una chabacanería, ni en un melodrama, ni en un llanto fácil, ni en un grito sencillo. A eso me enfrento. A esa combustión interna a lo largo de dos horas. Sí, no se pueden imaginar cómo acaba uno después de dos funciones, ¡todo apaleado!, pero con esa satisfacción de que pudimos hacerlo otra vez. Es una felicidad muy intensa.

—¿Siente que “se ganó la lotería” con este papel?

—Sí, es una apuesta muy grande, porque finalmente no se trata de llenar los espacios de una agenda. No piensas, “ah, bueno, me voy a comprometer por lo menos un año con algo”. No. Tienes que elegir dónde vas a apostar, dónde vas a invertir el tiempo que es precioso, el tiempo que vas a negarle a otras cosas, y dedicarte nada más a una cosa.

—Si la carrera de un actor es una apuesta, se expone constantemente tanto a ganar como a perder, ¿no?

—Claro. Como toda apuesta, existe una zona de riesgo que debemos asumir. Se puede uno topar con una historia que sea maravillosa. Bien. Pero aquí comienzan las verdaderas preguntas. ¿Quién lo va a dirigir?, y si ya tenemos un nombre, ¿puede ver lo que se esconde en la trama? Es una tragedia tener una gran historia y tener un director que vea la trama sólo por encimita.

También cuenta mucho el elenco, que todo embone, no sólo en el escenario, sino en los camerinos, que se haga grupo. La escenografía, los vestuarios. Como todos esos gajos se deben ir complementando para armar esa mandarina, que al final le presentas al público. Todos son riesgos cuya única respuesta se encuentra con el tiempo.

—Usted está en un programa de televisión por las mañanas, teatro en las noches, y de repente se le escucha trabajando en doblaje. ¿A qué hora descansa Víctor Trujillo?

—Haciendo así un recuento, ahorita, con todo y eso, me doy el lujo de disfrutar el tiempo que tengo. Hubo décadas que empezaba a las seis de la mañana a trabajar y acababa a las tres de la madrugada. Tenía radio, tenía televisión, doblaje, teatro ¡y cabaret! (risas). Me acuerdo de esos tiempos y hasta me duele la espalda, ya no lo podría hacer.

Fue algo que realicé en su momento porque era el instante correcto, y lo disfruté con toda la intensidad. ¡Hasta reventar! Ahorita tengo el programa en las mañanas y el teatro es la cereza en el pastel.

—¿A quién le rinde cuentas Víctor Trujillo?

—En el ir y venir de todos los días, mi objetivo es llegar a dormir tranquilo, con balance en ceros. Nadie me debe nada, yo no le debo nada a nadie, duermo a pierna suelta como bebé. Si logro eso todos los días, el despertar tiende a ser muy fácil.

Rojo / 28 de septiembre / Teatro Diana / Funciones 19:00 y 21:30 horas / Boletos de 200 a 550 pesos en taquillas del recinto.

FRASE

"El logro más grande en la vida es escoger lo que quieres con ella."

Víctor Trujillo, actor.