Viernes, 29 de Noviembre 2024
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Chavela Vargas, un espíritu libre

Más allá de sus méritos artísticos, la cantante ha logrado sintetizar en su voz los sentimientos de la música vernácula mexicana

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Chavela Vargas hace lo que quiere con su vida. Ningún molde anterior y posterior parece hacerle justicia y los homenajes, premios y palabras se quedan pequeños ante lo que ella le ha dado a México en el intangible tesoro de su voz.

Como si el destino, en un momento de capricho, hubiera decidido que ella tenía que nacer en Costa Rica. Y ella, inconforme, tozuda como pocas mujeres de su época, lo retara viniendo a México. A cantar, a vivir, a amar.

Su voz es desgarradora, nostálgica desde que nació y capaz de atravesar corazones de lado a lado. Las leyendas de la música mexicana ya la admiraban y llega al siglo XXI convertida en un mito, un tótem intocable al que las generaciones de artistas contemporáneos ven con respeto casi sacro.

Pero Chavela se define a sí misma con una sola palabra: Chavela. No le da vuelta a los asuntos y hoy se dedica a viajar y disfrutar del cariño que el público le tiene. La reverencia no le gusta, la solemnidad le aburre y los rodeos verbales y literarios la exasperan. Por eso, cuando ofrece una entrevista con este diario, lo primero que menciona es un tema mundano para todos pero que dicho por ella adquiere trascendencia capital: La comida. El tema que le interesa a Chavela Vargas, por sobre la música vernácula, el arte, el pasado y el futuro, es la gastronomía, o al menos, el último platillo que se comió.

La mujer
La cita es en un jardín, entrada la tarde, cuando el frío todavía no se va y el Sol hace el intento de calentar el ambiente. Chavela llega y se sienta tranquila, viene de tratar de dormir la siesta, pero la comida que tuvo más temprano no ayudó a conciliar descanso alguno. “La hora de la comida es muy pesada, pero no quiero caer en ese vicio de hablar mal de la comida, si no, para que me la como. No tengo porque comerme algo que no me gusta. Total dejemos eso”, remata con una sonrisa y despeja con ella el aire gélido que azota a la Perla Tapatía.
El hablar de Chavela es pausado, lento, a veces susurrado. Los tiempos donde imprimía desparpajo a sus conversaciones ya están atrás, y prefiere abordar cualquier tema con una extraordinaria calma y tranquilidad. Oculta detrás de sus ahora inseparables lentes oscuros, ella revela los secretos detrás de Las verdades de Chavela, libro autobiográfico que presentó con pompa en la última edición de la FIL, donde por cierto, no dijo ninguna palabra para los medios entonces reunidos. Ahora explica que el libro no se tardó en salir. Simplemente llegó su momento para aparecer: “No hay un mejor momento para sacar el libro. El libro salió porque debía. Hubiera salido corriendo el solo, pero tuve el privilegio de que saliera ahora. Fue un capricho, antes de morirme, quiero dejar un suspiro del alma, así, iré muriendo cada tarde, cuando se vaya apagando el Sol, me iré retirando”.

Como se explicó antes, detallar en palabras, habladas o escritas, la vida de Chavela es casi imposible, incluso para la propia Chavela, que acepta que el libro tiene todo lo que pudo incluir, sin arrepentimiento, pero siempre quedará la tentación de seguir agregando cosas nuevas. “De todas formas siempre hay algo que falla, que falta. El libro estuvo muy oportuno, lo hice con muchas ganas, con ganas de contar y cantar. Es toda mi vida, pues lo hecho hecho está, canté y conté”.

Mientras responde, al jardín llegan varios pájaros que comienzan a cantar cerca de donde se encuentra la entrevistada. Ella detiene su voz y aprecia durante un momento el sonido. Chavela exclama “que bonito, hasta los pájaros cantan, es precioso”. Ya no le importa el libro, se hace un silencio prolongado para seguir escuchando.

La leyenda

Chavela Vargas no puede evitar notar que cuando alguien habla con ella contiene un poco el temor de dirigirse a una personalidad definitiva para la música en el continente. Dice que lo percibe más en los jovenes, una generación que le fascina y a la que aconseja no enterrar jamás ese sentimiento de nerviosismo, sin dejar que se transforme en miedo. “Pasa mucho. No puedo presumir de que nunca tuve nervios alguna vez, ¡como no!, claro que si. Y eso te hace ser mejor cada día. Agarren esa emoción y pongan eso la bolsa. Hay que ser nervioso cuando convenga, un poco ambicioso y un poco maravilloso, así debe ser la juventud de México y me da gusto que esté conmigo. Mucho gusto”.

Ella les recuerda a todos sus admiradores que detrás de toda la parafernalia y premios se encuentra una mujer entregada a su pasión por la música y la vida, sin mayores pretenciones que seguir siendo simplemente Chavela Vargas: “Yo soy quien soy desde que nací. Soy quien soy y me encanta ser así, desde que vine a este mundo me veran igual. Ahora todas las mujeres se pintan el pelo, puras ‘Miss Clairol’ (risas), de todos colores. Yo no, tengo las canas de la edad, no voy a presumir que a los noventa años tengo el pelo ‘negro Clairol’. No. Es ‘blanco Vargas’, blanco edad. Así me gusta ser”.

La noche ya se acuesta sobre el cielo tapatío y la conversación con Chavela está por concluir. Debe tomar el avión de regreso a Morelos, a su casa, en Tepoztlán. Pero antes de viajar, manda el último mensaje: “Yo no me he ido de los escenarios. Lo que pasa es que estoy descansando, pero en el momento en que me digan ‘Chavela, a escena’, allí estaré”.

EL INFORMADOR/ FRANCISCO GONZÁLEZ

“No me arrepiento de nada”
Chavela Vargas, cantante

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