Carlos Cuarón toma la pantalla por asalto

MORELIA, MICHOACÁN (20/OCT/2010).-En el cine de Carlos Cuarón no hay espacio para la tibieza ni los discursos a medias. Así lo demostró con Rudo y Cursi y busca plasmarlo de vuelta en el Festival Internacional de Cine de Morelia con el cortometraje The second bakery attack, cortometraje mexicano que se presenta en competencia que tiene como protagonistas a Kirsten Dunst y a Brian Geragthty.

El corto The second bakery attack relata en nueve minutos la relación volátil de un matrimonio de recién casados, quienes después de una pelea pasan la noche en vilo y con hambre, lo que desata una serie de situaciones bizarras.

Siempre polémico y dispuesto a provocar con su cine, Cuarón no se toca el corazón para criticar lo que a su juicio no permite crecer al cine mexicano, desde la falta de espacio en la taquilla, la competencia desleal por parte del cine estadounidense e incluso que el público mexicano no está dispuesto a darle la oportunidad a las producciones nacionales, aunque tampoco olvida lanzar dardos contra sus colegas directores.

— Regresas a Morelia tras el gran éxito que significó “Rudo y cursi”, ¿Cómo manejar la fama que obtuviste con ese trabajo?
— No creo en la fama. Esa es la manera de manejarla. Para mí lo importante es el trabajo, el proceso de lo que uno hace. Lo que llaman “fama” es un mero proceso secundario, la acepto pero no me ocupa ni me preocupa.

— ¿Crees que existe una nueva ola de cineastas mexicanos que empujan el cine mexicano bajo un proyecto común, como sucedió con “Revolución”?
— No lo veo como grupo. Se formó un grupo para esa película en específico, eso si. Hay respeto y solidaridad entre nosotros, pero al final del día lo que importan son las películas. Sobre si hay un movimiento que lucha por empujar al cine son conjeturas se las dejo a historiadores o críticos, eso ni me va ni me viene.

— ¿Cuál es la temperatura del cine mexicano en este momento?
— El cine mexicano se encuentra con muy nuevos niveles de producción para el tipo de país que somos. 80 películas producidas al año son muy buenas para en un cine como el mexicano, pero creo que debe de haber más apoyo, no solo lo que otorga la ley 226 del ISR, las cuestiones fiscales y otros fondos los fondos. Creo por ejemplo que va a ser muy importante la creación de fondos de la televisión privada, que dudo mucho que lo hagan, porque sus dueños muy mezquinos. También sería importante fomentar leyes proteccionistas para nuestro cine.

— Con un crecimiento acelerado, ¿qué debe cuidar el cine en México?
— Me preocupa seriamente que gracias a la (Ley) 226, que ha elevado el número de cintas que se producen, no eleven la calidad. Puede que el tiro nos acabe saliendo por la culata. No se trata de hacer más, sino mejor. Allí no es el gobierno ni el estado el que falla, sino la falta de rigor de muchos compañeros cineastas.

— ¿Cree que se requiere reforzar la educación cinematográfica?
— Yo no fui a la escuela de cine y a mi hermano (Alfonso Cuarón) lo expulsaron. No creo que la escuela sea la única solución, pero si es parte de la misma. Somos pésimos autocríticos en la política, en el futbol y en el cine también. Yo, sin decir nombres, he visto películas que son lamentables, y eso que es igual de difícil hacer una película buena que una mala, corrijo, es más difícil hacer una mala.

— ¿Qué se le puede al público, que es finalmente el que consume y quien decide si una película es exitosa o no?
— Más paciencia y tolerancia al cine nacional. Se van felices a ver basura hollywoodense y ni se quejan, pero no vaya a ser una mexicana porque ahora sí, todas son terribles, en nuestro caso sí se generaliza. Pediría generosidad cultural. El público se debe conectar con el cine mexicano, eso sería lo ideal, es difícil pero creo que se podrá lograr.

EL INFORMADOR/ FRANCISCO GONZÁLEZ