Alejandra Guzmán y Moderatto parten plaza

GUADALAJARA, JALISCO.- Todo presagiaba una tarde de alarido en la Plaza de Toros Nuevo Progreso. La gente hacía una kilométrica fila para conseguir un lugar. En el escenario todo se ponía a punto. Lo diferente en esta ocasión es que el público congregado no iba a ver a “El Juli” o al “Zotoluco”. Quienes se jugarían el prestigio en la explanada de la Plaza Nuevo Progreso eran los integrantes de Moderatto y Alejandra Guzmán.

Como parte de las acciones para celebrar la inauguración del sistema de transporte Macrobus, se organizó ayer un concierto a las afueras del recinto taurino hasta donde se dieron cita fanáticos del “Detector de metal” y la “Reina de corazones”.

A las 15:00 horas ya se podía apreciar una extensa fila para el evento, que comenzaría 60 minutos después. Los vendedores de sombreritos “de a 10” y las “doñas” con sus botellas de agua tibia de 20 pesos se paseaban entre las filas. A esas alturas, la venta era pobre y la organización férrea. Nadie podía meterse en la fila para accesar a la explanada. El evento era gratuito, pero no por eso se permitiría el desorden.

Con el Sol en todo lo alto, a las 16:00 horas, la gente esperaba impaciente por escuchar los primeros acordes de Moderatto, y sus deseos, pronto quedarían cumplidos.

Metal pop

La porra para invocar a los comandados por Brian Amadeus dominaba el ambiente. Los gritos de “detector de metal”, las señas del rock y el maquillaje emulando a los miembros de Moderatto pintaban el ardiente clima, tanto en temperatura como en música.

Y entonces Moderatto salió a escena. Destilando su cuero negro y un lenguaje estrafalario, los integrantes de la banda de rock comenzaron a entonar el tema Hechizo de amor. La letra fue coreada por sus fanáticas, quienes con pancartas y “besitos” hacían sentir queridos a los roqueros en tierras tapatías.

Dueños de la situación, los músicos agradecieron la cálida recepción y para estar a tono con el calor que se sentía, interpretaron Quemándome de amor.

Con una guitarra bautizada como “Guanatos”, los integrantes de la agrupación terminaron por poner en su bolsillo a los asistentes, que para ese momento eran calculados por las autoridades en poco más de cinco mil almas, que luchaban por encontrar una sombra o alguna bebida refrescante.

Durante una de las interpretaciones de la banda, una muchacha se desmayó, quizás por la emoción de tener tan cerca a quienes en ese momento interpretaban en el escenario Suéltate el pelo, o quizás por la insolación que muchos integrantes del público sufrieron, aunque el saldo fue blanco.

Moderatto prosiguió con Oh mamá y No podrás, para terminar por agradecer la entrega del público de la Perla Tapatía, quienes con un aplauso también reconocieron el esfuerzo de la banda,

Dueña del escenario

Pasadas las 17:30 horas, llegó el turno para que Alejandra Guzmán asumiera la corona de “Reina de corazones” que le han brindado los tapatios. La roquera se tomó en serio su presentación y ofreció al público un show completo, que incluyó coreografías, chistes y las siempre chuscas y a veces duras reflexiones de “La Guzmán”.

Con un atrevido vestido en rojo y negro, la hija de Silvia Pinal apareció dando saltos en el escenario para interpretar Mala hierba, uno de sus temas legendarios y con el que disparó las emociones del público, que para ese momento ya sumaba ocho mil personas de acuerdo a la Policía de Guadalajara.

Posteriormente, y según ella “aprovechando el calor”, interpretó Verano peligroso, otra canción que ella ha convertido en himno para una legión de admiradores, que lo mismo incluye a los jóvenes que también adoran a Moderatto, que a otros que la han seguido a lo largo de 20 años de trayectoria.

Soy sólo un secreto, Hay un diablo en mí, Hacer el amor con otro, Reina de corazones y Hasta el final se sumaron al repertorio, entre clásicas y “nuevas”, demostrando que la cantante sabe cuándo hacer cambios en la alineación de temas. Y sobre el escenario demostró ser una maestra, al montar elaboradas coreografías, travesuras, cambios de vestuario y hacer sufrir a algún miembro del público con piropos.