GUADALAJARA, JALISCO (19/JUN/2017).- Confinados desde Asgard, los vikingos más metaleros aterrizaban en la Perla Tapatía para dar una dosis de death metal melódico en cuya visita venía acompañada de Olve Eikemo, mejor conocido como Abbath.Si bien el concierto estaba programado para las 20:20 horas, comenzó 10 minutos antes, por lo cual las decenas de personas que aún hacían fila enloquecieron pues se perdían el show que ofrecía el abridor de la noche, el fundador y ex miembro de la banda de black metal Immortal, quien luego de problemas decidió abandonar su banda y crear un nuevo proyecto sin dejar de lado su peculiar estilo tanto musical como de impacto visual.Luego de cerca de una hora de entonar clásicos de su historia musical, Abbath dejó más que listos para una noche que se antojaba por demás épica.Las luces se apagaron y comenzó la fiesta metalera. 'Pursuit of vikings' fue la encargada de que las largas cabelleras se movieran de un lado a otro y en donde el C3 Stage cimbraba ante los saltos del público que hizo un lleno total. Inmediatamente después 'As loke falls' le siguió sin miramientos ante uno de los frotman más queridos del metal, Johan Hegg, que con sus casi dos metros de altura, sus brazaletes de cuero y su barba de 35 cm imponía y marcaba el tenor de la noche.Amom Amarth es una banda que su principal éxito radica en llevar a un nivel comercial un género poco digerible logrado su éxito mundial. El death metal no es para todos los oídos. Para muchos es simple ruido, para otros es una expresión artística por demás plausible que hace gala del virtuosismo y perfecta ejecución al tocar cada uno de los instrumentos y un amplio rango vocal tanto gutural como cánticos limpios, que en el caso del de los vikingos, se transmutan en solemnes versos guerreros que incitan a la guerra musical.'First kill' y 'The way of vikings' empaparon de sudor tras los moshpit que se creó entre algún sector de los asistentes, que por cierto, estaban ataviados con ropas de cuero sin importarles los casi 30 grados centigrados que se registraban, pero que sin duda, se sentían aún más entre los empellones del foro. Apenas se presentaron el año pasado en el país en el marco del festival Hell and Heaven 2016 y en Guadalajara tenían tres años sin estar, pero cada uno de sus recitales se sienten únicos, íntimos, acogedores, y por ello agradecía en un perfecto español Johan empuñando sus largos brazos y alentando a que la noche apenas comenzaba. Esta visita era con el pretexto de su más reciente disco 'Jomsviking'. Décima placa y primer álbum conceptual que retrata a los 'Jomsvikings' guerreros mercenarios creyentes de Odín, y cuya lírica involucra amor y venganza.Pasaron 'At dawn's first light', 'Cry of the blackbirds' y Deceiver of the gods'. Casi una hora de concierto que se fue como agua, y justo en ese momento vino el tradicional brindis de la noche. Hegg, Söderberg (guitarra), Mikkonen (guitarra), Lundström (bajo), sacaban su cuerno y como en cada país al que visitan brindan con la bebida típica. El concierto terminaba. Amon Amarth se iba, pero dejaba en Guadalajara un pedazo del espíritu Valhalla.EL INFORMADOR / HÉCTOR NAVARRO