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Entretenimiento | Reinventa los clásicos

Bunbury tiende lazos con la música latina

El artista acepta el reto de llegar a un nivel superior con el álbum Licenciado Cantinas

Por: EFE

MADRID (21/DIC/2011).- La canción tradicional latinoamericana también tiene sitio dentro del rock, como demuestra Enrique Bunbury con su disco Licenciado Cantinas, al que describe como “un tributo y una revisión equilibrada a un inmenso continente con infinidad de géneros”.

En un sorprendente cambio de giro, el artista recorre, a través de 15 canciones, numerosos estilos musicales, como “la chacarera argentina, el bolero cubano o la cumbia colombiana, desde la perspectiva de un roquero y siempre buscando el equilibrio”.

De esta forma, Bunbury busca construir “un puente entre la música latinoamericana y el rock, procurando que la balanza no esté inclinada hacia la visión más folclórica o a los clichés” y cree que es su propia personalidad, a la hora de encarar el sonido, lo que aporta coherencia al conjunto.

La armonía en el disco es la clave para que el resultado fuera del agrado del artista. Entre las canciones que conforman Licenciado Cantinas, se encuentran Llévame, versión de una composición original del grupo Texas Tornados en la que interviene Flaco Jiménez, o Mi sueño prohibido, un bolero cubano con la guitarra de Eliades Ochoa, al que Bunbury ha dado “un toque de Nueva Orleans”.

También hay temas peruanos como Ódiame, el primer sencillo del álbum, o Vida, con el que Bunbury reivindica “la música criolla peruana, la gran desconocida de Latinoamérica, con unas melodías vocales hermosísimas que todo cantante ha de aprender”.

Compleja estructura

De acuerdo al artista nacido en Zaragoza, España, las canciones del álbum se dividen en cuatro etapas diferenciadas, en un primer tramo con “sonido Nueva Orleans”, un segundo tramo “más criollo”, una tercera parte “más cantinera” y un desenlace “más reflexivo y espiritual”.

Con estas cuatro fases, se recorre la vida de un personaje inventado por Bunbury, el Licenciado Cantinas que da nombre al disco, un personaje que, en palabras del cantante, representa “un poco a todos, es alguien más o menos universal, al que le ocurren todas los dramas y tragedias que recogen estas canciones”.

Es de esta forma que el protagonista experimenta, según el músico, sentimientos y situaciones como “el amor, el abandono, la perdición, la redención y la muerte”, en un transcurso vital inherente a todos los individuos.

Pero el nuevo material de Bunbury también es un canto de amor a las cantinas, bares, tabernas, sitios en los que, además de maltratarse, le sirvieron de “lugar de aprendizaje”, donde conoció y asimiló canciones que, dice, “ya casi no se escuchan”, de la mano de artistas que le llevaron a “lugares fascinantes”.

Bunbury se refiere a todas las versiones del disco como “bastardas”, porque “no tienen un padre concreto”, y en este sentido alude a las fuentes musicales de su propio rock, que, como él mismo explica, “proceden de muchos lugares diferentes, como Nueva Orleans, el country sureño o el rocanrol heterodoxo de los cincuenta”.

Equipo de ensueño


En la nueva placa sonora de Bunbury colaboran músicos latinoamericanos como Dave Hidalgo, Eliades Ochoa o Flaco Jiménez, quienes “hacen aportaciones sustanciales, con su peso específico dentro del disco”, remarca el artista, que prescindió de voces famosas para “no tergiversar el sentido del álbum”.

Bunbury quería “grandes músicos, nombres fundamentales, con enjundia y que hubieran establecido puentes entre el rock y la música latina” y se queja de “los duetos insustanciales” que considera abundan hoy en día.

“Dentro del rock existe mucho fundamentalismo, con gente que establece unos límites concretos donde hay que moverse”, lamenta el músico, quien siempre pensó que “el rock era libertad” y por ello defiende la cabida de estos géneros latinos dentro del estilo que ha cultivado en su carrera.

El cantante destaca que “esta música es bueno conocerla, no hace daño”, y duda que “los fundamentalistas de la canción popular sean tan intransigentes, y es que la gente del folclor agradece mucho que estas canciones se den a conocer”.

“Tras morir Franco, se abrazó en España un mundo anglosajón al que había sido difícil acceder” y se dejó de lado lo latino, recuerda Bunbury, que contactó con esta música muchos años después, en la primera gira por Latinoamérica de Héroes del Silencio.


''(Licenciado Cantinas es) un tributo y una revisión equilibrada a un inmenso continente con infinidad de géneros.''
Enrique Bunbury, cantante.

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