Lunes, 25 de Noviembre 2024
Economía | Filósofo francés

Gilles Lipovetsky, defensor del capitalismo

Aunque defiende el modelo económico que en alguna ocasión dijo que traería la felicidad, asegura que no es perfecto y hasta lo critica

Por: EL INFORMADOR

CIUDAD DE MÉXICO.- Gilles Lipovetsky también habla con las manos. Como si buscara atrapar las palabras exactas en el aire, manotea y gesticula en una mímica de orador consumado.

De pronto, a poco de iniciar la conversación, la grabadora se detiene, la entrevista se interrumpe y el teórico del hiperconsumo se queda congelado.

El bochornoso imponderable se soluciona en dos minutos y el filósofo francés se lleva las manos a la frente, en busca del hilo cortado de la reflexión. Enrojece. Su gesto siempre afable se vuelve duro, parece que va a enfurecer, pero los ojos claros se iluminan y continúa la reflexión.

Lipovetsky (París, 1944), está en México para ofrecer conferencias invitado por la Universidad Panamericana (UP) en las que explica a los estudiantes y académicos algunas de las ideas planteadas en sus libros, como los muy conocidos “El imperio de lo efímero”, “La tercera mujer: permanencia y revolución de lo femenino” o “La era del vacío: Ensayo sobre el individualismo contemporáneo”.

Escribió que el capitalismo consumista llevaría a la sociedad a la felicidad, pero vemos que la ha llevado casi a la quiebra. ¿El panorama actual ha modificado su visión de las cosas?

Hay muchas lecturas posibles sobre lo que está pasando. Estamos en una situación provocada por una falta de regulación. Podemos denunciar los excesos del capitalismo pero creo que el capitalismo aún es un modelo legítimo. No debemos perder de vista que la globalización permite a cientos tener acceso a una mayor comodidad y calidad de vida, por eso el capitalismo continúa siendo el único modelo económico legítimo, pero legítimo no quiere decir que sea perfecto: hay mucho desempleo, desigualdades extremas, remuneraciones económicas aberrantes para los operadores financieros, en consecuencia creo que la tarea del siglo XXI es intentar civilizar un poco el capitalismo. Los marxistas piensan que esto no es posible, pero no vamos a hacer una economía como la de Chávez o como la de Cuba.

No hace mucho el presidente Sarkozy habló de la necesidad de refundar el capitalismo, ¿será posible?
Esperamos que así sea, lo deseamos pero en los últimos días hemos observado que realmente las cosas no van en este sentido. Es necesario tener regulaciones más precisas, en particular en la esfera financiera. Ahí está el fundamento de lo que se debe hacer. Pero sorprende ver que la crisis no vaya acompañada de nuevos modelos. Se habla de refundación, pero realmente el capitalismo permanece tal cual. No estoy obsesionado por el control, pero el papel actual del Estado no es suficiente, por esto estamos viviendo en lo que llamo la hipermodernidad, es decir, en un ámbito de lógicas extremas. Hay un exceso y es necesario que meditemos sobre lo que ya nos habían indicado los griegos: los excesos son lo contrario de la virtud y la virtud es el justo medio, el equilibrio. La ola del hiperliberalismo debería calmarse a través de un rol más activo del Estado.

A países emergentes les piden moderar la emisión de bióxido de carbono aunque los que más han contaminado son los países ricos. ¿Le parece moralmente aceptable?
Sobre el calentamiento global el imperativo es universal porque afecta a la humanidad y el futuro del planeta, pero es evidente que los más grandes contaminadores son los países ricos. Lo inmoral es que el que más contamina y quienes desataron la crisis no den el buen ejemplo.

El movimiento ecologista ha tomado gran fuerza y las empresas aprovechan el interés de combatir la contaminación fomentando un consumismo “verde”, al fin consumismo
Sí, claro, en primer lugar porque podemos concebir que una economía verde es una gran fuente de ganancias. Vamos a desarrollar nuevas energías: la solar, la del viento, la marina; energías que se pueden renovar y que son un mercado para producir y para vender, en consecuencia para ganar dinero, es una gran oportunidad para el siglo XXI, habrá grandes innovaciones que darán dinamismo a la economía mundial.

¿Esa flexibilidad y adaptabilidad del capitalismo le callan la boca a quienes anuncian su muerte por la crisis?
Recuerdo cuando era estudiante en mayo del 68 en la Sorbona. Había grupos trotskistas que de manera científica desarrollaban la tesis de que los días del capitalismo estaban contados, que ya en uno o dos años iba a desaparecer. Retomaban el viejo refrán marxista que desde el siglo XIX anunciaba que el capitalismo estaba cerca del hundimiento; es una constante de la modernidad en la que el marxismo ha dado una visión apocalíptica de las contradicciones absolutas del capitalismo. Tal vez hay contradicciones absolutas, pero falta mucho para que las contradicciones absolutas lo destruyan. El capitalismo no ha parado de crear crisis desde el siglo XIX, la crisis es consustancial al capitalismo y en cada oportunidad ha demostrado ser lo suficientemente sensible para transformarse, así que habría que probar que hoy está completamente bloqueado y que ya no se puede hacer nada.

La gran crisis anterior, la del 29, fue enfrentada por grandes líderes mundiales o incluso los produjo; en este sentido, ¿cómo ve el mundo?
No los tenemos. Esta crisis no viene acompañada de nuevos modelos, de nuevos sistemas. Hay una falta de imaginación, como si la imaginación se hubiera descompuesto, somos un mundo en el que las grandes visiones ideológicas o políticas tienen menos consistencia. Ya no estamos en una era de la modernidad porque la modernidad tenía grandes sueños, grandes utopías, soluciones de cambio. Esperamos un capitalismo un poco menos loco pero, en efecto, somos una sociedad con pocas utopías y las utopías las encontramos ahora en la ciencia y en la tecnología.

Ahora los únicos elementos utópicos son los derechos del hombre, pero solamente son un sistema de protección, es una utopía respecto a la persona pero es incomparable con aquellos sueños grandiosos que tenían los hombres del siglo XVIII y XIX.

Ellos inventaron la paz perpetua, el socialismo, la sociedad sin clases, todo esto ya no tiene sentido, por eso tenemos que darnos cuenta de que la crisis actual reclama al Estado y a la educación, al desarrollo de la ciencia y de la política.

En 2050 tendremos que nutrir a nueve mil millones de individuos, hacer grandes inversiones para formar la inteligencia humana. Nos dirigimos hacia sociedades donde la creatividad, los conceptos que nos darán la ciencia, la informática, la genética, abren universos que no podemos imaginar ahora. No vamos a resolver los problemas planetarios si no es a través de nuevos modelos de producción y de la capacidad de invención humana. No se vive solamente para producir riqueza, debemos vivir también para una armonía social y para ello el mercado tiene que crear trabajo pero también son necesarias las regulaciones que debe dar la política y la democracia, de lo contrario corremos el riesgo de tener sociedades con nuevas formas de violencia, un modelo a la brasileña donde hay barrios vigilados por todos lados, donde hay una especie de guerra de todos contra todos y en donde el miedo se vuelve la regla.

No sabemos qué tipo de capitalismo va a desarrollarse, en consecuencia harán falta luchas, debates, tomas de conciencia, formación, combates para que el modelo menos malo sea el que gane. Ésa es la lucha de todos.

¿Usted que participó en el 1968 de París, cree que su generación hizo lo correcto al cambiar el modelo de educación?
No. Hubo cosas buenas en la cultura del año 68, por ejemplo la liberación de la mujer, más libertad en la sexualidad, pero también hubo excesos que estamos pagando muy caro, sobre todo en materia pedagógica en la escuela. El modelo antiguo de educación ya es inaceptable porque es tradicionalista y autoritario, pero el modelo que nació en el 68 tampoco es muy bueno porque produce individuos desestructurados y en el que las personalidades se han vuelto muy frágiles.

Por todos lados hay depresión, ansiedad, suicidios… los individuos son frágiles, ya no tienen una estructura que los sostenga. El hedonismo, la felicidad, el placer extremo están bien para la publicidad, pero no para la vida.

La sociedad de hiperconsumo ha ido demasiado lejos. Tenemos una sociedad en la que a veces hay la impresión de vivir para las marcas y para comprar productos sin parar. El consumo no es un vicio, pero llega un momento en que es demasiado. Debemos transmitir a los jóvenes la idea de que la vida se trata de producir, de producir justicia, de inventar, de crear en la cultura, en la ciencia, ése es el sentido de la vida no sólo comprar mercancías a la moda y consumir programas producidos en Hollywood. ¡Ése no es un ideal de vida! Tampoco es Auschwitz, pero no es un modelo. Debemos producir un nuevo modelo que pueda dar el sentido de responsabilidad a los jóvenes para pensar que el consumo es un medio, no un fin. Es necesario trabajar mucho para recrear un sentimiento de pasión en los jóvenes, para mostrar que la pasión no es sólo salir de vacaciones, comprar marcas conocidas. Esa es la gran misión que debe tener la escuela, volver a dar la pasión de crear, de inventar, de hacer cosas que te apasionen en la vida. No hay que satanizar al consumo, pero tampoco sacralizarlo.

En el afán de alejarse del modelo colonial español y de crearse una identidad, a lo largo de la historia, México ha recurrido a dos modelos, el francés y el estadounidense, ¿qué elementos positivos y negativos de éstos percibe en nuestra identidad actual?
Creo que han recurrido más al modelo estadounidense. No soy hostil a hacer un modelo híbrido a partir de que los países tomen modelos. Creo que México debe tomar lo mejor de la modernidad, es decir, la ciencia, la técnica, los derechos del hombre, ésos son los grandes valores occidentales y creo que esto podrán casarlo con la sensibilidad que viene de otra historicidad. Ahora el desafío y los modelos son universales, este es el sentido de mi último libro. Hay cinco modelos: la tecnociencia, el mercado, el consumo, los medios de comunicación y los derechos del hombre. Éstos constituyen lo que llamo una cultura del mundo. Si las sociedades no saben apropiarse de estos elementos de la hipermodernidad para crear un mundo futuro, vamos a crear sociedades folclóricas. La vocación de México no son los mariachis. Todos comprenden que no es el ideal de México, no está a la altura de lo que se espera de la aportación de un país. El modelo americano en sí mismo no es un modelo, lo que hay que tomar como modelo es el respeto a la persona. No debemos avergonzarnos de ser occidentales porque tenemos grandes cosas que aportar a la humanidad, como los principios universales, pero éstos deben estar combinados con las especificidades propias de la historia de cada país. México debe obtener una síntesis que sea muy propia y que al mismo tiempo pueda jugar un papel en la cultura mundial.

El filósofo de las masas
Gilles Lipovetsky

Nació en París en 1944. Es profesor agregado de filosofía en la Universidad de Grenoble y Miembro del Consejo de Análisis de la Sociedad.

En 1983 publicó “La era del vacío”, su principal obra en donde analiza lo que llamó la sociedad “post moderna”.
Ahí aborda temas como el consumo, la cultura de masas, el hedonismo y la moda.

Su segundo obra fue “El imperio de los efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas”, publicado en 1987. Ahí realizó un amplio estudio sobre la moda, enfocado desde una perspectiva histórica.

Otra de obra fue “La tercera mujer: permanencia y revolución de lo femenino”, en donde afirma que las feministas defienden un ideal arcaico.

Lipovetsky asegura que el filósofo tradicional ha permanecido apartado de la realidad cotidiana de su propio tiempo, al modo del prisionero platónico, razón por la cual se ha apartado de los intereses vitales de una sociedad caracterizada por la cultura de masas.
Por ello, propone volver los ojos a la realidad concreta, es decir, al estudio de los fenómenos masivos y efímeros propios de la era contemporánea.
FUENTE: biografiasyvidas.com.


ENTRESACADOS
El autor llama una cultura del mundo a la tecnociencia, el mercado, el consumo, los medios de comunicación y los derechos del hombre

Sobre México, dice que su vocación no son los mariachis y que debe aportar al mundo más que folclor

Considera que la sociedad de hiperconsumo ha ido demasiado lejos, ya que nos convertimos en una sociedad que para vivir compra sin parar

FRASES
“El capitalismo continúa siendo el único modelo económico legítimo, pero legítimo no quiere decir que sea perfecto”
 
“Ahora los únicos elementos utópicos son los derechos del hombre, pero solamente son un sistema de protección”

“Debemos producir un nuevo modelo que pueda dar el sentido de responsabilidad a los jóvenes para pensar que el consumo es un medio, no un fin”

 “Creo que la ecología es perfectamente compatible con el capitalismo”

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