Chapultepec, el día después del 212

GUADALAJARA, JALISCO (02/SEP/2012).- Aún las botellas de cerveza quedaban como evidencia de lo ocurrido por la noche. Envases vacíos, desechables apachurrados, empaques de papas fritas y bolsas de plástico esparcidas por todo Chapultepec, hablaban de las más de ocho horas en las que miles de personas consumieron lo comprado en tiendas de abarrotes y desperdigaron sus residuos sin preocuparse por el contaminar. En el momento sólo se interesaban en el siguiente artista en tomar uno de los cuatro escenarios.

Alrededor de las 07:00 horas del domingo, el equipo de la Vía Recreactiva recogía la basura mientras otros desmantelaban los entarimados. Más tarde, las primeras bicicletas comenzaban a circular, encontrando en su camino uno que otro obstáculo arrojado en la euforia de la siguiente canción, el corear con los intérpretes y el despilfarro de energía entre grupos de amigos.

Sobre el camellón, a la altura de López Cotilla, cinco jóvenes se reunían a las 10:00 horas para ensayar su rutina de danza. A cada estirar de piernas, con un destiempo acelerado y una arritmia intencional, levantaban nubes de aquel polvo y tierra que había sido retirada de las jardineras por los melómanos nocturnos que ignoraron las tiras de precaución que resguardaban a las plantas.

La fuente en avenida Vallarta, con su agua verde y mohosa, acogía los vasos de unicel que solían contener aguas frescas, platos con trozos de tomate, cebolla y cilantro, un envase de refresco de toronja, el chilito en polvo de un elote y las hojas de un periódico doblado arduamente en forma de un barquito de papel.

Doña Rafaela salió a hacer mandados con su señor. Al bajarse del autobús comenzó a caminar por la avenida Chapultepec, a la altura de Justo Sierra. Faltaban diez minutos para las 11:00 horas y ella estaba sorprendida. "Apenas le iba a decir a mi marido '¿en verdad creen los chavos que esto es diversión?' Está todo lleno de botellas de licor."

Las llantas de los autos hacían ruidos de explosión al pasar sobre los escombros. Don Darío, marido de Rafaela, no sabía que en la noche se había celebrado el festival RMX 212. Y que, a pesar de lo descuidada que quedó la calle, los asistentes se la pasaron a todo dar.

EL INFORMADOR/ RUBÉN GIL