Boda de ensueño en Mónaco

MÓNACO (03/JUL/2011) .- Sonaron las campanas de nueva cuenta entre la realeza europea. Y es que el príncipe Alberto II y la princesa Charlene de  Mónaco contrajeron matrimonio religioso ayer sábado en el Palacio, ante cientos  de miembros de la monarquía, jefes de Estado y celebridades del deporte y la moda.

El sonriente novio de 53 años vistió el uniforme de verano, blanco, de la  compañía de carabineros, y Charlene, de 33, portó un elegante vestido color  blanco marfil, bordado con cristales, nácar e hilos de oro, diseñado por el  modista italiano Giorgio Armani.

La princesa, que adquirió desde el viernes el título de Alteza Serenísima, llevaba una  delicada diadema y un largo velo de tul.

Los recién casados —que según rumores estuvieron al bordo de la ruptura  hace sólo unos pocos días, tras “revelaciones” sobre el Príncipe que llevaron a  Charlene a querer suspender la boda— intercambiaron un rápido beso durante el  enlace religioso, en el que cantaron la soprano estadounidense Renée Fleming,  el tenor italiano Andrea Bocelli y el peruano Juan Diego Florez.

Entre la realeza y el pueblo

La boda religiosa de Alberto II y la ex campeona de natación, que se  casaron por lo civil el viernes, se celebró al aire libre, en el patio de honor  del palacio, y no en la catedral donde se casaron en 1956 los padres de  Alberto, Rainiero III y la mítica Grace Kelly, que falleció en un trágico  accidente de automóvil en 1982.
Entre los representantes de las familias reales que asistieron a la  ceremonia (en la que hubo cantos sudafricanos y coros de niños de Mónaco)  figuran los monarcas de Bélgica y Suecia y los príncipes herederos de Dinamarca  y Holanda.

La lista de presentes incluye también al conde y la condesa de Wessex, que  representan a Inglaterra, así como la familia real de Savoya y el emir de  Qatar, que se codearon con presidentes europeos como el francés Nicolás Sarkozy  y el alemán Christian Wulff y con celebridades de la moda, como Karl Lagerfeld  y Giorgio Armani.

Unos tres mil 500 monegascos fueron invitados al enlace oficiado por monseñor  Bernard Barsi, arzobispo del Principado, que fue retransmitida en grandes  pantallas en toda la ciudad-Estado, un enclave de dos kilómetros cuadrados  situado entre el mar Mediterráneo y la montaña.
Siguiendo la tradición, la novia depositó su ramo en la pequeña  iglesia de Santa Devota, patrona del Principado, lugar donde antes lo hizo la princesa tras su boda con Rainiero.

Ideas ecologistas

Aunque forman parte de una de las casas reinantes con mayor abolengo, los príncipes han procurado darle un giro “ecologista” a la ceremonia. Por ejemplo, la pareja de recién casados no hizo el recorrido por las calles de Mónaco en carroza, sino en un coche híbrido, (que combina motor de combustión y  eléctrico) un Lexus LS 600h Landaulet descapotable, que el Principado señala como testimonio del interés de Alberto y Charlene por la defensa del medio ambiente.

A la cena oficial, que estuvo a cargo de uno de los grandes chefs franceses, Alain Ducasse, fueron invitadas 500 personas. El menú unió “la tierra y el  mar” a los sabores mediterráneos, precisó el chef de 54 años, que obtuvo hace dos años la nacionalidad monegasca por orden soberana del príncipe Alberto.

“Fueron productos de la región, de cultivo biológico”, explicó Ducasse,  señalando que en la cena, que se celebró en la Ópera de Montecarlo, se  sirvieron al menos 17 tipos de verduras cultivadas en los huertos del  Principado, en las alturas de Mónaco.

Los platos fueron acompañados de vinos Chardonnay de Sudáfrica, país adoptivo de la princesa Charlene. La fiesta terminó a la medianoche del sábado con un espectáculo de fuegos artificiales.

Agencias