
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Alicia Luna, a la defensa de las causas sociales
GUADALAJARA, JALISCO (09/OCT/2011).- Era el invierno de 2010 en España. Alicia Luna, excepcional contadora de historias, esperaba en un restaurante común para la realización de esta entrevista. Era el Madrid anterior al 15-M, el de la histeria de Wikileaks, cuando el director Álex de la Iglesia estaba a punto de renunciar a la Academia en la antesala de los premios Goya.
Esta conversación inició de manera personal y terminó meses después vía cibernética entre México y España.
Nuestra cita personal se llevó a cabo muy cerca de la Escuela de Guión de Madrid 8 1/2 de la que Alicia es fundadora y directora, también es presidenta de la Fundación Lydia Cacho en España y una mujer vestida con la defensa de las causas sociales. Es algo que le sale natural, como una propiedad que se ha adherido a su propia existencia.
Cómo generar tensión en la narrativa
Alicia es una mujer de trabajo y no de suertes. “La suerte te llega cuando estás acostada en tu cama y te llama Spielberg”, dice seriamente “pero cuando te mueves sin parar y de pronto hay algo que brilla, ¿no será trabajo?”.
Recordemos: en el año 2004 Luna ganó el premio Goya al Mejor guión por Te doy mis ojos, dirigida y escrita también por Icíar Bollaín.
Según palabras de la autora, Te doy mis ojos fue esa especie de proyecto que une los factores que hacen algo excepcional y el proceso irrepetible.
El filme puso el nombre de ambas españolas en boca de los americanos, — así como el de la cantante Bebe y el del actor Luis Tosar—; sin embargo, la historia de Alicia como autora data de mucho atrás, ya que arrancó como guionista en el año 1999 con Pídele cuentas al rey, un filme dirigido por José Antonio Quirós y con el que ganó el Premio Público en la Seminci de Valladolid y Mejor Guión en el Festival de Comedia de Peñíscola.
También es la escritora de la publicación Matad al guionista (entrevistas a guionistas sobre metodologías de trabajo). Y ahora mismo trabaja en Póker para guionistas, un método propio para crear micro estructuras que generen máxima tensión.
Ése es su tema, un tema claro a partir del análisis luego de años de hacer su trabajo, lo que la ha llevado a cuestionarse estructuras “para nuevos espectadores, surgidos de la era de las redes de información”.
Según dice, “los creadores tenemos que estar por delante, por eso esta obsesión mía de las nuevas estrategias narrativas, de encontrarlas para sentirme satisfecha y para no permitir que la gente sea manipulada. No está mal que el mundo no se haya transformado y que vayamos a ver cine en pantallas de ordenador (computadoras), pero seguimos aferrados a la narrativa de Aristóteles; tenemos que ser capaces de crear otras, la publicidad tiene una estrategia narrativa que va por delante que la del cine y manipula mucho, yo tengo que ser capaz de encontrar una estrategia narrativa capaz de emocionar y mover, no de manipular”.
Lydia Cacho nos enseña a ser respetados
Hoy escribe “una película contemplativa de un hombre que tiene miedo a perderlo todo”. Mientras esto sucede, tiene El Fixer en proceso de preproducción, que es “una historia basada en la crisis”.
Ésa es Alicia, una mujer que se arriesga en las palabras, que toca el punto humano y social con su creación.
Así, un buen día aterrizó en México para contar la historia de la periodista Lydia Cacho, autora de Los demonios del Edén, libro publicado en el año 2005 que aborda el tema de la pornografía y la prostitución infantil.
Y como la opinión púbica sabe, en el trabajo de Cacho se revelan testimonios y nombres de algunos responsables, así como de poderosos corruptos que los protegen.
La guionista, pues, hizo su propia indagatoria en campo, buscando entonces en los personajes, las relaciones, las situaciones.
El trabajo le llevó dos años y el resultado se encuentra en manos de la productora Bertha Navarro (Cronos, El Laberinto del Fauno y Cobrador) para su cristalización.
Alicia se metió en la boca del lobo y conoció el México de las mentiras y las corruptelas, el de la indolencia y la resignación. “Lo que he vivido en México me ha hecho madurar”, destaca con seriedad, la misma seriedad que ataca cuando le intentas preguntar sobre los manejos de la Academia de Cine en España y sobre el hacer de sus dirigentes.
No le gusta el circo, es seria, fundamental. Prosigue: “Yo era más naif (ingenua), me he vuelto más reflexiva, cuidadosa, confío menos en la gente. (…) Me duele México profundamente. Lydia Cacho es una mujer que ha nacido para ayudarnos a progresar, es un ser humano que nos enseña a ser respetados, y es necesario que aparezcan seres así. Nadie tiene derecho a quitarle la dignidad a otra persona, mucho menos si es un niño o una niña, pero me da igual… ¡a nadie! Yo aprendí esto de Lydia. Y he oído tanta cosa fuera de México pero en boca de mexicanos: que Lydia se aprovecha de lo que ha vivido, que está viviendo una vida postiza…
No, no es verdad. Ahora ya sé dónde empieza el bien y dónde empieza el mal. El mal es atentar contra la vida y la integridad de los otros, ya no son cuentos ni literatura, son hechos reales (…)”, señala. “Todas las personas criticamos al Gobierno norteamericano, pero Estados Unidos es el único lugar en el mundo que consiente que se hagan películas en contra del propio gobernante”.
Colombia se está curando
Después de trabajar el guión sobre Lydia Cacho en México, lugar donde aprendió palabras nuevas como “guarura”, y entendió no sin dificultad los alcances de la corrupción “que para mí no es humana”, viajó como jurado a Bogotá, donde el hecho de no ser morena la exponía en una ciudad con “altos niveles de peligrosidad”.
El 80% de los guiones que leía “eran sanguinarios”; sin embargo para el año 2009, cuando regresó a Colombia como jurado, se dio cuenta que “los guiones ya no hablan de la guerrilla, ni de secuestros, ni de muertes, y cuando hay alguno que lo habla lo hace en tono de comedia. Percibo que la sociedad colombiana está en un proceso de sanación impresionante. (…) La comedia es muy importante para eso, es vital; critica mucho más que el drama, sobre todo si quieres atacar a instituciones que están muy por encima. Los jurados llorábamos de risa al leer La Virgen de la Plancha, un trabajo que te cuenta la historia de una mujer sanadora que tenía el don de resucitar a los muertos pasándoles una plancha por la planta de los pies, esto en una sociedad como la colombiana, donde hay muchísimos muertos por la guerrilla, y de pronto al narco le surge una enemiga, porque resucita a la gente que ellos matan”, señala y hace hincapié: “No se puede censurar a un pueblo entero”.
Y ojo, es un tema que le importa, “me llamaba la atención esta censura que se hacía en México a la periodista Carmen Aristegui (por sus aseveraciones al supuesto alcoholismo de Felipe Calderón), mientras el país está en armas, mientras el número de asesinatos es más alto que los muertos en Iraq. Digo, perdón, no es el presidente de Suecia donde hay una sociedad de bienestar y alguien dice algo acerca de él”.
La redención de nuestro país
Le pregunto si le interesaría venir como jurado. Duda. “No sé”, dice. “No sé si quiero regresar a México todavía”. Sonríe y piensa. “Yo estoy en un proceso de sanación. No me gusta el Gobierno mexicano, ni las instituciones, ni quienes las llevan, me parecen lo peor de México. Me encanta la ciudadanía mexicana. (…)
Las noticias que se escuchan no sólo deben ser de la guerra civil y el narco, sino de lo que hacen los artistas. El mensaje tiene que ser que hay una sociedad, que a pesar de esa guerra cruenta y civil, es un pueblo que crea, que es muy fuerte y que sobrevive, eso es lo que se tiene que contar de México”.
Y para muestra reconoce a sus creadores, como Diego Luna, quien además de destacarse como actor en los últimos años es productor de teatro y cine, así como director de la laureada película Abel. O Guillermo Arriaga, que a través de sus estructuras rotas genera mucha inquietud y ha puesto las historias sobre México en la mira del cine internacional.
Alicia, como mucha gente más, cree en la redención para nuestro país, en la búsqueda interior y exterior de otras posibilidades, en la colaboración de la sociedad. Y es éste el punto exacto que me hizo preguntarle un par de cosas más.
La distancia, México, Madrid y cómo cambiar el mundo
Meses después ya pasado el invierno, le escribí vía internet, cuando la noticia del 15-M ya había dado la vuelta al mundo entero. No sé si fue mi imaginación, pero la leí más contenta, preparándose para impartir clases a su tercer grupo en la Escuela de Guión. Le pregunté sobre los puntos de unión entre su país y el nuestro, esto fue lo que me contestó: “Nos unen los miles de refugiados de la Guerra Civil que se establecieron gracias a una ley mexicana acogedora. Nos separa la política mexicana, que durante décadas ha sido permisiva con el narco, hasta los niveles que se sufren actualmente, pero nos une mucho más que lo que nos separa. El pueblo mexicano está en la calle diciendo a sus gobernantes que ya no quieren que les sigan engañando más”.
En la conversación que tuvimos en España, decías — literalmente— que la gente en Madrid no resuelve nada, sin embargo, mira el 15-M: ¿qué pasó con la sociedad española para que haya provocado esto?, le cuestiono, y ella responde: “Que los jóvenes a quienes les estaban repitiendo que no tendrían futuro se cansaron de escucharlo y salieron a gritar que no los representan, y lo que han demostrado es que el futuro es de quien se lo pelea y están peleando. Son jóvenes, bien formados, con ganas de transformar los caminos equivocados y muy emprendedores. Esto último le hace mucha falta a España. Ellos dominan las redes, la nueva era informática, tienen grandes ideas y durante años han tenido que emigrar a Estados Unidos y Alemania. Ahora quieren quedarse. Y tienen que hacerlo. Los mayores nos hemos unido porque también estábamos cansados de tanto error político, económico y tanta desidia. Los pueblos se transforman cuando unos pocos les engañan. Estamos en medio de una revolución social de muchos contra unos cuantos. Y no hay vuelta atrás. Los políticos han de decidir si siguen del lado de la banca que ha roto el sistema económico o del pueblo que está en la calle. Y por supuesto que la banca se defenderá y por supuesto que el pueblo también. Por eso es una revolución, un cambio de era, una transformación social”.
— ¿Quiénes son los indignados?
— Los jóvenes sin aparente futuro, las más de 18 mil familias desahuciadas, los cinco millones de parados.
— ¿El arte puede ayudar a cambiar el mundo?
— El verdadero arte debe adelantarse visualmente a los cambios sociales.
Gracias, Alicia, le contesto. Espero verte pronto.
Dolores Tapia
''Los creadores tenemos que estar por delante, por eso esta obsesión mía de las nuevas estrategias narrativas, de encontrarlas para no permitir que la gente sea manipulada.''
Alicia Luna, guionista.
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